El incendio que comenzó el lunes 3 de marzo en el Centro de Lima, específicamente en la populosa zona de Barrios Altos, dejó una huella devastadora en el país. El siniestro, originado en un almacén clandestino ubicado en el jirón Cangallo, consumió miles de metros cuadrados, afectando tanto a residentes como a empresarios del lugar.
Desde las 5 p.m. de ese fatídico día, el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP) lucharon incansablemente para controlar las llamas que amenazaban con expandirse hacia los edificios aledaños. Aunque el incendio ha sido contenido, aún persisten focos de calor que dificultan su total extinción.
En la zona, la situación es caótica. Comerciantes que tienen sus almacenes en los alrededores del siniestro han comenzado a evaluar las pérdidas que han sufrido. Muchos de ellos, como es el caso de la empresaria de D’Yovis, reportan pérdidas millonarias.
La propietaria explicó que el fuego arrasó con gran parte de su inventario, el cual consistía principalmente en productos de la campaña navideña. “El fuego comenzó por la parte de atrás, subió, y no se detenía. La mayor parte de nuestra mercadería ha sido destruida”, lamentó a Tv Perú Noticias. Las estimaciones de la empresaria apuntan a pérdidas de medio millón de dólares.
Además de las pérdidas materiales, los comerciantes han tenido que enfrentarse a un panorama aún más complejo: la falta de apoyo financiero. Tras solicitar a las entidades bancarias prórrogas en sus deudas, muchos no han recibido respuesta.
Ante la desesperación, algunos han optado por rescatar lo que pueden de los escombros y lavar, secar y reembalar los productos que aún parecen utilizables. Entre ellos, se pueden ver tazas, manteles y centros de mesa extendidos en la vía pública, mientras los empresarios buscan desesperadamente recuperar al menos algo de lo que han perdido.

Este lunes 10 se detienen las labores de los bomberos
El trabajo de los bomberos, por su parte, ha sido arduo, pero con limitaciones. Después de casi una semana de operaciones continuas, el comandante territorial de los bomberos, brigadier Alfonso Panizo, anunció que los equipos de rescate dejarían la zona a las 6:00 p.m. del lunes 10 de marzo, independientemente de si el incendio se había extinguido por completo o no.
“Si la gente que tiene que hacer su trabajo no lo hace, nosotros no podemos hacer más”, expresó Panizo, visiblemente frustrado por la falta de recursos y la inacción de las autoridades competentes.
El incendio, que afectó tres focos principales, provocó el colapso parcial de un edificio de nueve pisos, lo que dificulta aún más las labores de los bomberos, quienes se han visto obligados a trabajar con maquinaria insuficiente y cisternas limitadas.
La falta de equipos especializados y la escasez de cisternas ha sido otro de los principales problemas. Según Panizo, para controlar eficazmente el incendio, se necesita una cisterna cada dos minutos. A pesar de que se desplegaron hasta 400 cisternas en algunos momentos, la falta de recursos ha impedido que las labores de extinción se realicen con la rapidez y eficacia necesarias.
“Si no tenemos diez cisternas una detrás de la otra, este incendio va a seguir durando”, advirtió el comandante, quien subrayó la gravedad de la situación.
La falta de respuesta rápida y adecuada por parte de las autoridades competentes también fue un factor crítico. El trabajo de los bomberos, aunque valioso, es insuficiente debido a la falta de apoyo logístico y a la presencia de estructuras ilegales que dificultaron el acceso al fuego.
Ayuda a damnificados
Mientras tanto, los afectados, tanto comerciantes como residentes, enfrentan una situación incierta. En el caso de los damnificados, el Gobierno comenzó a implementar medidas de apoyo.
A través del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), se facilitó la emisión gratuita de documentos de identidad para aquellos que han perdido sus identificaciones durante la evacuación. Asimismo, se evalúa la posibilidad de otorgar un bono a las familias afectadas por la pérdida de sus viviendas.