
En la obra de Katya Adaui han predominado los protagonistas varones por su interés en “pensar al hombre no como quien tiene el poder, sino en el instante en que lo pierde”. Su distancia con la ternura, dulzura y vulnerabilidad que también habita en ellos la llevó a explorar estos aspectos arrinconados. “Un nombre para tu isla” (Páginas de espuma, 2025) ha roto con esa “tradición” y destaca por una notoria presencia femenina que, en memorables casos, comparte la atención con un varón.
Creo que no he sido el único que ha destacado el segundo cuento del libro, “Isla grande”, donde un escenario tropical termina siendo tormentoso tanto en lo meteorológico como en lo emocional. La narración iba de la mano con la lluvia que caía sobre el techo como disparos.
No hay nada más incómodo que la gota de lluvia sobre el techo de calamina. Cuando pensaba en la lluvia me interesaba cómo las fuerzas naturales pueden ser contradictorias con el estado climático del alma. No porque llueva, los personajes están llovidos o a la intemperie, me gusta que se sientan al sol.
¿Por qué este cuento ha destacado frente a los otros seis?
Hay que pensar que no nos identificamos con el personaje sino con sus conflictos. El tema del amor, desamor, encuentro y desencuentro es quizás más universal. Los otros cuentos tienen su particularidad y extrañeza, pero las vacaciones interrumpidas por el desasosiego, gente que intenta sobreponerse al dolor o que toma malas decisiones son escenarios en los que hemos estado.
Los lectores peruanos conocemos muy bien el escenario de “El arte de perder”, sobre todo en estos años que sentimos que nos están robando todo. ¿Qué tan consciente fue la decisión de utilizar un problema vigente en el cuento?
Como escritora no soy ajena a mi paisaje, a lo que sucede en mi país sobre todo por ser una narradora que bebe del realismo. El mismo día que regresé a Lima desde Buenos Aires me robaron y fue tan suave que pensé en ese “arte” de quitarte algo sin que te des cuenta. Cuando tienes el alma entre dos ciudades, pasa que esos paisajes decantan en la escritura.

¿Es momento de matar al padre en la literatura peruana? En sentido figurado, claro, al tratarse de Mario Vargas Llosa.
Las escritoras lo hemos matado hace muchísimo tiempo porque nos abrimos a otras lecturas. Creo que a muchos varones les falta matarlo.
Lo preguntaba porque, a propósito de la publicación de su biografía política, se ha resaltado la falta de compromiso de quienes hoy publican en el Perú.
Creo que a los escritores o escritoras se nos debe pedir que escribamos bien. Quien quiera participar, es su decisión. Cada quien tiene sus motivos y razones, pero no es una obligación. Yo no puedo separar mi corazón de mi ser político, pero tampoco puedo escribir panfletariamente. Mis intereses van a quedar como un puquio que da cuenta de lo que me preocupa, pero mi escritura no va a abrazar una ideología o defender una causa porque va a quedar mal.
Lo panfletario suele estancarse en lo superficial de una historia.
Cuando una está preocupada por la naturaleza, el país o el otro, esa mirada va a reflejarse en la escritura. No tiene que ver necesariamente con la profundidad del personaje, sino del escritor. ¿Quién soy yo para acosar al otro y decirle que se comprometa? En la vida y la escritura son decisiones que el otro toma.
¿Qué decisiones complicadas te ha tocado tomar?
Renunciar a un trabajo estable, a un sueldo fijo, irme fuera a estudiar y vivir una vida en consecuencia. No vivo de escribir, pero vivo escribiendo. Todos mis trabajos tienen que ser alrededor de la escritura.

En el Perú no nos hemos liberado de una idea superficial de lo que debería ser un escritor. ¿Hacia dónde apuntar?
Escribir no tiene nada que ver con el glamour, ni viajes, ni entrevistas. Escribimos para no tener que hablar más, pero habitamos esta contemporaneidad donde al salir nuestro libro tenemos que dar la cara como si ya no hubiésemos puesto dos años de nuestra vida ahí. Cuando alguien dice que quiere la vida de escritor tiene que tener en cuenta la incomodidad de la silla y las horas de silencio. La escritura no es un único libro, sino la construcción de una obra con la ilusión de que cada libro sea mejor que el anterior.
Los editores son otro grupo de profesionales carentes de espacios para formarse.
Los editores y editoras son gente muy especial porque su ego está dedicado a entender y acompañar al otro. Tienen un pie en lo literario y el otro en lo comercial. Encontrar un buen editor es encontrar el grano de café que nunca nadie probó. ¿Qué agradezco a un editor? Que no te deje en la incertidumbre, que se comunique, responda, sea directo y deje las cuentas claras.
¿Qué tanta vigencia tienen los críticos?
¿Cómo no van a tener vigencia? El tema es que debe haber espacio para la crítica. Quizás se han perdido las secciones culturales porque habitamos la época en la que todos pueden reseñar y criticar todo, desde el baño del hospital, el libro, la película y todo. Así como Instagram no te hace fotógrafo, escribir tu reseña no te hace crítico.

También es la época en que todos pueden publicar.
Por eso necesitamos la mirada crítica. No todo es arte. No todo lo que le guste a todo el mundo es arte. Yo veo mi oficio como algo artesanal, lo pienso siempre para no olvidarme que lo que hago es chiquito y no sirve a nadie.
Aunque tu libro representa un porcentaje ínfimo frente a los publicados en toda la historia de la literatura y ni qué decir frente a la historia de la humanidad, lo has escrito por una razón y, sin saberlo o quererlo, puede tocar a millones de personas.
La pandemia nos enseñó que los que tuvieron acceso a un poco de música, libros y deporte la pasaron mejor. Alfabetizarnos y leer nos permite imaginar un mundo mejor. Cuando no te puedes ir de un lugar, leer te saca de ahí. Solo por eso ha valido la pena que exista el libro. A veces los libros nos permiten imaginar un mundo mejor al que nos ha tocado vivir, pero no digo que sea el único medio para conseguirlo. Es parte de lo que llamamos cultural, venida a menos, pero que nos alegra y emociona la vida.
Un nombre para tu isla

Autora: Katya Adaui
Editorial: Páginas de espuma
Año: 2025
Páginas: 113
Precio: S/ 75.00