Marcela del Rosario Pariona Bárcena, una inmigrante peruana en Italia, vivió un momento que marcó su vida en marzo de 2023. Su bebé, Miguel Ángel, quien apenas días antes había sufrido un grave accidente, recibió el bautizo de manos del papa Francisco en el hospital Gemelli de Roma. Este acto no solo fue un milagro para ella, sino también un símbolo de esperanza en un momento de gran angustia. Sin embargo, la noticia del fallecimiento del Sumo Pontífice, tal como la relató a la agencia de noticias Reuters, sumió a Marcela en un profundo vacío y un inmenso dolor.
El vínculo de Marcela con el papa Francisco comenzó en el momento más oscuro de su vida. Miguel Ángel, su bebé recién nacido, sufrió una caída de su silla para bebé el 30 de marzo de 2023, lo que provocó un traumatismo craneal grave. Marcela, desesperada, llevó a su hijo a los hospitales de Roma, donde los médicos confirmaron que la situación era crítica.
Fue entonces cuando, en medio de su angustia, ocurrió un acto de gracia: el Papa, aún convaleciente tras una cirugía abdominal, se acercó a ellos en el hospital Gemelli. Saludó al pequeño y le administró el sacramento del bautizo, lo que Marcela consideró un milagro divino.
Un gesto que transformó la angustia en esperanza

Marcela narró a Reuters el momento exacto donde se encontró con el Sumo Pontífice: “Se acercó calmadamente, me saludó y me dijo: “Tus pecados ya están perdonados. Ven a mí. No te preocupes”. Cuando me acerqué a él, sentí un escalofrío o una sensación de vergüenza, y solo bajé la cabeza y pedí perdón.“
El momento del bautizo fue mucho más que un rito religioso. Marcela recuerda que, mientras el Papa rociaba agua bendita sobre la cabeza de Miguel Ángel, el bebé comenzó a llorar y patalear. El Papa, con su característico sentido del humor, exclamó: “Mira cómo patea el demonio”. Para Marcela, esas palabras fueron un consuelo y una señal de que su hijo estaba siendo liberado de un mal, como si un peso enorme se levantara de su alma. Luego le dio a la madre un papel que confirmaba el bautismo, con su puño y letra, y la aconsejó: “Ya es cristiano. Cuando vayas a la parroquia, di que le ha bautizado el Papa”.
“Sentí que todo el miedo que tenía desaparecía", explicó emocionada Marcela al portal ACI Prensa, quien también recordó cómo, después de la ceremonia, el médico confirmó que los coágulos de sangre en la cabeza de su hijo habían desaparecido. Para ella, el bautizo del Papa fue un milagro físico que ayudó a sanar a su hijo.
El Papa Francisco, incluso en su estado de salud vulnerable, hizo sentir a la familia peruana que no estaban solos. Marcela, profundamente conmovida por este encuentro, lo consideró un regalo divino. “Ya no sentía el miedo en mi corazón, ni la tensión en mi cuerpo. El Papa me dio esperanza”, afirmó.
El vacío tras la muerte del Papa: una partida que deja una herida profunda

Sin embargo, la partida del Papa Francisco el 4 de abril de 2025 dejó una profunda tristeza en Marcela. Al enterarse de su muerte, recordó aquel acto de generosidad y compasión del Papa, y las palabras de consuelo que le había brindado en su momento de angustia. La joven madre, en una conversación con Reuters, describió cómo la noticia la dejó con un “vacío” profundo. “Sentí un inmenso dolor, algo que no se puede explicar. El Papa Francisco no solo fue un líder religioso para mí, sino alguien que tocó mi vida de una manera muy especial”, relató entre lágrimas.
A pesar de la tristeza, Marcela expresó que su fe le dio fuerzas para seguir adelante. “Como le digo a mi hijo, ahora tienes un ángel más en el cielo para protegerte a ti y a tus hermanos”, dijo, con la esperanza de que el Papa Francisco, a pesar de su partida, siga velando por su familia desde el cielo. La llamada telefónica que recibió de Francisco, meses antes, cuando le prometió pasar tiempo con ella y su familia, quedó grabada en su memoria como un acto de humildad que jamás olvidará.
A través de este acto de fe y cariño, Marcela y su familia, aunque en duelo, siguen sintiendo la presencia espiritual del Papa Francisco en sus vidas. Para ella, el bautizo de su hijo fue un regalo de Dios, un milagro que, a pesar de la partida del Papa, seguirá siendo un pilar fundamental en su vida.