En 1979, el grupo Juaneco y su Combo se encontraba en pleno apogeo, haciendo giras por la región amazónica del Perú. En uno de sus viajes hacia Nuevo Progreso, un pequeño pueblo de la selva, se produjo un encuentro que cambiaría el rumbo de la historia de la cumbia. Juan Wong Popolizio, líder de la banda, se encontró con un amigo suyo que vestía de luto. El hombre acababa de perder a su padre y, debido al dolor de la pérdida, rechazó la invitación que le hizo el grupo para asistir a uno de sus conciertos.
El escenario estaba listo para el espectáculo, pero en lugar de seguir la rutina, ese encuentro fortuito dejó una marca en Wong Popolizio. Sin saberlo, este hecho desencadenó la creación de lo que se convertiría en uno de los más grandes éxitos de la cumbia amazónica. Tras el encuentro, el grupo se dirigió al hotel para descansar. Fue entonces cuando Wilindoro Cacique, compositor de la banda, comenzó a cantar una frase que improvisó en ese momento: “Ya se ha muerto mi abuelo, ayayay”. Esa expresión, inspirada por el luto del amigo de Wong, resonó de inmediato en el ambiente.
La creación de la melodía
Esa noche, el resto de la banda no perdió tiempo en aprovechar la creatividad que surgió del momento. Fue Juan Wong quien se sentó al teclado y comenzó a improvisar la melodía, siguiendo el ritmo que Cacique había cantado. La combinación de la letra, cargada de nostalgia y humor, con una melodía pegajosa que tomaba elementos de la cumbia psicodélica, resultó en una canción única. “Ya se ha muerto mi abuelo” no solo capturaba la esencia de la región amazónica, sino que, al mismo tiempo, lograba transmitir una mezcla de emoción y diversión que pronto conquistaría los corazones de los peruanos.

La canción fue grabada para el álbum Ven a bailar, lanzado ese mismo año por el sello Infopesa. Este disco se convertiría en uno de los más importantes en la historia de la música tropical peruana, y “Ya se ha muerto mi abuelo” se posicionó rápidamente como uno de los temas más populares del grupo.
Un giro inesperado: la internacionalización
Aunque en sus primeros años, la canción se mantuvo principalmente en el ámbito local, la verdadera expansión de su fama llegaría con el paso del tiempo. En 2007, la disquera estadounidense Barbes Records presentó el compilado The Roots of Chicha, una recopilación de las canciones más representativas de la cumbia peruana, entre las que se incluía “Ya se ha muerto mi abuelo”. Este recopilatorio no solo fue un homenaje a los orígenes de la cumbia amazónica, sino que permitió que grupos como Juaneco y su Combo fueran redescubiertos por audiencias internacionales, especialmente en Europa.
La inclusión de esta canción en un álbum de difusión global resultó ser un punto de inflexión. La cumbia, en sus diversas formas, comenzó a ganar terreno fuera de las fronteras del Perú, y “Ya se ha muerto mi abuelo” se convirtió en un clásico internacional. En poco tiempo, el tema comenzó a sonar en radios de varios países, y los fanáticos de la música tropical de todo el mundo empezaron a familiarizarse con su pegajosa melodía y su singular letra.

La perpetuidad del legado: nuevas versiones y tributos
La permanencia de “Ya se ha muerto mi abuelo” en el tiempo fue garantizada por la adaptabilidad que demostró el tema a nuevas generaciones. En 2013, la banda peruana Bareto, conocida por su estilo renovado de cumbia, lanzó un álbum titulado 10 años, en el que incluyó una versión de la canción, interpretada junto al propio Wilindoro Cacique. Este homenaje no solo recordó la importancia de la pieza dentro del repertorio de la música peruana, sino que también le dio un toque contemporáneo, conectando el pasado con el presente.
Además, el hecho de que Bareto colaborara con Cacique, el compositor original, subraya la vigencia de la canción. El éxito amazónico no solo fue interpretado por las bandas de la época, sino también por nuevas generaciones de artistas que reconocen su valor dentro del patrimonio cultural musical del Perú.
Una canción que sigue conquistando corazones
Hoy en día, “Ya se ha muerto mi abuelo” sigue viva, no solo en los recuerdos de quienes vivieron su auge en los años 80, sino también en la memoria de una nueva generación que sigue disfrutando de su alegre y nostálgica melodía.

Su historia, nacida de una anécdota espontánea entre amigos, ha trascendido el paso del tiempo y sigue siendo parte esencial de la cultura musical peruana. La canción es un claro ejemplo de cómo la música puede conectar a las personas, trascender generaciones y perdurar a lo largo de los años.