Un equipo de arqueólogos peruanos descubrió una estructura piramidal prehispánica en el asentamiento de Chupacigarro, ubicado en el Valle de Supe, a un kilómetro al oeste de la Ciudad Sagrada de Caral, considerada la civilización más antigua de América.
El hallazgo, realizado por la Zona Arqueológica Caral, revela una edificación de al menos tres plataformas superpuestas, con muros de piedra y grandes bloques verticales conocidos como “huancas”, lo que sugiere su importancia dentro del trazado urbano del sitio.
La estructura piramidal se encontraba oculta bajo un conjunto de árboles de huarango seco y densa maleza. Tras la remoción de la vegetación, se identificaron los primeros indicios arquitectónicos, que incluyen muros bien conservados y una escalera central que conduce a la parte superior del edificio.
Las piedras huancas, que marcan las esquinas de la edificación, han sido un elemento recurrente en la arquitectura de la civilización Caral (3000 - 1800 a. C.), lo que refuerza la conexión entre Chupacigarro y la capital de esta antigua sociedad andina. Según los investigadores, este hallazgo permitirá comprender mejor la organización urbana del sitio y su relación con Caral.
Chupacigarro: un centro urbano
Chupacigarro se encuentra en una quebrada que formaba parte de una red de comunicación con la costa y otros asentamientos del Valle de Supe. Su distribución arquitectónica incluye 12 estructuras públicas y ceremoniales, situadas sobre pequeñas colinas alrededor de un espacio central.
Los edificios presentan diferencias en tamaño, orientación y diseño, lo que sugiere que cumplían funciones diversas dentro del asentamiento. En la periferia, se identificaron construcciones que habrían servido como viviendas. Entre estas edificaciones destaca el Edificio Principal, que incluye una plaza circular hundida, un rasgo característico de la arquitectura de la época.
El asentamiento abarca un área de 38,59 hectáreas y muestra evidencias de múltiples fases de construcción. El uso de distintas técnicas y materiales a lo largo del tiempo sugiere que Chupacigarro fue un centro de actividad continua durante varios siglos.
Un enclave estratégico
La ubicación de Chupacigarro sugiere que desempeñó un papel clave en la interacción entre los habitantes del valle y las poblaciones costeras. Su cercanía a fuentes de agua, canteras de piedra y tierras de cultivo facilitó su desarrollo. Además, su conexión con el litoral de Huaura le permitió acceder a productos marinos, esenciales para la dieta y la economía de la época.
A diferencia de otros asentamientos de la civilización Caral, Chupacigarro no era visible desde el valle, lo que podría indicar que cumplía una función más privada o ceremonial dentro de la sociedad prehispánica.
El geoglifo
Uno de los hallazgos más enigmáticos en Chupacigarro es un geoglifo de gran tamaño, trazado con piedras angulares, que representa una cabeza de perfil en estilo Sechín. La imagen, orientada hacia el Este, muestra un ojo cerrado, una boca abierta y líneas que podrían representar cabello al viento o sangre fluyendo.
El geoglifo mide 62,1 por 30,3 metros y solo es visible desde un punto estratégico del asentamiento, lo que sugiere que pudo tener un significado ritual o simbólico dentro de la cosmovisión de sus habitantes.
El equipo de la Zona Arqueológica Caral, dirigido por la doctora Ruth Shady, continúa con las excavaciones en el nuevo edificio piramidal para determinar su función y relación con el resto del asentamiento.
Además, el trabajo en Chupacigarro busca fortalecer la puesta en valor del sitio, con el objetivo de integrarlo a la ruta de visitas junto a Caral, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.
El Ministerio de Cultura de Perú, a través de la Unidad Ejecutora 003, tiene entre sus funciones la conservación y protección del patrimonio cultural, además de promover el conocimiento y difusión de las civilizaciones prehispánicas. La investigación en Chupacigarro forma parte de este esfuerzo por preservar la historia milenaria del país.