
La humedad es uno de los problemas ambientales más comunes en Lima. La capital peruana experimenta niveles elevados de humedad durante la mayor parte del año, debido a su proximidad al mar y la presencia de vientos húmedos. Este fenómeno afecta tanto a las viviendas como a los espacios públicos, favoreciendo la acumulación de humedad en paredes, techos y suelos, lo que crea un entorno ideal para el crecimiento del moho.
El moho es un hongo que prospera en ambientes húmedos, y su presencia en Lima puede causar serios inconvenientes tanto en la infraestructura como en la salud. Las superficies expuestas a la humedad constante pueden deteriorarse con el tiempo debido a la acción del moho, y las personas que habitan en esos lugares pueden experimentar problemas respiratorios, alergias e irritaciones. Además, el moho es más común en ciertos distritos de la ciudad, donde las condiciones climáticas y geográficas favorecen su proliferación.

¿Cuáles son los distritos más propensos a sufrir moho?
En Lima, existen diversos distritos que presentan condiciones ideales para la proliferación del moho, sobre todo durante los meses de verano, cuando la humedad relativa alcanza niveles elevados. Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), distritos como San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres y Carabayllo son particularmente vulnerables, ya que estos lugares pueden alcanzar niveles de humedad relativa de hasta el 100%. La alta humedad en estas zonas favorece el crecimiento del moho, especialmente en los meses más cálidos del año.
Otros distritos que experimentan condiciones propicias para la aparición de moho incluyen Ancón, Puente Piedra y La Molina. Aunque estos lugares registran temperaturas más elevadas, la humedad sigue siendo un factor clave para la proliferación de hongos. En particular, las áreas cercanas al mar, como Chorrillos y Barranco, también están expuestas a un alto nivel de humedad debido a la brisa marina.

Al cierre de esta edición, los distritos de Chorrillos, Santiago de Surco y Jesús María superan el 80% de humedad, lo que favorece la proliferación de moho. En tanto, Ancón, Puente Piedra, Carabayllo y La Molina superan el 60%, mientras que San Juan de Lurigancho alcanza el 54%, lo que también genera condiciones propicias para la acumulación de humedad en viviendas y espacios públicos.
Consecuencias graves para la salud debido al moho
El moho no solo afecta la apariencia de los espacios, sino que también puede tener graves consecuencias tanto en la estructura de las viviendas como en la salud de los habitantes. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) advierte que el moho puede dañar materiales de construcción como madera, yeso y tejidos. Este daño puede ser particularmente grave en áreas como techos y paredes, donde el moho puede debilitar las estructuras y causar costos adicionales en reparaciones.
En cuanto a la salud, la EPA también subraya que la exposición a las esporas de moho puede causar una variedad de problemas respiratorios. Las personas que inhalan estas esporas pueden experimentar tos, congestión nasal, picazón ocular, estornudos y otros síntomas de alergia. Para aquellos con asma o problemas respiratorios preexistentes, el moho puede agravar sus condiciones y desencadenar ataques de asma o complicaciones pulmonares. Incluso aquellos que no padecen enfermedades respiratorias pueden experimentar irritaciones en los ojos y la garganta debido a la exposición prolongada al moho.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) también ha destacado la gravedad de este problema, especialmente en áreas afectadas por desastres naturales. En tales circunstancias, el agua acumulada y la humedad constante facilitan la proliferación de moho, lo que aumenta el riesgo para la salud de los habitantes, especialmente en entornos con alta concentración de humedad.
¿Cómo prevenir y proteger mi casa del moho?
Proteger el hogar del moho implica mantener bajos niveles de humedad dentro de la vivienda, especialmente en áreas propensas como sótanos, baños y cocinas. Según explicó Jordan Peccia, profesor de ingeniería química y medioambiental en la Universidad de Yale, a National Geographic, la clave para evitar la formación de moho es mantener todas las superficies secas. Esto incluye limpiar derrames de inmediato, reparar las fugas de agua y asegurarse de que las superficies estén libres de humedad.
El uso de deshumidificadores en áreas húmedas también puede ser una solución efectiva para reducir los niveles de humedad y prevenir el crecimiento del moho. Peccia también recomienda cambiar las toallas y esponjas con frecuencia, ya que estos objetos pueden acumular humedad y proporcionar un ambiente adecuado para el crecimiento de moho.

En términos de limpieza, las superficies mohosas deben ser lavadas con agua y jabón primero, y luego desinfectadas con lejía para eliminar las esporas de moho restantes. Los expertos en seguridad alimentaria también sugieren desechar los alimentos húmedos (como el brie, yogur o las bayas) si presentan moho, ya que las esporas pueden penetrar más profundamente en estos productos. Sin embargo, alimentos más densos y secos, como el queso duro y las zanahorias, se pueden salvar cortando el moho y un poco más de la zona afectada.