
En las entrañas del Centro Histórico de Lima se oculta un lugar tan único como enigmático: un cementerio subterráneo que ha sido testigo de siglos de historia. Se encuentra debajo de una de las iglesias más representativas de la capital peruana y fue el lugar de descanso final para millas de personas, muchas de ellas provenientes de las clases bajas de la época colonial. Este sitio, que no solo conserva restos humanos, sino también historias perdidas, se erige como un emblema de las prácticas funerarias de los siglos pasados, y lo convierte en el único de su tipo en toda Latinoamérica.
Desde su descubrimiento en 1943, este cementerio ha fascinado tanto a historiadores como a turistas. Lo que comenzó como un espacio reservado para el descanso de los difuntos se transformó en un atractivo turístico y un invaluable legado cultural. Lo que muchos desconocen es que este lugar, además de ser un camposanto, es un testimonio de la vida y muerte en la Lima colonial.
Las catacumbas de San Francisco: un legado histórico

Ubicadas bajo la iglesia y convento de San Francisco, las catacumbas de Lima son uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad. Este templo, que data del siglo XVII, es una joya de la arquitectura barroca limeña y un testigo silencioso del esplendor colonial. Durante más de dos siglos, sus criptas subterráneas sirvieron como el principal cementerio de la ciudad. Miles de restos humanos reposan aquí, en un espacio que combina misticismo y arte.
Las bóvedas subterráneas, diseñadas para optimizar el uso del espacio, alojan pozos comunes donde los huesos se disponen en patrones geométricos. Este diseño no solo reflejaba un sentido práctico, sino también un simbolismo espiritual. La iglesia y su cementerio subterráneo no solo cumplían una función religiosa, sino que también representaban un punto de encuentro para la comunidad de la época.
Un cementerio de proporciones colosales
A más de 10 metros de profundidad, el espacio subterráneo alberga las osamentas de más de 25.000 personas. Las tumbas fueron dispuestas con meticulosidad, evidenciando la devoción religiosa y el respeto por los difuntos. Este cementerio, que se extendía por varios niveles, estuvo en uso hasta principios del siglo XIX, cuando la creación del Cementerio General de Lima marcó el fin de esta práctica.

El sistema de bóvedas, construido con ladrillo y calicanto, es una obra maestra de la ingeniería de la época. La estructura fue diseñada para resistir el paso del tiempo, y aunque ha enfrentado los estragos de la humedad y el deterioro natural, se mantiene como un espacio icónico que conecta el pasado con el presente.
¿Por qué un cementerio subterráneo?
Según el portal BBC, la tradición de enterrar a los muertos en iglesias o sus alrededores tiene raíces europeas, y los colonizadores españoles la trasladaron a América Latina. En el caso de Lima, San Francisco era el epicentro de la comunidad religiosa y social. Enterrar a los fallecidos bajo la iglesia era una forma de santificar sus restos y acercarlos a la tierra santa. Este cementerio no solo cumple una función espiritual, sino que también responde a la necesidad de optimizar el espacio urbano.
Durante siglos, las catacumbas fueron testigos de un profundo respeto por los difuntos. Más allá de su función como lugar de descanso eterno, representaban una conexión simbólica entre la vida terrestre y la eternidad. En este espacio, la muerte adquiriría un carácter comunitario y espiritual que igualaba a todos, sin importar su estatus social.

Un patrimonio que cautiva al mundo
El redescubrimiento de las catacumbas en 1943 marcó un antes y un después en la historia de Lima. Desde entonces, este sitio ha captado la atención de turistas, historiadores y arqueólogos, que encuentran en sus bóvedas una ventana al pasado. Las catacumbas se convirtieron en un atractivo turístico de gran importancia, recibiendo millas de visitas anualmente.
Además, en 1991, la UNESCO declaró a las catacumbas y al convento de San Francisco como Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento que subraya su valor histórico y cultural. Sin embargo, la conservación de este lugar representa un desafío constante debido a la humedad y la fragilidad de su estructura.
Las catacumbas de San Francisco son mucho más que un lugar de reposo para los muertos. Son un reflejo de la vida en la Lima colonial, un espacio donde la historia, la arquitectura y la fe se entrelazan para contar la historia de una ciudad que nunca olvida su pasado.