Una inusual coloración rojiza en el río Rímac despertó la preocupación de ciudadanos y autoridades, evidenciando un problema que suele pasar desapercibido. A lo largo de sus 160 kilómetros de recorrido, este cuerpo de agua recibe desechos de diversas fuentes, desde desagües urbanos hasta residuos industriales y mineros. Sin embargo, la reciente tonalidad en sus aguas generó interrogantes sobre la magnitud y origen de la contaminación.
Según Ricardo Bohl, geógrafo de la PUCP, señaló para Exitosa que la existencia de más de 500 tuberías de desagüe que descargan directamente en el río. A ello se suman los efectos de 30 minas en operación y muchas otras inactivas, cuyos residuos siguen afectando la calidad del agua. La Municipalidad de Lima y otras entidades identificaron estos puntos de contaminación, pero la falta de medidas efectivas ha permitido que el problema persista.
Fuentes de contaminación en el Rímac
El río Rímac abastece a más de la mitad de los limeños, por lo que su deterioro representa un riesgo latente. Su cauce recoge aguas de distintas procedencias, acumulando contaminantes de origen doméstico, industrial y agrícola. Según registros oficiales, la descarga de aguas residuales es una de las principales amenazas. En Lima, cientos de tuberías clandestinas vierten desechos sin ningún tipo de tratamiento, lo que compromete la potabilidad del agua y la salud de los habitantes.
El sector industrial también influye en la degradación del río. Fábricas ubicadas en su cercanía utilizan sustancias químicas en sus procesos productivos y muchas de ellas no cuentan con mecanismos adecuados para el manejo de residuos. Un caso particular lo representan las curtiembres, que emplean ácidos altamente contaminantes y generan descargas con residuos de metales pesados. Estos elementos no solo afectan la calidad del agua, sino que también impactan en la flora y fauna del ecosistema.
Por otro lado, el sector agrícola contribuye con fertilizantes y pesticidas que llegan al río a través del riego y la escorrentía. Aunque no siempre son percibidos de inmediato, estos químicos pueden alterar el equilibrio ecológico del agua y generar consecuencias a largo plazo.
El impacto de la actividad minera
La minería es otro factor determinante en la contaminación del río Rímac. A lo largo de su recorrido, se identificó al menos 30 minas activas cuyos residuos llegan al agua. Incluso aquellas que han cesado operaciones dejan depósitos de relaves que, con las lluvias y el movimiento del cauce, pueden liberarse y teñir las aguas con metales pesados.
La Autoridad Nacional del Agua (ANA) ha señalado que en la cuenca del Rímac existen sedimentos acumulados desde hace décadas, muchos de ellos provenientes de actividades extractivas. La movilización de estos residuos podría explicar el cambio de coloración observado recientemente. También se documentó casos en los que empresas mineras arrojan desechos sin un adecuado tratamiento, contribuyendo a la contaminación del río.
Falta de control y respuestas oficiales
El problema de la contaminación en el río Rímac no solo radica en las fuentes de desechos, sino también en la falta de control por parte de las autoridades. Existen múltiples entidades encargadas de la gestión del agua y el medio ambiente, pero la responsabilidad suele diluirse entre organismos como la ANA, el Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Energía y Minas, el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Vivienda.
A pesar de que se identificó 14 plantas de tratamiento que no operan, no se han tomado medidas efectivas para su reactivación. Esto implica que las aguas residuales continúan ingresando al río sin depuración, agravando la contaminación.
Desde distintos sectores se solicitó que se realicen análisis de las aguas del río para determinar la causa exacta de su coloración rojiza. Algunos especialistas sugieren que podría tratarse de residuos mineros, mientras que otros no descartan que haya ocurrido un vertimiento de sustancias químicas en gran volumen.
Distritos con mayor incidencia de contaminación
Lurigancho y San Martín de Porres figuran entre los distritos que más contribuyen a la contaminación del río, según el experto, debido al número de conexiones clandestinas de desagüe detectadas. Sin embargo, el problema no es exclusivo de estas zonas. Otros distritos ubicados en la parte alta de la cuenca también generan descargas contaminantes que terminan en el Rímac.
El tipo de desechos vertidos varía según la actividad predominante en cada área. En algunos sectores, las aguas residuales domésticas contienen principalmente materia orgánica, lo que podría degradarse con el tiempo. No obstante, los mayores riesgos provienen de los vertimientos industriales y mineros, que contienen metales pesados y productos químicos altamente tóxicos.
El impacto ambiental de la contaminación en el río Rímac no se limita a la calidad del agua que consume la población. La fauna y flora de la zona también sufren las consecuencias de la presencia de sustancias tóxicas. En los últimos años, se ha registrado una reducción en la biodiversidad acuática del río, con la disminución de especies de peces y otros organismos que dependen de este ecosistema.