
Los nombres de los días de la semana tienen raíces profundas en la historia de la humanidad. Su origen se encuentra en la observación de los astros por civilizaciones antiguas como los babilonios, quienes asociaron cada día con un cuerpo celeste.
Con el tiempo, griegos y romanos adoptaron este sistema, vinculándolo con sus dioses. Posteriormente, el cristianismo influyó en algunas denominaciones, mientras que las lenguas germánicas incorporaron sus propias deidades.
A pesar de estos cambios, el esquema semanal de siete días se ha mantenido en la mayoría de las culturas, reflejando el legado de la astronomía y la mitología.
La influencia babilónica

El sistema de los siete días de la semana proviene de la observación de los astros en la antigua Babilonia. Los babilonios identificaron siete cuerpos celestes visibles a simple vista: el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno.
Consideraron que estos astros ejercían una influencia sobre la Tierra y organizaron su calendario, asignando a cada día el nombre de uno de ellos.
La disposición de los días no fue arbitraria. Se cree que los babilonios basaron su calendario en el ciclo lunar, que dura aproximadamente 28 días. Dividieron este ciclo en cuatro fases de siete días cada una, dando lugar a la estructura semanal que aún usamos.
La adopción del sistema en el mundo grecolatino

Los griegos tomaron esta concepción y la vincularon con sus propios dioses. Posteriormente, los romanos incorporaron el modelo babilónico y adaptaron los nombres de los días a su organización. Así, cada día pasó a estar dedicado a una deidad romana asociada a un astro:
- Lunes (Lunae dies): Día de la Luna, asociado con la diosa Selene en la mitología griega y con Luna en la romana.
- Martes (Martis dies): Día de Marte, el dios de la guerra, vinculado con el planeta rojo.
- Miércoles (Mercurii dies): Día de Mercurio, el dios del comercio y los viajeros.
- Jueves (Iovis dies): Día de Júpiter, el dios supremo del panteón romano.
- Viernes (Veneris dies): Día de Venus, diosa del amor y la belleza.
- Sábado (Saturni dies): Día de Saturno, una de las deidades más antiguas de Roma.
- Domingo (Dies Solis / Dominicus dies): Originalmente, “Día del Sol”, en honor al astro rey, más tarde cristianizado como “Día del Señor” (Dominicus dies).
La transformación en la tradición cristiana
Con la expansión del cristianismo en el Imperio Romano, se modificó la denominación de algunos días. El caso más evidente es el del domingo. En lugar de hacer referencia al Sol, la Iglesia lo nombró “Día del Señor” (Dominicus dies), enfatizando su significado religioso.
Asimismo, en algunos idiomas como el portugués y el gallego, la influencia cristiana cambió el nombre de varios días. En estos casos, los nombres de martes a viernes se transformaron en referencias numéricas basadas en la liturgia cristiana.
La influencia germánica y su huella en el inglés

Mientras que en las lenguas romances predominó la influencia latina, en las lenguas germánicas los nombres de los días adoptaron equivalentes de los dioses nórdicos:
- Monday (Lunes): Asociado con la Luna.
- Tuesday (Martes): Relacionado con Tiw, el dios de la guerra germánico, equivalente a Marte.
- Wednesday (Miércoles): En honor a Odín (Woden), similar a Mercurio en su papel de viajero y guía.
- Thursday (Jueves): Dedicado a Thor, dios del trueno, equiparado con Júpiter.
- Friday (Viernes): Vinculado a Frigg o Freyja, diosas del amor, como Venus.
- Saturday (Sábado): Conserva su origen romano con Saturno.
- Sunday (Domingo): Referencia al Sol, aunque en contextos cristianos se mantuvo el “Día del Señor”.
Las variaciones en distintas culturas
En otras partes del mundo, el esquema de siete días de la semana también se adoptó, aunque con diferencias lingüísticas y culturales. En el mundo islámico, por ejemplo, los nombres de los días reflejan una numeración secuencial, y el viernes es el día sagrado dedicado a la oración.
En China y Japón, los nombres de los días también están relacionados con los planetas, pero su sistema de escritura y su interpretación astrológica presentan particularidades propias.