
Darinka Ramírez, madre de la última hija del ex futbolista Jefferson Farfán, sorprendió al público al someterse a un rejuvenecimiento vaginal, decisión que compartió recientemente en redes sociales. En la actualidad, los procedimientos estéticos dirigidos a las mujeres no solo abarcan el rostro o el cuerpo, sino también áreas íntimas, como la zona vaginal.
Entre estas, dos procedimientos suelen confundirse con frecuencia debido a su ubicación y propósito aparente: el rejuvenecimiento vaginal y el conocido como ‘punto de oro’, que en realidad es una forma de himenoplastia. Aunque ambos tratamientos se realizan en la región genital, tienen objetivos, técnicas y resultados muy distintos.
¿Qué es el rejuvenecimiento vaginal?
El rejuvenecimiento vaginal es un procedimiento estético y funcional que tiene como objetivo restaurar la tonicidad, elasticidad y estructura de la vagina. Se recomienda principalmente a mujeres que han pasado por el parto, que presentan flacidez vaginal debido a la edad o que experimentan una disminución en la sensibilidad durante las relaciones sexuales que incluyen coito. Esta intervención puede realizarse mediante cirugía, láser o radiofrecuencia, dependiendo del caso.
La cirugía, por ejemplo, consiste en tensar los músculos vaginales y retirar el exceso de tejido para reducir el diámetro del canal vaginal. En los métodos no quirúrgicos, como el láser CO2 o la radiofrecuencia, se estimula la producción de colágeno en los tejidos vaginales para mejorar su firmeza sin necesidad de incisiones.

El rejuvenecimiento vaginal puede incluir la labioplastia, que se enfoca en la reducción y remodelación de los labios vaginales mayores o menores, lo cual cambia la apariencia de esta parte de los genitales femeninos y correge molestias físicas causadas por la elongación de estos tejidos.
Más allá del aspecto estético, el rejuvenecimiento vaginal puede ofrecer beneficios funcionales como reducción de problemas como la incontinencia urinaria leve.
¿Qué es el ‘punto de oro’ o himenoplastia?
El llamado ‘punto de oro’ es una forma popularizada de referirse a la himenoplastia, un procedimiento quirúrgico que consiste en reconstruir el himen, una membrana delgada ubicada en la entrada de la vagina. Esta cirugía suele estar cargada de connotaciones culturales y sociales, ya que su objetivo es restaurar la apariencia física del himen como símbolo de “virginidad”.
La intervención se realiza uniendo los bordes rasgados del himen o creando una membrana nueva con tejido vaginal, con el propósito de que, al momento de una futura relación sexual con penetración, exista sangrado, simulando una ”primera vez". Aunque el término ‘punto de oro’ puede parecer técnico o médico, en realidad es una expresión más bien simbólica o popular que ha ganado notoriedad en algunos contextos, especialmente en redes sociales o clínicas estéticas privadas.
Cabe mencionar que esta cirugía no tiene beneficios médicos directos, sino que responde, en la mayoría de casos, a creencias culturales o decisiones personales basadas en presiones sociales.
Diferencia entre el rejuvenecimiento vaginal y el ‘punto de oro’

Aunque ambos procedimientos se realizan en la zona vaginal, las diferencias entre el rejuvenecimiento vaginal y el ‘punto de oro’ son significativas, tanto en sus objetivos como en sus técnicas y propósitos.
El rejuvenecimiento vaginal busca mejorar principalmente la funcionalidad y estética interna de la vagina. Se enfoca en aumentar el tono muscular, la elasticidad y la sensibilidad, contribuyendo al bienestar físico de la mujer. Puede tener fines terapéuticos, como tratar ciertos tipos de incontinencia urinaria.
En cambio, el ‘punto de oro’ o himenoplastia tiene un propósito exclusivamente simbólico y estético, dirigido a reconstruir el himen por motivos culturales, personales o sociales. No mejora la funcionalidad vaginal ni la salud íntima. Su finalidad está ligada a percepciones sobre la virginidad, y no a una necesidad médica o fisiológica.
Por qué las mujeres realizan intervenciones estéticas en sus genitales

Las creencias sociales sobre cómo “deben” lucir los genitales femeninos influyen profundamente en la decisión de muchas mujeres de someterse a intervenciones como el rejuvenecimiento vaginal o el ‘punto de oro’. Estas exigencias responden a una presión estética y sexual que busca moldear el cuerpo femenino según ideales ajenos, muchas veces irreales, impuestos por la cultura, la pornografía o las expectativas de la pareja.
A diferencia de los hombres, sobre quienes no recae la misma exigencia estética en sus genitales, las mujeres enfrentan juicios constantes sobre su “atractivo íntimo” o la “virginidad”. Esta desigualdad genera inseguridades que pueden llevar a buscar soluciones quirúrgicas para ajustarse a estándares sociales más que a necesidades médicas reales.
Estas decisiones, aunque válidas desde la autonomía personal, reflejan una carga cultural que sigue colocando el valor de lo femenino en la apariencia y la complacencia, más que en el bienestar y la autenticidad del cuerpo propio.