
La muerte de Eurika V. O. G., una joven venezolana de 23 años, develó una vez más la presencia activa de uno de los grupos criminales más temidos de América Latina: el Tren de Aragua. La macabra escena del hallazgo de su cadáver en una maleta, el 5 de abril en el distrito limeño de Puente Piedra, no solo reveló la brutalidad del crimen, sino que también se configuró como un nuevo rastro que confirma que sus células delictivas, dedicadas a la trata de personas, se mantienen oprando en Perú.
La investigación policial, cada vez más reveladora, apunta a que la joven había caído en manos de una de las células criminales del Tren de Aragua, que la habría explotado sexualmente antes de asesinarla.
El asesinato de Eurika, madre de una niña y residente en Comas, se trataría de un crimen relacionado con la trata de personas, un delito de alto impacto que ha venido creciendo en el Perú. La joven fue secuestrada mientras viajaba en una mototaxi, lo que llevó a las autoridades a especular sobre las intenciones de los delincuentes.
La hipótesis principal sugiere que la banda criminal venezolana tenía el objetivo de obligar a la ciudadana extranjera a que siga en el negocio sexual, utilizando su vulnerabilidad como migrante.
No es un caso aislado
A la joven se pudo identificar por los tatuajes que tenía en varias partes de su cuerpo. Entre ellos destacaban la palabra “familia” en la pierna derecha, mariposas en las manos y brazos, así como otras inscripciones que la joven había mostrado orgullosamente.
La creciente evidencia apunta a que Eurika no fue un caso aislado, sino parte de un patrón que refleja el modus operandi del Tren de Aragua en Perú. Esta organización criminal, de origen venezolano, se dedica a múltiples actividades ilícitas, destacando entre ellas la trata de personas y la explotación sexual.

A lo largo de los últimos años, las autoridades han desmantelado varias facciones del Tren de Aragua, pero el caso de Eurika revela que, a pesar de los esfuerzos de la policía, las mafias siguen operando con gran capacidad y brutalidad.
Las investigaciones de la PNP señalan que la joven fue capturada bajo engaños, trasladada a Perú y, en el peor de los casos, se convirtió en una víctima más de un ciclo de explotación que atrapa a miles de mujeres migrantes, especialmente venezolanas, que buscan mejorar sus condiciones de vida en el extranjero.
Tráfico de mujeres
El Tren de Aragua ha aprovechado la situación de vulnerabilidad de estas mujeres, controlando a través de su red el tráfico de personas y sometiéndolas a condiciones de esclavitud sexual en diversas partes del país, incluyendo zonas como San Martín de Porres, Comas, Los Olivos y Puente Piedra.

El crimen de Eurika también expuso la brutalidad del Tren de Aragua, que no duda en usar la violencia extrema para mantener su dominio sobre las personas que intenta controlar. Testimonios de trabajadores sexuales en Lima revelan que aquellos que intentan escapar de la explotación enfrentan amenazas severas, e incluso, extorsión por parte de la organización criminal.
El esquema delictivo incluye el cobro de ‘multas’ a las mujeres que desean salir del círculo de la explotación sexual, lo que refuerza el control absoluto que el grupo ejerce sobre sus víctimas.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades peruanas por desmantelar al Tren de Aragua, la organización sigue activa. Recientemente, la PNP informaba sobre el supuesto desmantelamiento de la estructura del grupo, pero las declaraciones de fuentes anónimas, vinculadas al mundo criminal, han demostrado que la banda sigue operando con fuerza en el país.

El líder de la PNP, Aldo Ávila Novoa, había afirmado en unas declaraciones que el Tren de Aragua estaba desarticulado en Perú, pero la realidad en las calles es completamente diferente, según el testimonio de las mujeres víctimas.
En las últimas semanas, un testimonio anónimo difundido por medios locales reveló que, a pesar de la disminución en la cantidad de operativos policiales, la banda sigue controlando diversas “plazas” en Lima, como la 2 de Mayo, Canta Callao y Lince, donde continúan con su actividad extorsionadora.
Además, la organización ha ampliado su red de control, desafiando abiertamente a la PNP. En un video difundido en redes sociales a inicios de este año, miembros del grupo se grabaron exhibiendo armas de fuego y desafiaron a las autoridades a intervenir.

Violencia y amenaza
El Tren de Aragua también ha diversificado su actividad criminal, enfrentándose a otras bandas, como el grupo Antitren, con quienes compiten por el control de las rutas de transporte en Lima. La banda Antitren, que se especializa en extorsionar empresas de transporte, también utiliza tácticas violentas y amenazas para someter a los trabajadores a su control.
La presencia del Tren de Aragua en Perú no se limita al crimen organizado local. La organización ha logrado expandir sus tentáculos hacia otros países, con operaciones detectadas en Ecuador, Chile, Colombia, Brasil y Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos internacionales para contener su expansión, el Tren de Aragua sigue operando como una de las bandas más temidas y activas en la región.
La captura de más de 500 miembros del Tren de Aragua en Perú es un indicio de que las autoridades continúan con su lucha, pero las mafias siguen moviéndose en las sombras, adaptándose y manteniendo su influencia. A pesar de los golpes significativos, como la captura de líderes clave en cárceles de máxima seguridad, el Tren de Aragua continúa activo, y el caso de Eurika Ortiz es parte de una larga lista de víctimas que confirman que la banda no ha sido derrotada y sigue operando en el corazón de Lima y otras regiones del país.