El 20 de enero de 2025, Gastón Medina, director de Cadena Sur TV, fue abatido a balazos frente a su casa en Ica, convirtiéndose en la primera víctima fatal de un periodista en Perú en lo que va del año. Medina era conocido por su trabajo incisivo y por denunciar la corrupción de las autoridades locales, valentía que lo convirtió en blanco de amenazas y ataques previos al crimen final. Esta trágica pérdida resalta en el informe internacional “Violencia letal contra periodistas en América Latina marca primer mes de 2025″ del LatAm Journalism Review, que documenta cómo los asesinatos siguen siendo una de las principales formas de censura en América Latina. El informe revela que el primer mes del año ha sido especialmente violento para los comunicadores de la región, con al menos cuatro asesinatos reportados. México, Perú y Colombia se encuentran entre los países más afectados.
El caso de Medina no es aislado. La Asociación Nacional de Periodistas de Perú (ANP) y otras organizaciones gremiales, como el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), han exigido una investigación rápida y exhaustiva para esclarecer el móvil del crimen. A lo largo de 2024, el canal de Medina ya había sido atacado en varias ocasiones, incluyendo un atentado con explosivos que destruyó la puerta principal de la sede de Cadena Sur TV. Este contexto de violencia contra la prensa en Perú se inscribe en un problema mucho más amplio que afecta a todos los países de Latinoamérica.
Un crimen con raíces en el destape de la corrupción
Gastón Medina era un periodista crítico y un activo defensor de la verdad. Durante años, había denunciado públicamente actos de corrupción por parte del Gobierno Regional de Ica, la Municipalidad Provincial y grupos extorsionadores vinculados al transporte colectivo. Su estilo directo y sin filtros, que lo consagró como un referente en su comunidad, también lo convirtió en un blanco para aquellos que se sentían amenazados por sus investigaciones. En 2024, Medina ya había recibido amenazas directas de muerte, lo que deja claro que su asesinato estuvo vinculado directamente a su trabajo como periodista.
La ANP ha señalado que el crimen de Medina tiene todas las características de un ataque dirigido a silenciar a un periodista que estaba tocando temas incómodos para las autoridades locales. La periodista Stefanie Medina, autora de “Palabra de Maestro”, expresó su indignación en redes sociales, recordando la importancia del trabajo de su hermano y exigiendo que su muerte no quede impune. “Gastón era mi amigo. Un gran investigador. Todo Ica lo conocía”, escribió en X (antes Twitter). En tanto, la congresista Susel Paredes también se pronunció al respecto, afirmando que “el Perú se desangra en el desgobierno absoluto”, una crítica a la falta de acción ante la violencia creciente contra los periodistas.
El contexto internacional: violencia letal contra periodistas en América Latina
El informe del Latam Journalism Review también relata que según Human Rights Watch, las organizaciones criminales emplean la violencia contra los periodistas como una táctica para controlar la información, lo que facilita la impunidad y el dominio sobre el territorio. Además de los ataques físicos, el entorno de hostilidad hacia la prensa también incluye amenazas, intimidación y acoso. En muchos países de la región, los periodistas se enfrentan a constantes amenazas de muerte, especialmente aquellos que cubren temas de corrupción o crímenes relacionados con el narcotráfico y las mafias. En muchos casos, los periodistas son obligados a abandonar sus investigaciones o incluso abandonar el país por temor a su seguridad.
Artur Romeu, director de Reporteros Sin Fronteras para América Latina, calificó estos crímenes como un “recordatorio desgarrador” de que la región sigue siendo una de las más peligrosas para ejercer el periodismo. En muchos casos, estos asesinatos están vinculados a intereses del narcotráfico y el crimen organizado, que utilizan la violencia para frenar la labor de los periodistas y silenciar la información crítica. Asimismo, Jonathan Bock, de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), explicó que el asesinato de periodistas tiene un impacto colectivo mucho mayor que el de la víctima inmediata. “Lo que pasa muchas veces es que matan a la voz más visible para mandar un mensaje a la comunidad y a los colegas que dejan de investigar y dejan de publicar”, señaló Bock. Este “efecto colectivo” genera un ambiente de autocensura que afecta la libertad de expresión, ya que los periodistas temen por su seguridad.
El informe también subraya que la impunidad sigue siendo uno de los principales obstáculos para la protección de los periodistas. En América Latina, el 90% de los crímenes contra periodistas permanecen impunes. Esto crea un ciclo de violencia que se retroalimenta, ya que debido a la debilidad institucional, los responsables no enfrentan consecuencias y continúan actuando con total libertad. En países como México, Colombia y Perú, esta impunidad alimenta la cultura de violencia y pone en peligro la libertad de expresión.