
La corteza terrestre reposa sobre una capa de fragmentos. Estos son las placas tectónicas, las cuales se mueven a una velocidad de pocos centímetros al año, arrastrando consigo a cada continente y océano.
Por ejemplo, Sudamérica y Norteamérica se ubican sobre sus propias placas, por lo que se mueven a ritmos distintos.
Cada tantos millones de años, las placas se deslizan entre sí para formar supercontinentes y se separan para desintegrarlos. Pangea fue el último. Se constituyó hace aproximadamente 310 millones de años y comenzó a fragmentarse hace 180 millones de años.

Actualmente, la Tierra se encuentra en la fase intermedia de este ciclo, y se estima que un nuevo supercontinente podría surgir en un periodo de entre 200 y 250 millones de años.
De acuerdo con los estudios vigentes, existen cuatro posibles escenarios para la formación del próximo supercontinente: Novopangea, Pangea Ultima, Aurica y Amasia. Cada uno de estos modelos depende de las dinámicas actuales de las placas tectónicas y de cómo evolucionen los océanos Atlántico y Pacífico, los cuales desempeñan un papel crucial en este proceso.
Novopangea: el gran Atlántico

El modelo de Novopangea se basa en la continuidad de las condiciones actuales: si el Atlántico sigue expandiéndose y el Pacífico continúa cerrándose, Sudamérica podría colisionar con la Antártida, que se desplaza hacia el norte, y posteriormente unirse con África y Eurasia, que ya habrían colisionado entre sí.
Este supercontinente se formaría en el lado opuesto al de Pangea.
Pangea Ultima: un regreso al pasado

Otro posible escenario es el de Pangea Ultima, que plantea un cambio en la dinámica del Atlántico. Si la expansión de este océano se ralentiza y eventualmente se invierte, podrían desarrollarse nuevas zonas de subducción a lo largo de las costas orientales de las Américas.
Esto provocaría el cierre del Atlántico y la reunificación de América, Europa y África en un supercontinente similar al original Pangea. En este caso, el nuevo supercontinente estaría rodeado por un único y vasto océano Pacífico.
Aurica: un nuevo océano

El tercer modelo, conocido como Aurica, contempla el cierre tanto del Atlántico como del Pacífico. Para que esto ocurra, sería necesario que se desarrollaran nuevas zonas de subducción (choque de placas) en el Atlántico, un proceso que, según los científicos, podría estar comenzando. En este modelo, un nuevo océano surgiría a partir de la apertura del rift panasiático, una fractura tectónica que atraviesa Asia desde el oeste de la India hasta el Ártico.
En este caso, Australia, que actualmente se desplaza hacia el norte, ocuparía una posición central en el supercontinente, mientras que Asia Oriental y América cerrarían el Pacífico desde lados opuestos. Al mismo tiempo, Europa y África se unirían nuevamente con las Américas al cerrarse el Atlántico.
Amasia: supercontinente polar

El cuarto y último escenario, denominado Amasia, propone un destino completamente diferente para los continentes. Según este modelo, varias placas tectónicas, incluidas las de África y Australia, continúan desplazándose hacia el norte debido a anomalías en el manto terrestre que se remontan a la época de Pangea.
Este movimiento podría llevar a que todos los continentes, excepto la Antártida, se agrupen alrededor del Polo Norte, formando un supercontinente polar, donde Sudamérica y Norteamérica quedaría unidas a lo largo de una extensa frontera.
El futuro de la corteza terrestre
De acuerdo con el análisis de un equipo liderado por Hannah Davies de la Universidad de Lisboa, Novopangea es el escenario más plausible, ya que se alinea con las tendencias actuales del movimiento de las placas tectónicas.
En contraste, los otros tres modelos requieren cambios significativos en las dinámicas actuales, como la aparición de nuevas zonas de subducción en el Atlántico o la influencia de anomalías profundas en el manto terrestre.
La investigación sobre el futuro tectónico de la Tierra no solo amplía el conocimiento sobre los procesos geológicos a largo plazo, sino que también plantea interrogantes sobre el impacto de estos cambios en el clima, la circulación oceánica y la evolución de la vida.