
En el Perú, rendir un examen de admisión se ha transformado en una prueba no solo de conocimientos, sino también de integridad. Bajo la presión de alcanzar una vacante en carreras altamente demandadas, han proliferado prácticas como la suplantación de identidad y el uso de tecnología para el fraude académico. Aunque las universidades reforzaron sus sistemas de vigilancia y detección, los casos continúan apareciendo en distintas regiones del país, dejando en evidencia que se trata de una problemática persistente, difícil de erradicar y que involucra tanto a estudiantes como a redes organizadas.
Un reciente comunicado de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad de San Martín de Porres (USMP) da cuenta de este fenómeno. Durante los exámenes parciales, se detectó a un estudiante utilizando lentes con cámara y audífonos para copiar, lo que le valió la expulsión inmediata. La universidad advirtió que estos actos son sancionados con severidad y recordó a su comunidad que el fraude académico puede comprometer no solo la permanencia en la institución, sino también el futuro profesional. Pese a los controles, este caso confirma que el uso de tecnología para hacer trampa sigue vigente y que las medidas de prevención deben evolucionar a la par del ingenio de quienes buscan burlar el sistema.
Además, en los últimos procesos de admisión en varias universidades públicas dejaron en evidencia que las medidas de seguridad actuales no son suficientes. Suplantación de rostros e identidad, dispositivos electrónicos y pagos mensuales por rendir exámenes en nombre de terceros son algunas de las modalidades detectadas. Pese a los esfuerzos institucionales, los casos se multiplican.
En los últimos meses, diversas universidades del país tuvieron que suspender, anular o repetir sus exámenes tras detectar irregularidades. Desde postulantes con documentos que no coinciden con su rostro hasta estudiantes universitarios pagados para rendir pruebas en nombre de adolescentes, la lista de casos registrados muestra que el sistema aún no encuentra una respuesta efectiva.
Medicina, una carrera con alta demanda y alto riesgo

En Chimbote, la Universidad Nacional del Santa decidió anular el examen de admisión a Medicina Humana del proceso 2025-II, realizado el 6 de abril. La medida se tomó tras descubrir un caso de suplantación de identidad y similitudes notorias entre las respuestas de dos postulantes. Según las autoridades, la fotografía del DNI presentado por uno de los participantes no coincidía con su apariencia.
Una situación similar se vivió en la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann (UNJBG), en Tacna. El domingo 16 de marzo, tres personas —dos mayores de edad y una menor— fueron intervenidas por portar aparatos electrónicos durante el examen. De acuerdo con el reporte policial, los dispositivos les habrían permitido recibir respuestas externas. Luego de ser trasladados a la comisaría, fueron identificados como J.A.A.C. (18), J.P.C.P. (18) y la menor K.Y.C.C. (17).
La Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, en Lambayeque, decidió reforzar su sistema de admisión. Doce postulantes fueron intervenidos en marzo durante la jornada de evaluación por intentar rendir el examen con identidades ajenas o mediante el uso de tecnología prohibida. La universidad empleó controles como la verificación de huellas dactilares y una revisión estricta en los puntos de ingreso. Los casos detectados correspondían, principalmente, a postulantes a Medicina y Enfermería.

de clases con identidad prestada
Uno de los casos más prolongados se descubrió en Cusco, en la Universidad Andina. Fabiola Córdoba asistió a clases durante cinco años, haciéndose pasar por Katy Rojas, quien residía en Turquía. A cambio, recibía pagos que comenzaron con 700 soles y llegaron hasta los 3,000. La detención ocurrió dentro del aula, donde se le acusó de falsedad genérica.
Este caso evidenció una forma de suplantación que no solo se limita al proceso de admisión, sino que puede extenderse durante toda una carrera universitaria. El seguimiento institucional, en estos casos, parece haber sido insuficiente para detectar el fraude a tiempo.
El rol de la tecnología en el control académico

Para Alberto Juárez, vicepresidente global de verificación de identidad en Sovos, la situación exige una transformación digital inmediata. “Es esencial que las universidades avancen con decisión en su transformación digital y adopten herramientas modernas de revisión. Solo así podrán ofrecer procesos más seguros, confiables y alineados con los desafíos actuales”, afirma.
Además, considera que la implementación de herramientas como la verificación biométrica o la validación forense documental puede marcar la diferencia. “Hoy, la transformación digital permite a las universidades automatizar controles, aplicar validaciones en tiempo real y generar trazabilidad. Esto hace que el fraude no solo sea más difícil de ejecutar, sino también más fácil de detectar”, explica.
El especialista destaca la necesidad de establecer una instancia de registro digital desde el inicio del vínculo con el estudiante. “A partir de esa base, se puede aplicar revisión continua en cada etapa posterior, fortaleciendo significativamente la seguridad en todos los ciclos académicos”, sostiene.
Presupuesto, privacidad y marco legal
Aunque reconoce los beneficios de estas herramientas, Juárez advierte sobre algunos obstáculos. “Muchas veces se ve la implementación tecnológica como un gasto, cuando en realidad debe entenderse como una inversión en seguridad, eficiencia operativa y confianza institucional”, señala.
Asimismo, recuerda que el uso de datos personales está regulado por la Ley N.º 29733 y su reglamento, lo que obliga a las universidades a proteger adecuadamente la información sensible. “Las universidades deben asegurar el cumplimiento de esta ley al implementar soluciones de verificación que involucren datos sensibles”, agrega.
Frente a este panorama, el experto considera que el país enfrenta un momento decisivo. “La educación superior en Perú enfrenta un momento clave. La transformación digital ya no es una aspiración, es una necesidad urgente”, enfatiza. Y concluye que para tener éxito, la tecnología debe integrarse con una estrategia institucional clara, con regulación y educación sobre identidad digital.