
Durante su visita a Perú a inicios de 2018, el papa Francisco estuvo acompañado por Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima y primer cardenal del Opus Dei. El purpurado se lució junto al Santo Padre desde el balcón del Palacio Arzobispal, en el popular papamóvil y cuando ofreció una misa para más de un millón de ciudadanos que se reunieron para ver a Jorge Bergoglio. Pero el trato cordial entre ambos se quebró meses después, cuando el Sumo Pontífice pasó al retiro al peruano y le prohibió llevar hábitos y símbolos cardenalicios.
Una carta recibida a mediados de 2018 habría motivado la radical decisión del Papa. En la misiva, un hombre de 58 años acusaba a Cipriani de haber abusado de él en 1983 cuando todavía era menor de edad. La víctima reveló que ese mismo año comunicó a la Obra sobre el comportamiento del religioso durante el sacramento de la confesión, pero nunca se puso en marcha proceso alguno. Tres años después, Cipriani se convirtió en vicario del Opus Dei en Perú.

En 1988, Juan Luis Cipriani fue nombrado obispo auxiliar de Ayacucho y arzobispo en 1995, en 1999 fue designado arzobispo de Lima y en 2001 el papa Juan Pablo II lo creó como cardenal. Desde entonces, el prelado ha sido el centro de diversas polémicas por sus comentarios sobre la violencia sexual. “Las estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas y no es porque hayan abusado de las niñas, es muchas veces porque la mujer se pone como un escaparate provocando”, dijo.
La respuesta de Francisco
La víctima de Cipriani ha optado por el anonimato. Su cercanía a los autores de ‘Mitad monjes, mitad soldados’, libro que destapó los abusos cometidos por miembros del Sodalicio de Vida Cristiana en el Perú, le permitieron llegar a Juan Carlos Cruz, sobreviviente de los abusos perpetrados por el sacerdote Fernando Karadima en Chile. Este sirvió como puente a la Santa Sede.
“A inicios del año 2000 hemos tenido el conocimiento de varias denuncias contra Cipriani hechas por tres personas en diferentes momentos, jóvenes también, hombres, contra él”, dijo la periodista Paola Ugaz sobre otros casos vinculados al cardenal peruano que llegaron a manos del Vaticano, pero cuyo desenlace se desconoce hasta el momento.
El papa Francisco puso en marcha una comisión investigadora sobre el caso del sobreviviente de 1983 y se procedió con una serie de sanciones a Cipriani. “A raíz de las denuncias presentadas contra él, y tras la aceptación de su renuncia como arzobispo de Lima, se impuso al cardenal un precepto penal con ciertas medidas disciplinarias relativas a su actividad pública, lugar de residencia y uso de insignias, firmado y aceptado por su eminencia”, explicó a la agencia EFE el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni.
Juan Luis Cipriani tiene prohibido dar declaraciones públicas o participar en actividades eclesiásticas sin autorización, pero este ha continuado publicando mensajes a través de redes sociales. Se le impidió el uso de hábitos y símbolos cardenalicios, pero lució las prendas frente al féretro del papa Francisco. Se le ordenó residir en Perú, aunque ha sido visto en diversos eventos en Lima, incluyendo una condecoración ofrecida por el alcalde de la capital, Rafael López Aliaga.
Rechazo en la Santa Sede
La muerte del papa Francisco obligó a que los cardenales de todo el mundo viajen al Vaticano para el funeral del Santo Padre y el cónclave que iniciará el próximo 7 de mayo. Sin embargo, la presencia de algunos no ha sido bien recibida, sobre todo la del purpurado peruano Juan Luis Cipriani. Si bien este no participará de la elección del próximo Sumo Pontífice, ha sido visto en las reuniones previas.
El cardenal argentino Ángel Rossi rechazó la presencia del peruano en la Santa Sede. En declaraciones al canal colombiano Caracol, Rossi destacó que si el Papa Francisco había dado instrucciones claras respecto a la no participación de ciertos cardenales, tales indicaciones deben ser respetadas. La ONG Bishop Accountability se ha sumado a los pedidos para que el exvicario del Opus Dei no participe de los encuentros entre purpurados.
“La participación de Cipriani se burla de la declaración de los cardenales sobre la supuesta importancia del problema de los abusos. Garantiza a los obispos abusadores el continuo apoyo de sus colegas, al tiempo que envía un mensaje preocupante a las víctimas de abusos. Reaviva la inquietante idea de que la Iglesia es más segura para el clero acusado que para los niños”, se lee en el comunicado.
Cipriani no participará del cónclave al ser mayor de 80 años, al igual que el cardenal peruano Pedro Barreto. El único que sí emitirá su voto el próximo miércoles será el cardenal Carlos Castillo, arzobispo de Lima.