
Cada 23 de abril se conmemora el poder de los libros. En esta fecha especial, es imposible no recordar una de las formas más profundas de la literatura. La tradición poética peruana es vasta, diversa y vibrante, con voces que han sabido captar la esencia del país desde múltiples perspectivas: la identidad, la memoria, el amor y la lucha social.
Desde los versos intensos y desgarradores de César Vallejo, pasando por la mirada de Blanca Varela, hasta las propuestas frescas y desafiantes de autores contemporáneos. De esta manera, conozca cinco poemas peruanos que todo lector debería descubrir —o redescubrir— este Día del Libro. Un viaje breve, pero profundo por las palabras que siguen resonando.

Poemas recomendados
El poema de Dama de blanco de Blanca Varela es una reflexión profunda sobre la identidad, el cuerpo, la poesía y la conexión entre los seres humanos a través del sufrimiento y la experiencia compartida. El verso inicial “el poema es mi cuerpo” sugiere una fusión entre la poesía y la experiencia física del hablante.
Además, se menciona “la carne fatigada” y “el sueño el sol”, que evocan imágenes de desgaste y deseo. Esta combinación sugiere una lucha constante entre el cuerpo (la carne) y los anhelos (el sueño y la luz). El poema concluye con una imagen de la dama de blanco cayendo como nieve en el olvido, inspirada en Dickinson.
el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado

Uno de los poemas de Nilton Santiago te lleva a la meditación poética sobre el dolor, la memoria, la pérdida y la soledad, entretejida con imágenes surrealistas y un lenguaje cargado de simbolismo. A través de una escena cotidiana —una comida en casa de Andrea— el poeta construye un universo donde lo íntimo y lo colectivo se entrecruzan.
La piel es un invento de la necesidad de tocarnos
—dices, mientras pones la mesa para la cena de esta noche
cuando aún es la hora del desayuno.
Estamos en la casa de Andrea,
una especie de lágrima de azúcar del tamaño del mar.
Andrea tiene el corazón lleno de sardinas,
como lo tenía su abuela cuando era niña
y creía que la luna era un vertedero de lágrimas.
Andrea dice que en su patria las sardinas vuelan sobre las nubes
confundidos entre hipocampos y mantarrayas.
Nadie sabe por qué.
Sólo se sabe que los más pobres entre los pobres
los pescan poniendo inmensas redes entre los árboles.
Andrea continúa:
en su pueblo no sólo hay centauros en las guarderías
(que lloran cuando ven el telediario)
refugiados sirios arrojados al mar,
refugiados libaneses cayendo en paracaídas sobre las bibliotecas,
sino también que hay gente que cree
que la soledad es lo único que nos hace parecidos a las estrellas.
Andrea ha cocinado unos espaguetis frutti di mare.
La receta es de su abuela,
una vieja de casi doscientos años que ha vivido dos guerras
ha perdido tres maridos y ha sepultado a todos sus hijos bajo un cerezo.
Yo no he dicho una palabra.
El silencio se expande sobre la mesa
como las mantarrayas entre las nubes,
como el corazón de los refugiados en una morgue de hipocampos.
¿No es cierto acaso que quién conoce su corazón está enfermo?
Me dice ahora Andrea, mientras recoge los platos.
No tengo ni idea, la verdad —le respondo—,
mientras le señalo la iguana que se esconde en mi corazón.
La única verdad es la nada,
la nada es el esqueleto de Dios
—dice Andrea,
mientras chupa una valva vacía de mejillón.
Es imposible no recordar a César Vallejo con su publicación Los Heraldos Negros. El poema gira en torno a esos momentos en la vida donde el sufrimiento aparece con una fuerza desproporcionada. Golpes que no vienen de una causa visible, ni tienen una explicación racional, pero cuestiona tu “yo”.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Magda Portal es una poeta vanguardista peruana, pero su legado ha quedado marcado en la historia del Perú. Fue una mujer que, en una época profundamente machista, tomó la palabra y la calle, que no se conformó con los márgenes y abrió caminos para las mujeres que vinieron después.
Arcos es un poema de desencanto amoroso, pero no desde la queja directa; es más bien una reflexión serena y poética del dolor, donde el cuerpo siente la ausencia, la emoción se vuelve física. En uno de estos versos deja claro que es el tiempo el que se encarga de deshacer las ilusiones.
En la actualidad, muchas personas cuestionan si el amor que viven es real o una proyección emocional que está llena de expectativas, redes sociales o idealizaciones. La sensación de “amor de humo” se parece a la experiencia de los vínculos donde las emociones parecen intensas, pero carecen de compromiso.
Hoy creo todo falso
en este amor de humo
desde los dos estanques
vidriados de tus ojos
donde se inmovilizan mis pupilas
hasta la realidad emocionada
de tus dos manos infinitas
sólo es verdad la angustia de esta noche
palpable entre mis manos frías
i el llanto que me cae para adentro
i este deseo de pedir p e r d ó n
¡Ambiguas esmeraldas de mi risa!
Decoración fastuosa de mis cenefas de tristeza
como dos ojos verdes que han visto mucho el mar
i que sienten nostalgias de dormir en su seno
Bendita seas Hora
porque afirmas la angustia
de que este amor sólo es un sueño.

María Emilia Cornejo también nos lleva en un viaje real, donde la voz femenina se introduce en la literatura. La escritora es reconocida como pionera de una nueva corriente de erotismo en la poesía, se atrevió a explorar temas considerados tabú en su época.
Como tú lo estableciste es una obra íntima que habla de una mujer, pero también de muchas. Es el grito contenido de alguien que descubre, con tristeza, que vivir según el deseo ajeno puede llevarnos a una existencia vacía y solitaria.
La reflexión provoca un deseo de liberarse de la rutina diaria: “quiero acabar con mi baño de todas las mañanas, con el café pasado, con mi agenda cuidadosamente estructurada”. Estas y muchas más se encuentran en los legados que han dejado los poemas y que es necesario recordar.
sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.