
En los últimos meses de su vida, antes de su muerte del 13 de abril, Mario Vargas Llosa vivió una serie de recorridos muy especiales por Lima, una ciudad que fue protagonista en muchas de sus novelas. Su hijo, Álvaro Vargas Llosa, reveló en una entrevista con el medio argentino La Nación cómo la familia organizó estos paseos, que se convirtieron en un último homenaje a la literatura y los recuerdos del escritor.
“Fuimos a los escenarios de sus novelas en la ciudad, porque era complicado ir a otros lugares más alejados”, comentó Álvaro. Estos recorridos no solo fueron una oportunidad para revivir momentos literarios, sino también para ayudar a su padre a reconectar con sus recuerdos en una etapa en la que la memoria le estaba fallando. “En el trayecto íbamos hablando de la novela, de la significación que tenía, y eso le permitía recordar cosas que había olvidado, lo que le generaba una mezcla de sorpresa y alegría”, agregó el hijo del autor.
Uno de los destinos de este recorrido fue la emblemática cárcel de Lurigancho, mencionada en el último capítulo de Historia de Mayta, una de las novelas más representativas del autor. También visitaron el bar La Catedral, ubicado en el corazón de Conversación en La Catedral, un lugar que, aunque ya no existe como tal, sigue siendo un referente en la memoria colectiva de los lectores. “Ahora hay un almacén muy feo, muy descuidado, con un cartel que dice ‘Se vende’, en una zona muy caótica”, recordó Álvaro con nostalgia.

Sin embargo, estos paseos no eran públicos. La familia de Vargas Llosa tomó todas las precauciones necesarias para evitar que su padre fuera reconocido por sus seguidores.
“Estos paseos los hacíamos casi en clandestinidad. Elegíamos horas, vestimenta, todo tipo de detalles para que no se diera cuenta la gente, porque adonde iba y lo reconocían, se arremolinaba la gente, y eso para su salud era malísimo”, explicó Álvaro. En ocasiones, incluso hubo que recurrir a disfraces para mantener el anonimato.
A través de estos momentos íntimos, la familia Vargas Llosa vivió una despedida cargada de emociones y recuerdos compartidos. “Cada uno de nosotros, mi madre, mis hermanos y yo, fue viviendo esta etapa final de manera muy íntima con él, en diálogos de despedida”, contó Álvaro, dando a entender que estos paseos no solo fueron una forma de rendir homenaje a los escenarios de las obras del autor, sino también una oportunidad para que padre e hijos compartieran un último tiempo juntos, en una Lima que sigue viva en sus libros.

¿Por qué decidió volver a Perú antes de morir?
Mario Vargas Llosa regresó a Perú en sus últimos meses de vida debido a su deteriorado estado de salud, que incluyó fatiga extrema y movilidad reducida. Según su hijo mayor, Álvaro Vargas Llosa, “Ya estaba muy fatigado y necesitaba la cercanía de la familia, así como la comodidad de su hogar”. Este retorno no solo respondió a una necesidad médica, sino también emocional, ya que el escritor buscaba el apoyo de sus seres queridos, quienes en su mayoría residían en Lima. Para él, estar cerca de su familia era fundamental en ese momento de su vida.
El regreso a Lima también le permitió a Vargas Llosa reconectarse con la ciudad que fue esencial en su obra literaria. En palabras de Álvaro, su padre encontró consuelo en su “entorno familiar y en su emblemática biblioteca personal”. Además, pudo revivir los recuerdos de los escenarios limeños que inspiraron varias de sus novelas más conocidas. “Representó un reencuentro con sus raíces más íntimas y los escenarios que dieron forma a muchas de sus obras”, agregó su hijo, destacando cómo estos paseos por la ciudad alimentaron su memoria y su genialidad literaria.