El Cabo Nonone: El policía gigante que patrulló Lima en los años 50 y le negó el paso a un presidente de la república

Su estatura sobrepasaba los dos metros, pero lo que realmente lo hacía grande era su temple y carisma. En los años 50, su sola presencia bastaba para imponer respeto.

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La imponente figura de un policía de dos metros en los años 50 quedó grabada en el corazón de los limeños como un emblema de seguridad y empatía en los barrios capitalinos   (USMP)

En la historia de Lima, donde se entremezclan personajes curiosos y entrañables, hay uno que se alza, literal y figuradamente, sobre los demás.

Se trata de Reynaldo Nonone Vivanco, más conocido como el Cabo Nonone, un hombre que no solo impresionó con su imponente estatura de más de dos metros, sino que también se ganó el respeto y el cariño de los limeños en la década de 1950. Su figura, mezcla de autoridad y simpatía, lo convirtió en un ícono de la policía de aquellos tiempos.

Un gigante en la policía

En los años 50, un
En los años 50, un policía de más de dos metros patrullaba Lima con autoridad y carisma, convirtiéndose en una leyenda urbana. (Lima, La Unica)

Reynaldo Nonone Vivanco ingresó a la Policía de Investigaciones del Perú en los años cincuenta, una época en la que la seguridad en Lima se manejaba con un equilibrio entre el rigor y la cercanía con la comunidad.

Desde el primer momento, su presencia llamó la atención: su altura y corpulencia lo hacían destacar entre sus compañeros y provocaban una reacción inmediata en la gente. No se trataba solo de su tamaño, sino de la mezcla de seriedad y carisma con la que desempeñaba su trabajo. Era, en el sentido más puro, un guardián de la ciudad.

Se cuenta que su sola presencia era suficiente para disuadir a delincuentes y alborotadores. Su figura imponente se volvía una barrera infranqueable para quienes intentaban desafiar la ley.

Sin embargo, a pesar de su aspecto intimidante, quienes lo conocieron lo describen como un hombre afable y respetuoso, que se tomaba su labor con seriedad pero sin perder la humanidad. Su trato con la gente era cercano, y no faltaban las anécdotas de niños y adultos que se le acercaban con curiosidad.

Un personaje querido por Lima

Los niños lo miraban con
Los niños lo miraban con asombro, los adultos lo respetaban y los maleantes lo evitaban: así era el Cabo Nonone en las calles de Lima. (USMP)

El Cabo Nonone no solo se hizo famoso por su labor policial, sino también por la fascinación que generaba su presencia. En una Lima donde la vida urbana transcurría entre tranvías y plazas llenas de vendedores ambulantes, su figura se volvió un punto de referencia.

Se dice que los niños lo observaban asombrados y que algunos incluso le pedían que los alzara con sus enormes manos para ver la ciudad desde su altura.

Las calles de Lima fueron su patrullaje habitual, y su nombre se convirtió en sinónimo de seguridad. Pero más allá de la disciplina que imponía, también era un hombre de anécdotas. Se cuenta que una vez, en la Plaza San Martín, un grupo de traviesos intentó desafiarlo con bromas y gritos.

Nonone, sin perder la compostura, los miró desde su imponente altura y con una sola palabra logró que se disiparan en cuestión de segundos. “No necesitaba usar la fuerza, su sola mirada bastaba”, recuerdan quienes vivieron esa época.

El Cabo Nonone y el presidente Prado

Ni siquiera el presidente Prado
Ni siquiera el presidente Prado Ugarteche pudo desafiar la ley cuando el Cabo Nonone le cerró el paso en pleno centro de Lima. (Andina)

Un buen día, el presidente Manuel Prado se dirigía a Palacio de Gobierno cuando su chofer intentó tomar un atajo por el jirón Conde de Superunda, en dirección prohibida. La vía parecía despejada, pero en la intersección con el jirón Camaná, una imponente silueta se interpuso en su camino. Era el Cabo Nonone, el agente más alto de la Policía de Investigaciones del Perú, conocido por su férrea disciplina.

Con una señal firme, el policía ordenó detener el automóvil. El conductor bajó y, en tono airado, exigió paso inmediato. “Es el Presidente de la República, apártese”, espetó. Sin inmutarse, Nonone replicó: “Si es el Presidente, con mayor razón debe respetar la ley. No está permitido circular en sentido contrario”.

Ante la inesperada respuesta, Odría descendió del vehículo y, en lugar de recriminarlo, extendió la mano al cabo en reconocimiento a su integridad. Desde ese día, cada vez que encontraba al gigante policía en su ruta, el mandatario se detenía a saludarlo.

El recuerdo de un grande

Su imagen aún circula en
Su imagen aún circula en viejas fotografías y relatos, un gigante de uniforme que marcó la historia limeña. (USMP)

Con el paso de los años, el Cabo Nonone se retiró de la Policía, dejando detrás una estela de respeto y gratitud. Lima cambió, la modernidad transformó sus calles, pero su figura quedó en la memoria de quienes lo conocieron o escucharon hablar de él.

Hoy, en la era digital, su imagen sigue despertando curiosidad y admiración en redes sociales y foros de historia limeña. Fotografías de época muestran a un hombre de uniforme, con porte firme y una expresión que mezcla autoridad y amabilidad.

Aquellos que fueron niños en los años cincuenta y sesenta aún recuerdan la impresión que les causaba verlo en las calles. “Era un gigante de buen corazón”, dicen algunos.

El Cabo Nonone fue más que un policía alto. Fue un personaje que representó una Lima de valores y respeto, donde la ley no solo se imponía con autoridad, sino también con el ejemplo. Su historia, que podría parecer un cuento de antaño, sigue viva en las anécdotas de quienes alguna vez lo vieron patrullar las calles, imponente como un guardián de la ciudad.