En una operación sorpresa dentro del penal de máxima seguridad Ancón I, también conocido como Piedras Gordas, el personal del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) realizó una exhaustiva requisa en celdas de internos considerados de la más alta peligrosidad, informó el dominical Panorama.
La intervención contó con el apoyo de Kaiser, un pastor belga entrenado para la detección de drogas y objetos ilícitos. Su agudo olfato permitió localizar sustancias prohibidas y artículos no autorizados ocultos en diversos puntos del recinto carcelario.
El Grupo de Operaciones Especiales (GOES) del INPE ingresaró al pabellón 10, donde cumplen condena más de 200 internos acusados de sicariato, narcotráfico y extorsión, entre otros delitos graves. Con órdenes estrictas y en total silencio, los agentes se desplegaron para inspeccionar cada espacio.
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Las primeras revisiones se llevaron a cabo en las áreas comunes, donde rápidamente se identificaron irregularidades. En un inodoro del patio del pabellón, Kaiser alertó a su guía sobre la presencia de una sustancia sospechosa. Su reacción fue inmediata: se quedó inmóvil, señalando con precisión el escondite. Tras la confirmación del hallazgo, el can recibió su recompensa, un procedimiento estándar en este tipo de operativos.
No solo los sanitarios fueron revisados. Cada esquina del patio se convirtió en un punto de inspección, desde la ropa colgada hasta estructuras aparentemente inofensivas. El INPE identificó que los internos utilizan cualquier objeto para ocultar bienes prohibidos, por lo que los agentes verificaron alambres, tablas y desagües.
Escondites de lo ilegal
Luego de despejar los espacios abiertos, la intervención se trasladó al interior de las celdas. A pesar de la evidente incomodidad de los internos, los agentes procedieron a revisar cada rincón. En una de las habitaciones, encontraron un compartimento oculto dentro de un desodorante, donde se hallaban audífonos y chips de telefonía móvil.
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En otro punto del pabellón, una tabla de madera aparentemente inofensiva escondía un cable de celular camuflado con pegamento y plastilina. También se incautaron una linterna y envases plásticos modificados. Para una mejor inspección, el personal del INPE usó una microcámara de alta resolución y con luz incorporada.
El ingenio de los internos para ocultar estos elementos quedó en evidencia cuando las autoridades hallaron dispositivos electrónicos en doble fondos de muebles y estructuras metálicas adaptadas. La requisa incluyó inspecciones en paredes, suelos y techos, pues los reclusos aprovechaban cualquier grieta o hueco para esconder objetos prohibidos.
El ingenio del crimen
Los agentes descubrieron un método sofisticado de camuflaje utilizado por los internos para esconder sustancias ilegales. Entre los objetos decomisados se hallaron paquetes de droga envueltos en bolsas de azúcar y stevia, simulando ser productos de consumo habitual.
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El presidente del INPE, Javier Llaque Moya, destacó la efectividad del operativo y subrayó que en los últimos años no se ha detectado el ingreso de armas de fuego en los penales del país. “Si los pabellones están libres de estos objetos, significa que la estrategia de control está funcionando”, señaló.
Además de los hallazgos físicos, la operación dejó en claro que las bandas criminales siguen operando dentro de las cárceles. Muchos de los internos tienen antecedentes de liderazgo en organizaciones delictivas, lo que obliga a mantener un control constante sobre sus actividades.
Reclusos de alta peligrosidad
Durante la inspección, algunos internos reconocieron sus delitos y aseguraron estar arrepentidos. Uno de ellos, identificado como miembro del cartel de la Estrella de Israel, condenado a 30 años por tráfico de drogas, pidió disculpas por sus actos. Otros, como un sicario sentenciado por homicidio calificado y un asaltante con ocho ingresos a distintos penales, mantuvieron una actitud desafiante ante la presencia de las autoridades.
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Las expresiones en los rostros de los internos reflejaban molestia ante la intervención, pero el operativo se llevó a cabo sin contratiempos. Cada celda fue minuciosamente inspeccionada, desde los colchones hasta los compartimentos improvisados en techos y paredes.
La intervención en Piedras Gordas I formó parte de una serie de operativos simultáneos en diferentes prisiones del país. Las autoridades confirmaron que estas acciones buscan desarticular redes criminales que operan desde el interior de los penales, evitando que continúen delinquiendo desde sus celdas.