
En la antesala de cada nacimiento se libra una batalla silenciosa. No siempre visible, pero constante. En hospitales, centros médicos y postas rurales, la salud materna y neonatal se construye día a día con decisiones médicas, seguimientos clínicos y medidas preventivas que pueden marcar la diferencia entre una vida sana y una tragedia evitable.
Este 7 de abril, bajo el lema “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, el Día Mundial de la Salud vuelve a colocar sobre la mesa una verdad incómoda: muchas muertes podrían evitarse si se detectaran a tiempo las señales de complicaciones durante el embarazo. Las herramientas existen, los protocolos también. Pero el reto sigue siendo el mismo: llegar a tiempo y llegar a todas.
En Perú, el Ministerio de Salud reforzó su llamado a priorizar el control prenatal y la realización de ecografías durante los tres trimestres del embarazo. El Instituto Nacional Materno Perinatal, centro de referencia en el país, sostuvo una postura clara: prevenir es salvar. Para eso, el sistema debe garantizar accesos, y las gestantes deben asumir un rol activo durante su proceso.
Detrás de cada cifra, hay una historia. Detrás de cada control postergado, un riesgo. En la atención materna, los errores no dan segundas oportunidades.
Una oportunidad para intervenir

Para el Dr. Erasmo Huertas Tacchino, jefe del Servicio de Medicina Materno Fetal del Instituto Nacional Materno Perinatal, el control prenatal no es una rutina burocrática: es una herramienta esencial. “Un control prenatal adecuado y ecografías en cada trimestre permiten detectar de manera temprana posibles complicaciones y planificar intervenciones oportunas que contribuyen significativamente a la reducción de problemas de salud y a salvar vidas”, explicó.
Cada etapa del embarazo cumple una función específica dentro de la vigilancia médica. En el primer trimestre, por ejemplo, la ecografía permite detectar alteraciones congénitas y predecir condiciones como la preeclampsia, la restricción del crecimiento intrauterino y el parto prematuro. Estas tres condiciones están entre las principales causas de muerte neonatal.
Durante el segundo trimestre, el enfoque clínico se amplía. En este punto, las ecografías permiten identificar embarazos múltiples, anomalías fetales que podrían requerir intervenciones intrauterinas, y también signos iniciales de preeclampsia. El seguimiento constante se vuelve clave para evitar desenlaces graves antes del parto.
En la recta final, las ecografías del tercer trimestre ofrecen información crítica sobre el crecimiento del feto. “Eso nos permite tomar decisiones sobre el método de parto más seguro”, agregó Huertas Tacchino. Esta evaluación contribuye directamente a evitar complicaciones en el nacimiento.
La atención temprana no se limita a hospitales especializados. Según el especialista, es fundamental que el primer nivel de atención —postas médicas, centros de salud— tenga la capacidad de identificar riesgos desde el inicio. “El primer nivel debe desplegar todos los esfuerzos para llevar un adecuado seguimiento y hacer las referencias oportunas para realizar una intervención temprana”, advirtió.
Las acciones preventivas no solo se basan en tecnología. La participación activa de la madre es otro de los pilares. Una alimentación balanceada, el consumo regular de ácido fólico, y la asistencia a sesiones de estimulación prenatal son parte de las recomendaciones básicas. Pero también hay que estar alerta: síntomas como dolor abdominal fuerte, sangrado o disminución de los movimientos fetales requieren atención médica inmediata.
La vigilancia constante salva vidas

Julio César Cano Loayza, médico intensivista del Instituto Materno Perinatal, explicó que el seguimiento en la etapa de gestación permite reducir riesgos de forma considerable. “La madre debe tomar con responsabilidad su etapa de la gestación y acudir puntualmente a todos sus controles, según la indicación del médico”, sostuvo. Además, remarcó que no se debe ignorar signos de alerta como fiebre, sangrado vaginal, dolor de cabeza o presión arterial alterada.
Cuando una gestante llega a la unidad de cuidados intensivos, la situación ya es crítica. “Nosotros recibimos a las gestantes en un estado crítico cuando su vida está en riesgo y nuestra labor es recuperarlas y regresarlas a la sociedad en el mejor estado posible”, relató Cano.
Pero la prevención no es una tarea solitaria. El entorno, las condiciones sociales, y el acceso a servicios juegan un papel determinante. Las cifras del Ministerio de Salud muestran un descenso del 8.3 % en la mortalidad materna durante el 2024, con 242 casos reportados. Es la cifra más baja de los últimos 24 años, pero detrás de cada número hay una historia que pudo cambiar.
Una buena salud materna también se construye desde la nutrición. El especialista del Minsa indicó que es necesario evitar la anemia y fortalecer el sistema inmunológico mediante una dieta rica en hierro, vitamina A y zinc. “Se debe consumir carnes, vísceras, sangrecita, pescados, productos que aporten ácido fólico como las carnes rojas y mariscos”, recomendó.
Asimismo, las sesiones de psicoprofilaxis desde el séptimo mes de embarazo contribuyen a reducir riesgos. Estas prácticas ayudan a preparar el cuerpo para el parto y a disminuir la probabilidad de complicaciones tanto para la madre como para el recién nacido. “Es la mejor manera de prepararse para el nacimiento”, afirmó Cano.
Este 7 de abril, el llamado se repite con fuerza: observar, actuar, prevenir. Porque la salud no empieza en la sala de emergencias, sino mucho antes, cuando aún es posible cambiar el rumbo.