¿Por qué el cielo de la Luna es negro y el de la Tierra es azul?

Una reciente grabación mostró que el cielo lunar mantiene el mismo color sin importar el día, el crepúsculo o la noche.

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La nave Blue Ghost registró este 'atardecer' en el satélite. Asimismo, una toma más amplia muestra a la Tierra tan brillante como una segunda estrella. (Firefly Aerospace)

El pasado domingo 16 de marzo, la nave ‘Blue Ghost’, desarrollada por la compañía Firefly Aerospace en colaboración con la NASA, grabó un video de una puesta de sol en la Luna, lo que ningún astronauta ha podido presenciar directamente, ya que ese momento precede a una brusca caída de la temperatura.

Uno de los aspectos más destacados de la vista del Sol desde la Luna es el cielo negro, lo que en la Tierra es característico de la noche, mientras que nuestros días despejados son azules.

¿A qué se debe que el cielo lunar sea del mismo color sin importar el día o la noche?

La atmósfera terrestre y la dispersión de la luz

La atmósfera terrestre es un componente fundamental para el color del cielo que percibimos. Esta capa de gases que rodea la Tierra está compuesta principalmente de nitrógeno (78%), oxígeno (21%), y trazas de otros gases como dióxido de carbono, argón y vapor de agua. Además de estos gases, contiene partículas de polvo, gotas de agua y otras impurezas.

A su vez, la luz solar que llega a la Tierra está formada por un espectro de colores, cada uno con diferentes longitudes de onda: desde el rojo (longitud de onda más larga) hasta el violeta (longitud de onda más corta).

Cuando la luz se refracta
Cuando la luz se refracta y refleja en las gotas de agua suspendidas en la atmósfera, se observan todos sus colores del espectro visible: un arco iris.

Cuando la luz solar entra en la atmósfera terrestre, interactúa con las moléculas de gases y partículas presentes. Este fenómeno se llama dispersión Rayleigh: la luz azul, que tiene una longitud de onda más corta, se dispersa más eficazmente que las demás.

Así, los rayos de luz azul se dispersan en todas direcciones, lo que causa que el cielo aparezca de ese color para quienes se encuentran en la superficie de la Tierra. En tanto, cuando el Sol está más cerca del horizonte (amaneceres y atardeceres), la luz atraviesa una mayor cantidad de atmósfera, lo que dispersa las longitudes de onda rojas y anaranjadas.

La Luna: sin atmósfera y sin dispersión

En contraste, la Luna carece de una atmósfera significativa. Su falta de gases y partículas que puedan interactuar con la luz solar hace que esta se comporte de manera diferente.

Cuando la luz solar llega a la Luna, incide directamente sobre la superficie sin dispersarse, lo que hace que el cielo lunar mantenga el mismo color que el espacio exterior, completamente negro.

Imagen captada por la 'Blue
Imagen captada por la 'Blue Ghost' antes de su alunizaje. (Firefly Aerospace)

Esto se debe a que no hay partículas o gases que puedan interactuar con la luz en el cielo, sin importar que sea de día o de noche.

No obstante, la superficie lunar sí refleja la luz del Sol, ya que el polvo y las rocas en la Luna son altamente reflectantes, lo suficiente para ser iluminada intensamente. Esto es evidente en la Tierra durante las noches de luna llena (el día en la cara visible de nuestro satélite natural).

Cuando una nave espacial observa la Luna desde su órbita, se ve claramente su superficie, a diferencia de los planetas con atmósfera, como la Tierra, Venus o Júpiter, los cuales exhiben una densa capa de nubes en su exterior.