Vocería de cartón

Su función no es defender las inconductas políticas de la presidenta Dina Boluarte y menos las suyas, como lo ha hecho en el caso Qali Warma

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Vocero presidencial está implicado en
Vocero presidencial está implicado en caso Qali Warma. | Fotocomposición: Infobae Perú (Camila Calderón)/ Presidencia

Fredy Hinojosa se presenta como el vocero del gobierno. Pero no es un vocero.

Aunque fue anunciado oficialmente el 3 de mayo de 2024 por la Presidencia, y sigue actuando como si lo fuera, aún no es un vocero.

Un vocero debe tener ciertas cualidades y habilidades que lamentablemente él no tiene.

Primero, debería dominar la comunicación política. El conocimiento de este campo es fundamental para su rol y podría serle de gran ayuda. Podría entender, por ejemplo, que su función es comunicar información técnica de las políticas públicas y programas del gobierno para persuadir de ellas a los ciudadanos. Que la comunicación política promueve la difusión de mensajes políticos claros, precisos y honestos, esencial para cualquier democracia que cree en el intercambio de ideas entre el gobierno y los ciudadanos, además de poner en conocimiento asuntos de interés común para todos. Su función no es defender las inconductas políticas de la presidenta Dina Boluarte y menos las suyas, como lo ha hecho en el caso Qali Warma.

En segundo lugar, un vocero debe comunicar con transparencia. La sinceridad y eficacia en la comunicación son cruciales para que la población esté informada y pueda tomar decisiones sobre las acciones del gobierno. El acceso a la información permite el escrutinio de dichas acciones y la rendición de cuentas. Por lo tanto, la transparencia permite que el público conozca y valore el desempeño del gobierno en base a comunicación actual y valiosa. Los gobiernos cerrados, como este, alimentan la duda, la desinformación y no generan confianza.

Tercero, debe mantener buena relación con los medios de comunicación. Su papel consiste en establecer vínculos colaborativos en lugar de enfrentamientos. Debe aclarar información de manera efectiva, continua y abierta, lo que implica tener una estrategia de apariciones públicas habituales y no solo cuando hay un tema crítico que usualmente involucra a la presidenta y a él mismo. Debe, además, proyectar conocimiento y profesionalismo para no ampliar la brecha que actualmente existe entre periodistas y gobierno. Los voceros son responsables de garantizar una comunicación continua para que el mensaje del gobierno se mantenga activo en todas las plataformas comunicativas.

He dejado para el final lo que quizá debería ser la primera cualidad de Hinojosa: la credibilidad. Es fundamental para su función porque todo lo que diga será confrontado con la veracidad de los hechos. La credibilidad es primordial porque influye significativamente en cómo el público percibe y confía en la información transmitida. Un portavoz que miente, esconde la verdad o dice medias verdades afecta severamente su reputación y la del gobierno. Una baja credibilidad del vocero origina una percepción negativa de su función. La credibilidad se basa en la confianza; sin confianza no hay persuasión ni aceptación de mensajes.

Está claro que Hinojosa ha confundido su papel de vocero al convertirse en un defensor de la presidenta. Y claro que puede explicar y hasta defender sus actos, pero no puede ofender el sentido común de los peruanos; esto refleja un error conceptual y práctico.

En conclusión, Hinojosa no transmite planes ni proyectos del gobierno. No tiene una presencia estratégica y no entrega información correcta en momentos oportunos y menos en tiempos en crisis. No guía el debate público sobre temas de interés común. No tiene capacidad para generar confianza y mantener una imagen pública respetable. No comunica con relevancia y pertinencia. No conecta ni actúa como puente entre el gobierno, periodistas y ciudadanos. No es honesto ni respetable. Es un vocero de cartón.

José Salazar A.
José Salazar A.