El sistema bancario de Perú concluyó el año 2024 con un desempeño destacado, alcanzando ganancias históricas de S/10.325 millones, lo que representa un incremento del 11,9% en comparación con el año anterior. Según datos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), el crecimiento estuvo impulsado por diversos factores, entre ellos un leve aumento en los créditos otorgados, mayores ingresos financieros y por servicios, así como una reducción en los gastos financieros.
Este último aspecto se vio favorecido por la disminución de la tasa de interés de referencia del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), que se ubicó en 4,75%.
El informe de la SBS detalla que los ingresos financieros crecieron un 3,3%, mientras que los ingresos por servicios financieros aumentaron un 7,1%. Por otro lado, los gastos financieros experimentaron una caída del 4,1%, lo que contribuyó significativamente a la mejora en la eficiencia financiera del sector.
En este sentido, la proporción de gasto financiero respecto a ingreso financiero se redujo de 29,8% en 2023 a 27,7% en 2024, marcando un avance en la gestión de costos dentro de las instituciones bancarias.
La morosidad bancaria muestra una tendencia a la baja
Otro indicador positivo para el sistema financiero peruano fue la disminución de la tasa de morosidad, que cerró el año en 3,8%, lo que representa una reducción de 0,6 puntos porcentuales en comparación con 2023.
Según la SBS, esta mejora podría estar relacionada con una recuperación en la economía de los hogares y las empresas, así como con la implementación de políticas de gestión de riesgo por parte de los bancos.
Sin embargo, no todas las instituciones lograron mantenerse dentro del promedio del sector. Bancos como Pichincha (6,75%), Mibanco (6,63%), Santander (4,89%) y Alfin (4,37%) registraron tasas de morosidad superiores al promedio, lo que refleja desafíos específicos en la gestión de sus carteras de crédito.
Rentabilidad patrimonial y utilidades: un panorama mixto
La rentabilidad patrimonial (ROE), un indicador clave para medir la eficiencia y rentabilidad desde la perspectiva de los accionistas, también mostró un desempeño positivo en términos generales. Según la SBS, el ROE anualizado del sistema bancario aumentó en 1 punto porcentual, pasando de 14,3% en 2023 a 15,3% en 2024. Este crecimiento refleja una mejora en la capacidad de los bancos para generar beneficios a partir del capital invertido.
No obstante, no todas las entidades lograron resultados positivos. Los bancos Ripley y Pichincha reportaron rentabilidades patrimoniales negativas de -2,0% y -5,1%, respectivamente. En términos de utilidades, estas dos instituciones registraron pérdidas conjuntas de aproximadamente S/ 66 millones, siendo las únicas del sistema financiero en reportar resultados negativos.
Por otro lado, los bancos con mayores utilidades consolidaron su liderazgo en el mercado. El Banco de Crédito del Perú (BCP) se posicionó como el más rentable, con ganancias de S/5.217 millones, lo que representa un crecimiento del 11,8% y una participación del 34% en el total de créditos del sistema bancario. Le siguieron el BBVA, con S/ 1.886 millones (0,9% de crecimiento y una cuota de mercado del 22,1%), Scotiabank, con S/ 958 millones (29,9% de aumento y una participación del 14%), e Interbank, que alcanzó S/ 934 millones (3,7% de crecimiento y una cuota del 13,9%).
Solvencia patrimonial y regulación en el horizonte
En términos de solvencia, el sistema bancario peruano también mostró avances. El Ratio de Capital Global (RCG), que mide la capacidad de los bancos para absorber pérdidas y cumplir con sus obligaciones, aumentó a 17,3% en noviembre de 2024, lo que representa un incremento de 0,9 puntos porcentuales respecto al año anterior.
Sin embargo, algunas instituciones como Pichincha (13%) y Bancom (13,9%) registraron los niveles más bajos de este indicador, lo que podría reflejar una menor capacidad para enfrentar riesgos financieros.
En el ámbito regulatorio, la Resolución N°0274-2024, que proponía un aumento en el límite del RCG, aplazó el retorno de este límite global al 10% hasta marzo de 2025. Este ajuste busca garantizar la estabilidad del sistema financiero mientras se adaptan las instituciones a los nuevos requerimientos.