El sabor del Perú tiene un protagonista indiscutible: el limón. Presente en el ceviche, el pisco sour y muchos otros platos tradicionales, este fruto es parte esencial de la identidad gastronómica del país. Su acidez y aroma lo hacen inconfundible, al punto de ser uno de los ingredientes más cotizados dentro y fuera del territorio nacional. Sin embargo, mientras las exportaciones muestran cifras en ascenso, los agricultores enfrentan una crisis que los ha llevado a una protesta inusual: arrojar sus cosechas al suelo.
La exportación de limón fresco peruano cerró el 2024 con 45 mil 313 toneladas enviadas al exterior, un 28% más que el año anterior. Los ingresos alcanzaron los 47.6 millones de dólares, según cifras oficiales. En contraste, en el mercado local los precios cayeron en picada. “Hace 20 días nos pagaban 740 soles por tonelada, luego 580, 480, y el lunes bajará a 300″, denunció un productor en Piura. Los agricultores señalan que las grandes empresas compradoras manejan los precios a su conveniencia, mientras que los exportadores han incrementado su facturación en un 42%.
Estados Unidos se mantiene como el principal destino del limón peruano, con 14 mil 599 toneladas importadas en el 2024. Los Países Bajos y Chile completan la lista de los tres mercados más importantes. Los precios internacionales han mostrado cierta estabilidad, con valores que se encuentran entre 0.79 y 1.40 dólares por kilo, pero en el Perú la caída fue brutal.
“El limón que exportamos es de calidad, pero lo estamos vendiendo a precio de fábrica. Nos dicen que están stockeados, pero sus ingresos han subido. Antes pagaban a 800 soles la tonelada de limón, pero ahora están pagando 370 soles la tonelada. Mientras que en el mango, nos están pagando en parcela a 0.50 céntimos el kilo, cuando en años anteriores nos pagaban a 2 soles (el kilo). Son precios que ni alcanzan para la cosecha”, afirmó José Marchena, presidente de la Mesa Técnica del Limón.
Según datos de la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat), en el 2023 las agroexportadoras facturaron 105 mil millones, cifra que subió a 150 mil millones en el 2024.
El limón en la mesa y en la protesta
Desde hace siglos, el limón es un ingrediente esencial en la cocina peruana. Su acidez es el alma del ceviche, el pisco sour y otras preparaciones. La historia del cítrico en el país se remonta a 1532, cuando llegó con los conquistadores. En tierras piuranas encontró el clima ideal para desarrollarse, convirtiéndose en un producto importante en el país.
El limón sutil, variedad estrella del Perú, es un producto fundamental en la economía local. Más allá de su importancia en la gastronomía, su producción involucra a miles de familias que dependen de su venta.
En los campos del norte, el trabajo empieza antes del amanecer. Las cosechas principales se dan entre julio y agosto, y en noviembre y diciembre. Un solo árbol puede dar tres jabas de 700 limones cada una. Sin embargo, la crisis hídrica y la falta de apoyo técnico amenazan la producción. “Si no hay agua, el fruto es más pequeño y se pierde producción por hectárea”, explican los agricultores. A esto se suma la aparición de plagas, que han aumentado por la falta de condiciones adecuadas para su control.
La escena en Piura refleja la tensión del sector. Mientras los grandes mercados siguen demandando el limón peruano, los productores ven cómo sus ingresos se reducen. “Nos sentimos abandonados, frustrados y burlados”, afirman. Exigen intervención del Ministerio de Agricultura, Indecopi y el gobierno regional.
El problema no es solo del limón. Días atrás, los productores de mango realizaron protestas similares. En un país donde la agroexportación es clave para la economía, la brecha entre quienes producen y quienes comercializan sigue creciendo. El limón sigue su camino a mercados internacionales, pero en el Perú, muchos agricultores prefieren regalarlo antes que venderlo a precios que no les permiten sobrevivir.