Juan Luis Cipriani, primer cardenal del Opus Dei y arzobispo de Lima durante dos décadas, dirigió este miércoles una carta a monseñor Carlos García Camader, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, para expresarle su “sorpresa y dolor” ante un comunicado en el que se le instaba a reconocer la “verdad” de la denuncia por abuso sexual en su contra.
Cipriani también hizo referencia a un pronunciamiento del cardenal Carlos Castillo, arzobispo de Lima y primado del Perú, quien se pronunció en el mismo sentido; y aseguró que ambos documentos dieron por ciertos hechos que considera “no probados” y que afectan su dignidad.
“No he cometido ningún delito, ni he abusado sexualmente de nadie, ni en 1983, ni antes, ni después”, resaltó en su misiva como ya lo había manifestado el último fin de semana, cuando el diario El País publicó el testimonio del denunciante, quien ahora tiene 58 años.
Cipriani aclaró que, al recibir sanciones por parte del Papa Francisco, firmó un documento en el que dejó claro que la acusación en su contra era “absolutamente falsa” y que aceptaba las disposiciones por “amor a la Iglesia y en comunión” con el pontífice. Destacó que, a pesar de la acusación que le impidió defenderse, obedeció las medidas preventivas “hasta que se aclarara la verdad”.
“Mi amor fiel a la Iglesia permanece inalterable. Además, como consuelo y aliento, me queda el cariño de la mayoría de mis hermanos en la fe (...) y de miles de compatriotas que, ni los unos ni los otros, se han dejado confundir en esta campaña de intento de acoso y destrucción de mi dignidad y mi honor”, concluyó.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, confirmó días atrás que sobre Cipriani recae un precepto penal con medidas disciplinarias relacionadas con su actividad pública, lugar de residencia y uso de insignias. Además, señaló que “en ocasiones puntuales se concedieron ciertos permisos para atender peticiones debidas a la edad y situación familiar del cardenal”, pero subrayó que “en la actualidad dicho precepto sigue vigente”.
Pronunciamientos cuestionados por Cipriani
Posteriormente, la Conferencia Episcopal Peruana emitió un documento, acompañado de la cita bíblica “la verdad les hará libres”, en el que lamentaba “el dolor sufrido por la víctima de abusos y por la comunidad eclesial” y pedía respeto a “la voluntad de la víctima de permanecer en el anonimato”.
Los obispos peruanos expresaron su “pesar” al conocer la denuncia por abuso, reafirmaron su “cercanía a todas las víctimas de cualquier tipo de abuso” y reconocieron “la sabia decisión del Santo Padre de imponerle algunas limitaciones ministeriales”.
Por su parte, el cardenal Castillo señaló que, tras serias y precisas investigaciones en los últimos meses, “existen personas e instituciones que se niegan a reconocer la verdad de los hechos y las decisiones tomadas por la Santa Sede”.
Por ello, los instó a “entrar en razón mediante un camino de conversión que implique abandonar las vanas justificaciones, el empecinamiento y el rechazo a la verdad, la cual, cuando es aceptada humildemente, nos hace libres a todos”.
“Solo esto nos llevará a superar efectivamente la tragedia que vive nuestra Iglesia, especialmente las víctimas e incluso los victimarios”, mencionó antes de agradecer la labor de los periodistas que han destapado los escándalos de la Iglesia Católica peruana.
La acusación contra Cipriani, publicada la semana pasada por El País, se refiere a abusos ocurridos en 1983, antes de que asumiera el cargo de obispo auxiliar de Ayacucho (1988-1995). El denunciante, actualmente de 58 años, relató que fue víctima de los abusos en ese año, cuando tenía 16, durante el sacramento de la confesión en un centro para estudiantes en Lima.
“Lo único que quiero es que sepa la verdad y que aparte de la Iglesia a un pastor que me ha hecho daño”, expresó en su misiva citada en el diario. Además de esta acusación reciente, fuentes citadas en el reportaje indicaron que el exarzobispo ya había enfrentado acusaciones similares en 2002, aunque estas no prosperaron.