En la costa peruana, el Castillo de Chancay ha dejado de ser una simple edificación en ruinas para convertirse en un atractivo turístico de renombre. Lo que parecía una inversión arriesgada se transformó en una historia de éxito empresarial y cultural.
A lo largo de los años, este castillo ha recibido millones de visitantes, muchos de los cuales desconocen el largo proceso que permitió su renacimiento.
La génesis del Castillo de Chancay
La historia del Castillo de Chancay se remonta a los años 20 del siglo XX. Consuelo Amat y León, una mujer multifacética nacida a fines del siglo XIX, fue la encargada de dar vida a este monumento.
Arquitecta, matemática, poeta y abogada, Consuelo tomó la decisión de construir un castillo frente al mar como tributo al amor de su vida, su difunto esposo, Rómulo Boggio.
A pesar de ser un proyecto monumental, Consuelo no dudó en liderar la obra. Durante diez años, de 1924 a 1934, el castillo fue tomando forma. Contaba con 250 habitaciones distribuidas en cuatro niveles, lo que lo convertía en una construcción imponente.
Pero, a pesar de su grandeza, el paso del tiempo y la falta de mantenimiento llevaron a que, en décadas posteriores, la estructura se deteriorara considerablemente.
La ardua tarea de reconstrucción
En la década de los 90, cuando el país atravesaba una época de inestabilidad social y económica, el destino del castillo parecía incierto. Sin embargo, Juan Wilson Barreto Boggio, nieto de Consuelo, decidió que su misión era salvar el legado familiar.
Economista de formación, Juan enfrentó la difícil tarea de rehabilitar el castillo en un contexto político y social sumamente complejo, marcado por la epidemia de cólera y la amenaza del terrorismo.
A pesar de las amenazas de muerte que recibió de grupos como Sendero Luminoso, Juan se mantuvo firme en su propósito de restaurar el castillo. Con un fuerte sentido de responsabilidad, optó por seguir los planos originales de su abuela y, con esfuerzo y dedicación, logró devolverle al castillo todo su esplendor.
En sus primeros años de operación, el castillo apenas contaba con dos empleados, pero con el paso del tiempo, su estructura fue expandiéndose y mejorando.
Un crecimiento imparable
El esfuerzo de Juan Barreto Boggio comenzó a dar frutos cuando el Castillo de Chancay, ahora restaurado, abrió sus puertas al público.
Lo que había sido un proyecto casi fallido, de pronto comenzó a recibir atención por parte de turistas locales y extranjeros.
Con el tiempo, el castillo se consolidó como un importante centro turístico, logrando atraer a 800,000 visitantes anuales.
Hoy en día, el Castillo de Chancay no solo es un atractivo turístico, sino también un centro cultural. El castillo alberga piezas de colección y museos que reflejan la riqueza histórica de la región y la dedicación de la familia Barreto.
Gracias a este éxito, más de 500 familias de Chancay se benefician directamente del empleo generado por el castillo.
La visión de futuro del Castillo de Chancay
Este 2025, el Castillo de Chancay celebra 100 años desde su construcción. En este marco, Barreto Boggio tiene grandes planes para el futuro de la edificación. Con una visión empresarial clara, ha adquirido una extensión de ocho hectáreas aledañas al castillo, en las que planea desarrollar nuevas instalaciones.
Entre los proyectos más ambiciosos se encuentran la construcción de un hotel de cinco estrellas, un centro de convenciones y auditorios. Con estas nuevas adiciones, el Castillo de Chancay no solo se consolidará como un referente cultural, sino también como un centro de eventos a nivel nacional.
Hoy, el Castillo de Chancay es un claro ejemplo de cómo la visión empresarial, la pasión por la cultura y la perseverancia pueden transformar un sueño en una realidad económica. 34 años después de su reconstrucción, el castillo es un modelo de éxito, reconocido incluso por el Parlamento Andino, que lo condecoró por hacer compatible la cultura con el mundo empresarial.
La historia del Castillo de Chancay demuestra que, con determinación y visión, es posible convertir un proyecto aparentemente arriesgado en una historia de éxito.