La influencia de la comida chatarra en el rendimiento escolar de los niños

Con el regreso a clases, muchos padres se enfrentan a la dificultad de ofrecer alimentos saludables a sus hijos. El consumo de productos procesados, aunque práctico, tiene efectos negativos en su rendimiento académico y salud a largo plazo

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El consumo de productos procesados
El consumo de productos procesados en las loncheras escolares afecta la concentración y el aprendizaje de los niños. (Imagen ilustrativa Infobae)

Con el inicio del ciclo escolar, las preocupaciones sobre la alimentación infantil toman protagonismo en muchos hogares. Madres y padres buscan ofrecer a sus hijos loncheras saludables que favorezcan su desarrollo físico y cognitivo. Sin embargo, la falta de tiempo y la comodidad de los productos procesados obligan a muchas familias a optar por alimentos que incluyen octógonos de advertencia, los cuales son altos en azúcares, sodio y grasas. Esto no solo puede afectar la salud de los niños a largo plazo, sino también su desempeño académico.

Impacto directo en la capacidad de concentración y aprendizaje

Según Saby Mauricio, nutricionista y directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Norbert Wiener, habló para Andina y aseguró que el consumo habitual de estos productos puede generar riesgos significativos en el desarrollo académico de los menores. “Los alimentos con octógonos no solo afectan la salud a largo plazo, sino que también pueden reducir la capacidad de concentración y aprendizaje en los escolares”, destacó en diálogo con la agencia Andina.

La especialista resalta que la calidad de los alimentos que los niños consumen incide directamente en su capacidad de concentración, sobre todo en una etapa tan crucial de su desarrollo físico y mental. Durante la infancia, el cerebro está en constante crecimiento y requiere nutrientes específicos para funcionar de manera óptima. Al consumir productos procesados y altos en azúcares y sodio, los niños pueden experimentar una disminución en su rendimiento académico. “El cerebro necesita nutrientes esenciales para su desarrollo, y una dieta inadecuada puede impactar su capacidad de aprendizaje”, explicó Mauricio.

Los alimentos con octógonos de
Los alimentos con octógonos de advertencia pueden disminuir el rendimiento académico de los estudiantes. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Consecuencias de una mala alimentación: fatiga y desinterés escolar

La nutricionista señaló que una mala alimentación no solo afecta la concentración, sino que también puede provocar fatiga y deshidratación, lo que repercute negativamente en el comportamiento de los niños. Esto puede generar irritabilidad y desinterés en las clases, dificultando su interacción con el contenido educativo. “Es fundamental comprender que lo que consumimos impacta en cómo nos sentimos y, en este caso, en cómo los niños se desempeñan en la escuela”, comentó.

Riesgos a largo plazo: obesidad y enfermedades metabólicas

El consumo excesivo de productos procesados no solo afecta el rendimiento escolar, sino que también pone en riesgo la salud a largo plazo de los niños. El alto contenido de azúcar en estos alimentos está vinculado al desarrollo de obesidad y enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2. Además, el exceso de sodio en los productos procesados puede generar problemas en los riñones y aumentar el riesgo de hipertensión en la adultez.

“Desde pequeños debemos acostumbrarnos a leer etiquetas y evitar productos con octógonos de advertencia. Es una medida preventiva que ayudará a nuestros hijos a crecer saludables”, recomendó Mauricio.

Productos procesados: el mayor desafío en la alimentación escolar

Uno de los mayores obstáculos en la alimentación escolar son los productos procesados, como galletas, jugos envasados y snacks empaquetados. Estos alimentos son atractivos por su practicidad y facilidad de adquisición, pero su contenido de azúcares simples y grasas de baja calidad no contribuye al desarrollo adecuado de los niños.

La alimentación escolar influye directamente
La alimentación escolar influye directamente en la capacidad de concentración y el comportamiento de los niños. - Grok

Mauricio destacó que las calorías provenientes de estos productos no aportan nutrientes esenciales. “Un niño que consume 200 calorías de azúcar no está recibiendo las proteínas ni las grasas saludables necesarias para su desarrollo cerebral. Es como si no estuviera comiendo”, explicó.

Además, los productos con exceso de sodio pueden generar deshidratación, lo que afecta tanto el estado físico como la concentración de los niños. “Cuando un niño está deshidratado, puede sentirse cansado más rápidamente, sudar en exceso e incluso desmayarse en clase”, agregó la nutricionista.

Alternativas saludables para las loncheras escolares

A pesar de la popularidad de los productos procesados, existen opciones rápidas y saludables que los padres pueden incluir en las loncheras escolares. Mauricio sugiere tres componentes esenciales para cada lonchera:

  • Proteínas: alimentos como yogurt natural, queso fresco, huevos o frutos secos ayudan al desarrollo muscular y refuerzan las funciones cerebrales.
  • Carbohidratos: panes integrales, galletas de avena caseras o quinua aportan energía sostenida sin causar picos de azúcar.
  • Frutas y grasas saludables: frutas frescas como mandarina, plátano o arándanos, además de grasas saludables como la palta, aceitunas o frutos secos.

“Estas opciones no solo son saludables, sino también fáciles de preparar. No es necesario invertir mucho tiempo, en menos de cinco minutos se puede armar una lonchera equilibrada y variada”, aseguró la especialista.

Si el presupuesto es ajustado, Mauricio recomienda optar por frutas de temporada, que varían según la estación del año, y son una alternativa económica y saludable.

El rol de los padres en la educación alimentaria

Un aspecto fundamental en la alimentación infantil es el ejemplo de los padres. Los niños tienden a imitar los hábitos alimenticios de sus familias, por lo que si en casa se consumen productos procesados, es más probable que los pequeños los prefieran. Mauricio sugirió que los padres involucren a sus hijos en la planificación de sus loncheras, permitiéndoles elegir opciones saludables de una lista predeterminada. Esto no solo facilita la aceptación de cambios en la dieta, sino que también educa a los niños sobre la importancia de una alimentación balanceada.

“Si les explicamos de manera sencilla cómo los alimentos nos ayudan a crecer y aprender mejor, ellos mismos empezarán a elegir opciones más saludables”, concluyó Mauricio.