
Cada 4 de marzo, el mundo celebra el Día Mundial de la Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa de la UNESCO y la Federación Mundial de Organizaciones de Ingeniería (WFEO) establecida en 2019. Con ello, se busca promover que los proyectos de desarrollo consideren aspectos fundamentales para la sostenibilidad del planeta, tales como el cambio climático, la gestión eficiente de recursos y el desarrollo de infraestructura adecuada.
En el Perú hemos podido ver cómo proyectos de gran envergadura permiten transformar la economía nacional y fortalecer su posición en el comercio internacional. El más emblemático de los últimos tiempos ha sido, sin duda, el Puerto de Chancay.
Este megaproyecto que involucra una inversión proyectada de 3,600 millones de dólares, dividida en tres etapas; ha puesto al país en los ojos del mundo. Y, con el tiempo, será una gran inyección de capital para nuestra economía. Solo en la fase de construcción generará alrededor de 7,500 empleos directos e indirectos.
Sin embargo, una obra que se considera el primer terminal inteligente y automatizado de Sudamérica y que busca ser la puerta hacia el continente asiático (se espera que reduzca en aproximadamente 10 a 12 días el tiempo de tránsito marítimo entre Perú y China), también presenta algunos cuestionamientos.
La cercanía del puerto al Humedal Santa Rosa, por ejemplo, un ecosistema clave para aves migratorias; ha generado preocupaciones sobre su impacto ecológico. Otro factor que aún preocupa es la construcción del túnel subterráneo, que generaría daños en viviendas cercanas, evidenciando la necesidad de medidas de mitigación ambiental y social para minimizar los efectos negativos en la comunidad local.
Entonces, más allá de pensar en el retorno de inversión (podría aportar hasta un 0.9% al PBI nacional) creo que debemos aprovechar esta fecha para resaltar la importancia de alinear los intereses del Puerto de Chancay con la sostenibilidad del planeta. Inversiones tales como el Proyecto Especial de Irrigación e Hidroenergético de Olmos, el Proyecto Majes Siguas y el Bosque de Huarmey, por ejemplo, ya lo demuestran, al haber implementado una ingeniería adecuada para permitir la gestión del agua, la generación de energía limpia y la reforestación.
Por eso, en un país como el Perú, donde fenómenos como El Niño, la deforestación y la contaminación representan desafíos constantes, considero fundamental que la ingeniería continúe apostando por soluciones innovadoras y responsables con el medio ambiente. Solo así podremos dejarle un planeta más justo y desarrollado a las próximas generaciones.
