
El crimen organizado encontró un nuevo objetivo: las funerarias. Lo que antes parecía impensable ahora es una realidad que estremece al sector funerario en el Perú. El pago de cupos ya no solo afecta a comerciantes, transportistas o empresarios, sino que también alcanza a quienes trabajan con la muerte. El fenómeno extorsivo no conoce límites y ha llegado al punto de amenazar a quienes se encargan de dar el último adiós a las personas.
Los dueños de funerarias, maquilladores de cadáveres, cargadores de ataúdes y cocheros de carrozas fúnebres son ahora las víctimas de organizaciones criminales que exigen pagos periódicos a cambio de permitirles operar. Rosa Aranzábal, una empresaria funeraria, decidió romper el silencio y denunciar el infierno que viven quienes se dedican a esta actividad.
“Las autoridades saben. Saben de dónde viene todo esto y no hacen nada. Al final, creo que yo voy a terminar en uno de estos sitios”, afirmó Rosa en una declaración para Panorama, quien durante tres años viene sufriendo amenazas constantes, atentados y la quiebra de sus negocios debido a la presión criminal.
El terror en las funerarias

Los videos con amenazas personalizadas, audios intimidantes y mensajes enviados a los teléfonos de los funerarios se han convertido en parte de la rutina del gremio. “Mira, acá la solución es el dinero. Alinéate con mi organización. De lo contrario, te haremos volar tu local. Tienes 24 horas para comunicarte”, se escucha en uno de los mensajes enviados a un empresario del rubro.
La empresaria cuenta cómo los extorsionadores la asediaban día y noche. “Me enviaban videos donde mostraban armas, donde se veía cómo ejecutaban a personas. Todo con la intención de intimidarme”, relata. La exigencia económica comenzó con 2 mil soles y luego subió a 5 mil y 10 mil soles. Para un negocio golpeado por la pandemia y con poca estabilidad económica, era imposible sostener ese nivel de pagos.
La situación llegó a tal extremo que algunas funerarias optaron por operar en la clandestinidad, sin señalización ni direcciones visibles, para evitar ser detectadas por las bandas criminales. “Yo conozco a muchos que están pagando y viviendo bajo amenaza. Otros prefieren esconderse. Cuando nos llaman, no sabemos si es un cliente o un delincuente”, cuenta Rosa.
El cambio en los códigos criminales

Antiguamente, las organizaciones delictivas respetaban ciertos códigos, especialmente en relación con la muerte y la religión. Sin embargo, eso ha cambiado. La violencia extrema ha modificado la forma en que los criminales se relacionan con la sociedad. “Ya no hay códigos. Antes, por lo menos, respetaban ciertos espacios. Ahora solo ven ingresos”, señaló Rosa.
El exviceministro del Interior, Julio Corcuera, advierte que el país está atravesando una transformación criminal similar a la que ocurrió en Trujillo, donde la extorsión se normalizó como una actividad delictiva cotidiana. “Nos hemos trujillanizado. Aquí todos pagan, aunque sea un sol diario. No importa la cantidad, lo que buscan es que el negocio se someta”, explica.
En algunos casos, las funerarias han tenido que encargarse de enterrar a los propios delincuentes. “Nosotros hemos sepultado a muchos de ellos. Les hacíamos los funerales como querían, con su música, su cortejo, todo como lo exigían. Y aun así, nos extorsionan. No entiendo qué piensan, si creen que las funerarias son una mina de dinero”, comenta un empresario del sector.
La exigencia de soluciones urgentes

El temor no solo afecta a los dueños de funerarias, sino a todos los trabajadores que dependen de esta actividad. “Mañana me matan y ya viví, pero mis colegas son jóvenes, tienen hijos, tienen familias. ¿Qué quieren? ¿Que dejen el país? ¿Que se conviertan en delincuentes? No sé qué buscan las autoridades”, dice Rosa con indignación.
Una de las principales demandas del gremio funerario es la regulación en la venta de chips telefónicos, ya que la mayoría de las amenazas y extorsiones se realizan a través de celulares con líneas adquiridas de manera informal. “La muerte nos va a llegar, pero debe ser de forma natural, no porque nos maten por trabajar”, enfatiza Rosa.
Mientras tanto, la posibilidad de una huelga funeraria a nivel nacional toma fuerza. La idea de que, por un día, no se realicen entierros ni servicios funerarios podría ser una forma de visibilizar el problema. “Si esto sigue así, quizás no haya más funerarias en el futuro. O las que queden estarán condenadas a vivir bajo la sombra de la extorsión”, advierte Rosa.
Líneas de emergencia
El Gobierno lanzó la Central 111 de la Policía Nacional del Perú, un servicio gratuito y confidencial disponible las 24 horas del día para denunciar extorsiones y recibir protección inmediata. Esta línea está interconectada con la Central de Emergencias 105, y permitirá a los ciudadanos aportar pruebas como audios y videos.
También tienes las opciones de llamar a los siguientes números:
- Línea 1818: Teléfono de emergencia para reportar extorsiones.
- Celular 942841978: Contacto directo para denuncias de este tipo.
- Comisarías: Puntos de denuncia en cada distrito.
- Departamentos de Investigación Criminal (Depincri): Unidades especializadas en delitos como la extorsión.
Otros números de emergencia
- Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú: 116
- Centro de Emergencia Mujer: 100
- SAMU (Servicio de Atención Móvil de Urgencia): 106
- Hospital Nacional de Emergencias: 113