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En un rincón del norte peruano, entre calles de tierra y un horizonte marcado por cultivos, nació la historia de un emprendedor que desafió las expectativas. Ángel Abel Salinas Montenegro creció en Virú, un valle a 45 minutos de Trujillo.
Su infancia estuvo marcada por el comercio: su familia administraba panaderías y bodegas, donde aprendió el valor del esfuerzo desde muy joven. Sin embargo, con una crianza estricta y un espíritu inquieto, decidió forjar su propio destino. A los 21 años, se mudó solo en busca de nuevas oportunidades.
Cambio de rumbo

Decidido a prosperar a toda costa, estudió farmacia y luego psicología mientras trabajaba en distintas oficinas para solventar sus gastos. Su vida cambió por completo cuando realizó un intercambio estudiantil en Chile. Ahí descubrió una visión distinta sobre el emprendimiento y regresó al Perú con nuevas ideas.
Sin embargo, encontrar empleo resultó ser un reto. Con 27 años y sintiéndose estancado, un amigo le entregó una caja de zapatos para vender. Con 50 soles en el bolsillo, tomó un autobús rumbo a Tumbes sin saber que ese viaje cambiaría su destino.
En la frontera, enfrentó la realidad del comercio informal y vendió su primer par de zapatos. Descubrió cómo negociar, cómo convencer a los clientes y, sobre todo, cómo el calzado podía ser una oportunidad de negocio. Inspirado por esta experiencia, regresó a Trujillo y se propuso crear su propia marca.
El nacimiento de Coco Chumino
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Su primer paso fue abrir una página web llamada “Calzado Trujillo”, donde vendía distintos modelos. Aprendió sobre la industria, tomó cursos y experimentó con diseños hasta perfeccionar su técnica. En 2018, su proyecto evolucionó y nació oficialmente Coco Chumino, una firma enfocada en calzado de alta calidad.
Dejó atrás los materiales sintéticos y apostó por cuero genuino y acabados detallados. Su propuesta llamó la atención de eventos de moda y centros comerciales, pero no estuvo exento de dificultades. Una de las mayores barreras que enfrentó fue la oposición legal de la marca Coco Chanel, que intentó impedirle el uso del nombre. Tras una batalla judicial, Ángel logró mantener su identidad de marca.
Además, en redes sociales, sus diseños fueron criticados como “zapatos de payaso”. En lugar de dejarse vencer por las burlas, transformó las críticas en una estrategia viral que lo catapultó al éxito.
De la crítica al éxito internacional
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Las redes sociales se convirtieron en su mejor aliada. Aprovechó los comentarios negativos para promocionar su trabajo y demostrar la calidad de sus productos. Gracias a esto, Coco Chumino se hizo viral en TikTok, atrayendo clientes y generando interés en el mercado del lujo artesanal.
En 2023, se consolidó como dueño absoluto de la marca y abrió su primera boutique en Trujillo. Hoy, Coco Chumino cuenta con un equipo de cinco personas y un taller propio donde produce zapatos exclusivos que llegan a mercados como Estados Unidos, Chile y República Dominicana. Sus diseños, caracterizados por la originalidad y la calidad de los materiales, se han convertido en un referente del calzado peruano.
Expansión y nuevos desafíos
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Con una base sólida, Ángel ya proyecta la expansión de su negocio. Sus planes incluyen abrir tiendas en Lima, Arequipa y Tacna, manteniendo su compromiso con la calidad artesanal. Coco Chumino ha dejado de ser una simple marca de calzado para convertirse en un símbolo de perseverancia y creatividad en la moda peruana.
Y es que lo que comenzó con una caja de zapatos y 50 soles, hoy es un emblema del diseño independiente. La historia de Ángel Salinas es una prueba de que la pasión y la determinación pueden convertir cualquier crítica en una oportunidad de éxito.