
Desde el 2021, con el inicio del gobierno de Pedro Castillo, Perú ha experimentado una fuga masiva de talentos que está lejos de terminar. La incertidumbre política y económica, la visión de un mercado de trabajo desfavorable, la creciente inseguridad, entre otros factores, han provocado que un creciente número de profesionales y estudiantes universitarios emigren en búsqueda de oportunidades más favorables. Esta crisis no solo impacta en la provisión de talento competente en el país, sino que también pone en riesgo el crecimiento económico y la viabilidad de las industrias más destacadas.
A la fecha, de acuerdo con cifras del INEI, más de 3,5 millones de peruanos residen en otros países, pero lo preocupante es que solo durante el primer semestre de 2023, el número de migrantes peruanos se incrementó de manera alarmante: 415 393 personas abandonaron el país, un número que cuadruplicó los registros de 2020. Y esta situación continúa. Según una investigación realizada por el Centro de Investigación en Opinión Pública (CIOP) de la Universidad de Piura, el 96% de los universitarios peruanos piensan en emigrar si disponen de los recursos necesarios para hacerlo. Este hecho muestra un profundo descontento con la situación actual, en la que la escasez de oportunidades de trabajo, sumado a los problemas señalados, motivan a los jóvenes a explorar opciones fuera de nuestras fronteras.
Ahora, lo más grave es ver cómo nuestro país no cuenta con un plan articulado para abordar el problema, a diferencia de otras naciones del continente, como México o Chile, por citar dos casos. Por ejemplo, nuestro vecino sureño viene potenciando su ecosistema de emprendimiento y tecnología, promoviendo programas de financiación para empresas emergentes y fomentando el regreso de profesionales de alta calificación. Mientras tanto, en tierras aztecas vienen implementando programas de colaboración entre instituciones educativas y empresas para asegurar que los recién egresados de las universidades y escuelas de negocios puedan acceder a oportunidades en su propio país.
En contraparte, en Perú, el desajuste entre la educación universitaria y las necesidades del mercado laboral continúa siendo una de las principales razones de la salida de los jóvenes. De acuerdo con un estudio de ManpowerGroup de fines del 2023, el 70% de empleadores a nivel nacional encuestados señaló tener problemas para reclutar a profesionales que cumplieran con los requerimientos técnicos y blandos para las posiciones vacantes.
Esta escasez de personal, que es probable que se agudice más por la salida del talento, tendrá un mayor impacto en áreas estratégicas para el funcionamiento de una organización como la tecnología, la gestión de proyectos o las finanzas, donde la necesidad de profesionales es elevada, pero la provisión local se vuelve cada vez más restringida. Asimismo, la pérdida de profesionales nacionales capacitados afecta directamente la productividad y competitividad del país, mermando la habilidad para innovar y disminuyendo el potencial de crecimiento a largo plazo.
A continuación, se presentan algunas de las problemáticas más agudas que se producen fruto de la fuga masiva de talento:
- Dificultades de innovación y problemas de competitividad. La emigración de profesionales de alta formación (ya sea a nivel universitario o de posgrado) impacta en la habilidad de las compañías peruanas para competir. La innovación y el progreso tecnológico están fuertemente vinculados al talento humano competente, y cuando estos expertos se desplazan o son escasos, las compañías locales pierden la oportunidad de producir soluciones sofisticadas, perfeccionar procedimientos y crear nuevos productos o servicios. Sin personal altamente cualificado, las compañías locales pueden verse rezagadas frente a empresas foráneas que poseen el capital humano requerido para fomentar la competitividad y su desarrollo.
- Pérdida de capital intelectual e inversión en el talento. El Gobierno peruano destina recursos en la educación mediante el mantenimiento de colegios de alto rendimiento (los COAR), universidades nacionales y programas como Beca18. No obstante, cuando los graduados de estas iniciativas optan por emigrar, dicha inversión se convierte en un beneficio para las naciones receptoras de talento. Esto genera un círculo vicioso donde la nación invierte en educación, pero no consigue mantener a los expertos capaces de fomentar su crecimiento interno, lo que perpetúa el retraso en áreas estratégicas.
- Incremento de la inequidad y desigualdad en las regiones. El problema de la fuga de talentos no solo impacta en Lima, sino que tiene una repercusión igual de negativa en el resto del país. Las regiones pierden su capital humano más promisorio, lo que restringe el crecimiento local y agudiza las desigualdades. La falta de profesionales competentes en las provincias obstaculiza la diversificación económica y disminuye la habilidad de las compañías regionales para expandirse. Esto se nota incluso cuando los talentos más competentes migran a la capital para tener mejores oportunidades laborales y por consiguiente mejorar su calidad de vida.
Para contrarrestar esta tendencia, se requiere una estrategia que involucre tanto al sector público como al privado. Por ello es fundamental mejorar las condiciones de trabajo para evitar que los jóvenes perciban a la migración como la mejor opción. En esta línea, proporcionar sueldos más competitivos, estímulos para la capacitación constante y el crecimiento profesional, además de entornos laborales que promuevan la innovación y el desarrollo, podría hacer que muchos reconsideren su elección de emigrar.
También resulta apremiante descentralizar el crecimiento económico. Lima continúa albergando la mayor cantidad de oportunidades, mientras que, en las regiones, la escasez de trabajo impulsa a los jóvenes primero a trasladarse a la capital y, si no hallan las condiciones apropiadas, ven a otros países como la mejor alternativa para su desarrollo. De esta forma, el fomentar centros tecnológicos a nivel nacional, crear nuevos polos industriales fuera de la capital y establecer incentivos para que las compañías se establezcan fuera de Lima podría ayudar a disminuir esta presión migratoria.
Otro elemento crucial, e importante a considerar, es establecer estímulos para el regreso de compatriotas. Numerosos países han puesto en marcha programas destinados a recuperar a sus profesionales que radican en el extranjero, proporcionándoles ventajas para su reincorporación al mundo laboral. Perú podría implementar acciones parecidas, fomentando la formación de redes de conexión entre expertos internacionales y el sector empresarial local, fomentando la transmisión de saberes y generando oportunidades atractivas para aquellos que quieren volver.
A manera de conclusión, se puede señalar que la fuga de talentos no es un problema irremediable, pero sí demanda medidas rápidas y debidamente estructuradas. La denominada triple hélice (sector público, sector privado y la academia) tienen la obligación de establecer condiciones que no solo mantengan a los profesionales presentes, sino que también incentiven a aquellos que se fueron y pueden retornar para aportar al progreso del país. El talento es un recurso inestimable, y su pérdida no solo pone en peligro el presente, sino que amenaza el porvenir sostenible del país.
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