El número de pacientes con cáncer ha aumentado considerablemente en los últimos años. Para el 2050, se estima que habrá 35 millones de nuevos casos, según la Organización Mundial de la Salud. Los malos hábitos de vida, el tabaquismo, la exposición a factores de riesgo, así como el crecimiento poblacional han generado que cada vez más personas desarrollen alguna neoplasia. Esta enfermedad muchas veces puede prevenirse si se toman medidas adecuadas y a tiempo.
En nuestro país, enfrentamos retos muy importantes en cuanto a educación y acceso de servicios de salud preventiva. Es crucial fomentar campañas de concientización y asegurar que toda la población tenga a su disposición exámenes de detección y tratamientos oportunos. Diagnosticar el cáncer en etapas iniciales no solo salva vidas, también disminuye costos asociados y el impacto emocional que causa en los pacientes y en sus familiares.
Implementar cambios en el día a día, sin duda, contribuye de manera significativa a mantenernos fuertes y saludables. Aquí algunas pautas:
No fumar. El cigarro es responsable del 25% al 30% de las muertes asociadas a diversas neoplasias. Dejar este mal hábito y evitar la exposición al humo de segunda mano son medidas cruciales para reducir riesgos.
Seguir una alimentación balanceada. Aumentar el consumo de frutas y verduras, limitar la ingesta de carnes rojas y procesadas, además de optar por granos enteros, son prácticas dietéticas que pueden ayudar a prevenir un sinnúmero de patologías, incluídos varios tipos de cáncer. Se calcula que entre el 30% y 35% de muertes por esta enfermedad están íntimamente vinculadas con el régimen nutricional.
Realizar actividad física. Practicar algún deporte con regularidad ayuda a mantener un peso adecuado y disminuir la probabilidad de desarrollar cáncer de mama y de colon. Diversos estudios demuestran que el sedentarismo debilita los huesos, acelera la pérdida de masa muscular y de fuerza y afecta al metabolismo.
Limitar el consumo de alcohol. Está comprobado que la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de padecer cáncer de hígado, mama, colon, entre otras neoplasias. Por ello, se aconseja restringirlo al máximo o evitarlo por completo.
Protegerse de la exposición excesiva al sol. Este es un factor de riesgo conocido para prevenir el cáncer de piel, en especial, durante el verano. Se recomienda la aplicación de bloqueador a diario, el uso de ropa protectora y evitar permanecer a la intemperie entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.
Realizar chequeos médicos periódicos. Esto permite detectar cambios en el cuerpo y/o patologías en etapas iniciales. Los controles anuales son fundamentales en niños y adultos.
Vacunación contra el Virus Papiloma Humano (VPH). Se recomienda para niñas y niños entre 9 y 14 años, idealmente antes del inicio de la vida sexual. Esta medida tiene como objetivo principal prevenir el cáncer de cuello uterino y otras neoplasias asociadas al VPH.
Exámenes preventivos
Tan primordial como seguir un estilo de vida saludable es realizarse chequeos oncológicos preventivos, sobre todo, si se tiene factores de riesgo como antecedentes familiares, malos hábitos y enfermedades preexistentes para personalizar estrategias de cribado. Además, es conveniente que el médico informe al paciente acerca de los beneficios y las limitaciones de cada prueba para que las decisiones que se tomen sean compartidas y bien informadas.
Cáncer de mama. La mamografía es el examen recomendado para mujeres con riesgo promedio. Según las guías de la American Cancer Society se sugiere comenzar con mamografías anuales a partir de los 40 años. Por otro lado, la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) recomienda practicarlas cada dos años en mujeres de 50 a 74 años, dejando la decisión de iniciar antes como algo individualizado.
Cáncer de cuello uterino. A partir de los 21 años, se aconseja hacerse una prueba de Papanicolaou cada tres años. Desde los 30 años, se puede optar por una combinación de Papanicolau y examen de VPH cada cinco años, o continuar solo con Papanicolau cada tres años, hasta los 65 años.
Cáncer colorrectal. En hombres y mujeres de riesgo promedio, el cribado debe iniciarse a los 50 años, aunque recientemente la USPSTF ha bajado esta recomendación a los 45 años. Las opciones incluyen colonoscopia cada 10 años, sigmoidoscopia flexible cada 5 años o pruebas anuales de sangre oculta en heces.
Cáncer de pulmón. Para personas de 55 a 74 años con un historial significativo de tabaquismo (al menos 30 paquetes al año), se indica una tomografía computarizada de baja dosis (LDCT) anual. Esta aplica tanto a fumadores actuales como a quienes hayan dejado el cigarro en los últimos 15 años.
Cáncer de próstata. La decisión de realizar pruebas de antígeno prostático específico (PSA) y examen rectal digital (DRE) debe ser discutida de manera individualizada con hombres a partir de los 50 años, evaluando los riesgos y beneficios de estas pruebas.
La salud debe ser nuestra prioridad. Es fundamental estar atentos a cualquier síntoma sospechoso y buscar orientación médica a tiempo. La lucha contra el cáncer es una tarea que nos involucra a todos: pacientes, profesionales de la salud y las instituciones públicas y privadas. Solo trabajando juntos podemos enfrentar este desafío.