
Marie Curie fue la primera mujer que ganó un Premio Nobel y es la única persona que ha ganado 2 Premios Nobel en diferentes disciplinas, Física en 1903 y Química en 1911. Sus estudios siguen beneficiando al mundo; por ejemplo, en el campo de la salud, a pesar de los grandes avances de fármacos para el manejo de las enfermedades oncológicas, la radioterapia de la que Marie Curie fue pionera sigue teniendo un rol fundamental en el tratamiento de varios tipos de cáncer.
Tu Youyou, una investigadora de China descubrió que la planta Artemisia podía curar la malaria obteniendo después el principio activo de esta planta, la artemisinina. Los derivados de este químico son actualmente potentes antimaláricos utilizados como piedra angular del tratamiento de la malaria en el mundo. En reconocimiento a estas investigaciones, Tu Youyou ganó el Premio Nobel de Medicina en el 2015.
Marie Curie y Tu Youyou son mujeres científicas extraordinarias y sus aportes a la ciencia han salvado millones de vidas a lo largo de los años. Sin embargo, sabemos que las mujeres representan menos del 7 % de todos los ganadores del Premio Nobel mostrando una clara brecha de género.
En el Perú, según el Registro Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Renacyt), las mujeres representan solo la tercera parte de los científicos. ¿Por qué hay menos mujeres dedicadas a la ciencia? La respuesta es compleja. Las mujeres enfrentan dificultades desde la niñez, sobre todo en países con menos recursos en las que se prioriza la educación de los niños, relegando a las niñas a sacrificar las horas que deberían dedicarse a las tareas escolares para las labores domésticas o el cuidado de sus hermanos menores.
También hay estereotipos que apuntan a que son los niños, y no las niñas, los que deben seguir estas carreras. En un mundo científico históricamente dominado por hombres, el rol de las mujeres ha sido menos visible, generando que pocas mujeres sirvan de modelo e inspiren a otras mujeres a seguir una carrera en investigación.
En el mundo laboral, las mujeres investigadoras son discriminadas y tienen menos oportunidades de obtener posiciones de liderazgo. Un reciente informe de UNESCO reportó que los salarios de las mujeres científicas son menores cuando se les compara con sus pares hombres.
Por último, pero no menos importante, es el rol que asumen las mujeres en el cuidado del hogar, lo que puede generar menos disponibilidad de tiempo para dedicarse a carreras científicas muy demandantes. Es difícil eliminar todos estos factores sociales, culturales, económicos y laborales que no promueven que haya un mayor aporte y visibilidad de las mujeres científicas.
Es momento de promover la participación de las mujeres en el mundo de la ciencia, empezando en la niñez, reconociendo y reivindicando el derecho de las mujeres a una educación de calidad, un trato justo y de iguales oportunidades laborales con sus pares varones. No hacerlo sería privar a la comunidad científica y a la sociedad de los aportes de miles de mujeres cuyo deseo de contribuir al desarrollo de la ciencia y al progreso de la humanidad es igual que el de los varones.
