Así fue como el Perú le declaró de guerra a Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial

En febrero de 1945, Perú dejó atrás la neutralidad para enfrentar a Alemania y Japón, fortaleciendo su relación con los Aliados y garantizando un papel crucial como miembro fundador de la ONU en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial.

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Al alinearse simbólicamente con los
Al alinearse simbólicamente con los aliados, Perú aseguró su lugar entre los fundadores de Naciones Unidas y fortaleció su influencia diplomática. (iperu.com)

La Segunda Guerra Mundial, el conflicto más devastador del siglo XX, redibujó las fronteras políticas y los destinos de las naciones. Aunque distante de los frentes de batalla en Europa y Asia, Perú no permaneció ajeno a la tormenta que transformaba al mundo.

Inicialmente neutral, como la mayoría de los países latinoamericanos, el país sudamericano afrontó dilemas internos y externos antes de tomar una decisión histórica: declarar la guerra a Alemania y Japón el 12 de febrero de 1945.

Este paso crucial no solo aseguró su inclusión en los Aliados, sino que también definió su postura ante la comunidad internacional en un momento de grandes transformaciones.

Neutralidad en tiempos de incertidumbre

A pesar de su lejanía
A pesar de su lejanía del frente de batalla, Perú no escapó a las sombras de la guerra. Su neutralidad inicial respondía a necesidades internas, pero el mundo pronto lo obligaría a tomar partido. (PUCP)

Durante los primeros años del conflicto, Perú adoptó una política de neutralidad, buscando mantenerse al margen de la guerra que desangraba a Europa. La situación interna del país, marcada por una reciente recuperación de la crisis económica de los años treinta, exigía prudencia.

No obstante, las tensiones políticas internas complicaron el panorama: algunos sectores simpatizaban abiertamente con el fascismo de Benito Mussolini, mientras que otros buscaban acercarse al modelo democrático defendido por los Aliados.

En 1939, mientras Alemania invadía Polonia y detonaba la guerra mundial, Manuel Prado Ugarteche asumía la presidencia en Perú. Si bien el gobierno mantuvo una postura neutral, sus vínculos con Estados Unidos comenzaron a estrecharse.

A través de acuerdos comerciales y financieros, como un préstamo de 10 millones de dólares gestionado entre el Banco Central de Reserva y entidades estadounidenses, el país fortaleció su economía y consolidó una relación estratégica con Washington.

El ataque a Pearl Harbor

La neutralidad de Perú tambaleó
La neutralidad de Perú tambaleó tras el ataque a Pearl Harbor. Seis semanas después, rompió las relaciones con el Eje, acercándose cada vez más a los Aliados y su lucha contra el fascismo. (Andina)

El 7 de diciembre de 1941 marcó un punto de quiebre en la política internacional. El ataque sorpresa de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en Hawái, cambió el curso de la guerra. Estados Unidos, hasta entonces renuente a intervenir directamente en el conflicto, declaró la guerra a Japón y, posteriormente, a las potencias del Eje. Este hecho repercutió en toda América Latina, incluido el Perú.

Apenas seis semanas después del ataque, el gobierno peruano rompió relaciones diplomáticas con Alemania, Japón e Italia, dejando clara su inclinación hacia el bloque Aliado. Aunque el país aún no entraba formalmente en el conflicto, este paso significó un cambio de rumbo, impulsado por la creciente influencia estadounidense y el rechazo hacia las agresiones de las potencias del Eje.

Además de colaborar con materias primas estratégicas, Perú se convirtió en un aliado clave para garantizar la estabilidad en el hemisferio sur.

Deportaciones y persecuciones en territorio peruano

La guerra no solo se
La guerra no solo se peleó en los frentes. En Perú, comunidades japonesas y alemanas sufrieron persecuciones y deportaciones, presionadas por la política de seguridad dictada por EE. UU. (BBC)

La entrada de Perú en la esfera de los Aliados trajo consigo decisiones que afectaron directamente a comunidades extranjeras dentro de su territorio. Las políticas gubernamentales adoptaron un carácter represivo, especialmente contra ciudadanos japoneses y alemanes residentes en el país. Escuelas vinculadas a estas comunidades fueron cerradas, propiedades confiscadas y cientos de personas deportadas.

El caso de los japoneses fue particularmente duro. Bajo presiones de Estados Unidos, muchos ciudadanos de origen japonés fueron enviados a campos de concentración en territorio estadounidense, acusados sin pruebas de ser espías o colaboradores del Imperio Japonés.

Estas medidas respondían tanto a la paranoia de la época como a prejuicios raciales que ya existían en Perú, exacerbados por el conflicto global. Este capítulo, que permanece como una herida en la historia nacional, dejó en evidencia las tensiones internas y el impacto del racismo en tiempos de guerra.

El ingreso formal al conflicto

Con la guerra en su
Con la guerra en su fase final, Perú tomó posición y se unió a los Aliados. Su declaración de guerra no cambió el conflicto, pero sí su rol internacional y su futuro diplomático. (ONU)

El 12 de febrero de 1945, cuando la derrota de las potencias del Eje parecía inminente, Perú dio el paso decisivo al declarar la guerra a Alemania y Japón. Esta decisión, más simbólica que militar, buscaba asegurar su lugar en el nuevo orden internacional que se perfilaba tras el fin del conflicto.

Perú no envió tropas al frente, pero su apoyo estratégico a los Aliados, especialmente a través de la exportación de materias primas, fue reconocido internacionalmente.

Este movimiento permitió a Perú ser uno de los países fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada el 24 de octubre de 1945. La participación en este organismo consolidó su rol como defensor de la paz y los valores democráticos en el escenario global. La guerra, aunque breve para el país en términos de participación directa, dejó un legado significativo en su política exterior y en su relación con las potencias aliadas.

Con su entrada tardía al conflicto, Perú se posicionó como un actor comprometido con los ideales de justicia y cooperación internacional, marcando un antes y un después en su historia.

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