Alan García: así fue cómo llegó a ser el presidente más joven en la historia de Perú y Latinoamérica

Un joven de verbo feroz y mirada ambiciosa transformó el escenario político con promesas audaces, dejando una huella que aún divide pasiones en la memoria colectiva del país.

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En los años ochenta, mientras el Perú atravesaba una profunda crisis económica y política, surgió una figura que pronto capturaría la atención del país entero. Era un joven de verbo encendido, ambicioso, con un dominio escénico inusual y una energía arrolladora.

En cada discurso, prometía un nuevo rumbo, apelaba a la justicia social y hablaba como si el destino del pueblo fuera también el suyo. Provenía de un hogar con profundas raíces políticas y creció bajo la tutela de uno de los líderes más influyentes del siglo XX. A los 36 años, ese joven se convirtió en presidente: su nombre, Alan García.

Primeros años en la política

Desde muy joven, su vida
Desde muy joven, su vida estuvo marcada por el fervor aprista. A los 12 años ya militaba en el partido, y a los 13 conoció al líder que cambiaría su rumbo político: Víctor Raúl Haya de la Torre.  (Andina)

Nacido el 23 de mayo de 1949, la historia política de Alan García comenzó a formarse en su adolescencia. A los 12 años, se unió a la Juventud Aprista, y no pasó mucho tiempo para que su entusiasmo por el partido lo llevara a participar activamente.

La primera vez que vio a Víctor Raúl Haya de la Torre, líder histórico del Partido Aprista, le causó un impacto que duraría toda su vida. Con tan solo 13 años, Alan se unió a un campamento juvenil del partido, donde conoció al que sería su gran mentor y guía, Haya de la Torre, quien vio en él un gran potencial político.

La influencia de Haya de la Torre fue crucial en los primeros años de Alan en la política. Gracias a sus consejos y enseñanzas, el joven Alan desarrolló habilidades oratorias excepcionales, que más tarde lo catapultarían a la cima. Además, creció en un hogar marcado por el activismo político, ya que su padre, Carlos García Ronceros, también estuvo vinculado al APRA y vivió la cárcel por sus convicciones.

La consolidación en la política peruana

Con verbo agudo y carisma
Con verbo agudo y carisma de tribuno, García pronto dominó la oposición. Desde la Asamblea Constituyente hasta el Congreso, su figura crecía con cada intervención encendida.  (Andina)

Alan García no solo heredó la ideología del partido, sino que rápidamente se consolidó como una de las figuras más prometedoras. En 1978, con solo 29 años, fue elegido como miembro de la Asamblea Constituyente, un espacio donde tuvo un rol clave en la creación de la nueva constitución peruana de 1979.

La muerte de Víctor Raúl Haya de la Torre en 1979 dejó un vacío en el partido, pero Alan continuó avanzando, siendo electo diputado en 1980, a los 31 años. Su habilidad para conectar con las masas, sumada a su estilo confrontacional y su elocuencia, lo posicionaron como uno de los líderes más prominentes de la oposición al gobierno de la época. Este fue el comienzo de una serie de eventos que lo llevarían a la presidencia.

El camino hacia la presidencia

El pueblo veía en él
El pueblo veía en él al salvador de la crisis. Con un estilo directo y popular, García conectó con los desfavorecidos, ganó las elecciones y se convirtió en el presidente más joven del Perú.  (Andina)

La trayectoria política de Alan García cambió radicalmente en 1982, cuando protagonizó una inesperada aparición en el Congreso durante el debate del voto de confianza al entonces presidente del Consejo de Ministros, Manuel Ulloa.

Su intervención, cargada de audacia, lo catapultó a la fama, convirtiéndolo en el diputado más conocido de la época. A partir de ese momento, García se transformó en una figura clave del Partido Aprista, siendo el principal referente de la oposición.

A través de un discurso populista que apelaba directamente a los sectores más desfavorecidos, Alan García consolidó su imagen como el candidato de cambio. Entre las que más causaron impacto en una población empobrecida debido a la crisis estaban las intenciones de nacionalizar la banca, reducir la deuda externa y subir los sueldos.

En 1985, con una campaña llena de promesas radicales, Alan se presentó como candidato presidencial, y tras un proceso electoral marcado por su carisma y su oratoria, ganó la presidencia con el 46% de los votos, convirtiéndose en el presidente más joven en la historia del país.

El impacto de su mandato

Las promesas iniciales pronto chocaron
Las promesas iniciales pronto chocaron con la realidad: hiperinflación, desabastecimiento y crisis marcaron su mandato. Pero el magnetismo de Alan García siguió vigente en el imaginario colectivo.  (Andina)

El 28 de julio de 1985, Alan García juró como presidente del Perú presentando un programa cargado de promesas audaces. En su gestión, adoptó políticas radicales, como estatizar el sistema bancario y fijar los precios de productos alimenticios y servicios esenciales.

Si bien al principio contaron con respaldo popular, estas acciones provocaron una grave crisis económica sin parangón en la historia reciente del país. La hiperinflación, que llegó a alcanzar cifras astronómicas, y la creciente escasez de productos básicos fueron algunos de los problemas más graves de su administración.

Sin embargo, su carisma seguía intacto. A pesar de los fracasos económicos, García continuó siendo una figura política de primer orden, capaz de movilizar a grandes multitudes con sus discursos emotivos.

La promesa de un cambio radical y su habilidad para conectar con las masas lo mantuvieron en la palestra, pero el caos económico y social que dejó su gestión marcaron de manera indeleble su legado.

Sin embargo, a pesar de su desastrosa gestión García Pérez siguió siendo una de las figuras b. La misma que causaba admiración y criticas la mismo tiempo. Con sus logros y fracasos, su historia es un reflejo de las luchas políticas y económicas que han definido a Perú durante el siglo XX.