Cada año, miles de personas se congregan en Ayacucho para participar en una de las celebraciones más imponentes de la Semana Santa en el Perú. Esta festividad, que ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación, destaca por su fusión entre lo religioso y lo cultural, atrayendo a fieles y visitantes que buscan vivir una experiencia única. Este 2025, las actividades comenzarán el 13 de abril, Domingo de Ramos, y se extenderán hasta el 20 de abril, Domingo de Resurrección.
Ubicada en la sierra sur del país, la ciudad de Huamanga es conocida por su profundo fervor católico, reflejado en sus 33 iglesias coloniales, las cuales se convierten en el epicentro de las actividades litúrgicas y procesionales. Durante estos días, sus calles se transforman en escenarios de manifestaciones de fe, con misas, peregrinaciones y actos simbólicos que han trascendido generaciones.
El inicio con el Domingo de Ramos
Las celebraciones comienzan con el Domingo de Ramos, jornada en la que se recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Desde tempranas horas, la población se congrega en las principales parroquias para la bendición de palmas y ramas de olivo, un acto que simboliza la bienvenida a Cristo.

En la tarde, la atención se centra en la procesión del Señor de Ramos, que parte desde el monasterio de Santa Teresa. La imagen de Cristo montado en un burrito es acompañada por cientos de devotos que entonan cánticos en quechua mientras recorren las calles de la ciudad.
El Miércoles del encuentro: una escenificación con arraigo
Uno de los momentos más esperados de la Semana Santa ayacuchana es el Miércoles del Encuentro. Esta jornada destaca por la representación de la “Procesión del Encuentro”, en la que se recrea el emotivo momento en que la Virgen María, San Juan y La Verónica se encuentran con Jesús camino al calvario.
Las calles de Huamanga se engalanan con alfombras de flores, un arte efímero elaborado por los propios ciudadanos para embellecer el paso de las andas. Esta escenificación, que convoca a cientos de personas, es considerada uno de los actos más conmovedores de la festividad.
Jueves Santo: devoción y recogimiento
El Jueves Santo se distingue por el silencio de las calles, ya que este día no se realizan procesiones. La jornada está dedicada a la celebración de la misa de consagración de los santos óleos, así como a la adoración eucarística en las diferentes parroquias y capellanías.
Entre las tradiciones más arraigadas de este día está el lavado de pies a doce personas de escasos recursos, un gesto que rememora el acto de humildad de Jesús con sus discípulos. Asimismo, muchas familias participan en el recorrido de los siete templos, una costumbre que refuerza el sentido de penitencia y reflexión en esta fecha.
Viernes Santo: la crucifixión y la conmoción popular
El Viernes Santo es una de las jornadas más intensas de la Semana Santa en Ayacucho. Desde la mañana, se llevan a cabo misas y actos litúrgicos que recuerdan la pasión y muerte de Cristo. En horas de la tarde, la ciudad se sumerge en un ambiente de profundo recogimiento con la escenificación de la crucifixión.

El punto culminante es la procesión del Santo Sepulcro, que recorre las principales calles de Huamanga en medio de oraciones y cánticos fúnebres. Durante este acto, los participantes acompañan el anda iluminada con cirios, creando una atmósfera de respeto y devoción.
Sábado de Gloria: preparativos para la resurrección
El Sábado de Gloria marca un momento de transición entre el duelo y la esperanza. En la mañana, cientos de fieles participan en la peregrinación mariana al santuario de Quinuapata, un acto de fe dedicado a la Virgen María.
Mientras tanto, los mayordomos del Señor de Pascua de Resurrección se encargan de recoger los adornos florales y preparar la monumental imagen que se exhibirá al día siguiente. La expectativa crece conforme avanza la jornada, ya que todos aguardan la llegada del gran día.

Domingo de Resurrección: el momento cumbre de la festividad
El clímax de la Semana Santa en Ayacucho se vive el Domingo de Pascua de Resurrección. En la madrugada, la ciudad despierta con el repique de campanas y el estallido de fuegos artificiales que anuncian la resurrección de Cristo.
La imagen del Cristo resucitado, elaborada en cera y eucalipto, es transportada en una estructura monumental iluminada que recorre la Plaza Mayor de Huamanga en medio de la algarabía general. Este momento simboliza la victoria de la vida sobre la muerte y congrega a miles de personas que celebran con cantos y expresiones de alegría.