Porfirio Arias Acuña demostró que el éxito no se mide por el tiempo que lleva alcanzar una meta, sino por la determinación con la que se persigue un sueño. Hace más de medio siglo, un joven de 24 años dejó su tierra natal, Cañete, y partió hacia Lima con un objetivo claro: ingresar a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Era 1973 y lo impulsaba una sólida pasión por la física y las matemáticas. Sin embargo, la vida le impuso obstáculos que lo apartaron temporalmente de las aulas, pero nunca de su propósito. En 2023, a los 75 años, culminó la carrera de Ingeniería Eléctrica, convirtiéndose en un símbolo de perseverancia y dedicación.
En una entrevista reciente con el canal de YouTube de Robín Amado, el septuagenario recordó sus inicios en la UNI. “Ingresé al primer intento porque me preparé bien. En secundaria, las matemáticas, la física y la química eran sencillas para mí. Mis notas siempre estaban entre 18 y 20″, comentó. Porfirio ingresó tras asistir a una academia que reforzó su formación.
El camino universitario, sin embargo, no tardó en mostrar su rigor. En su primer examen de Matemática 1 obtuvo un 08. “Acostumbrado a sacar 18 y 19, fue un golpe duro, pero entendí la exigencia de la universidad”, señaló. Aquella experiencia lo motivó a estudiar con más disciplina. Las madrugadas se convirtieron en su aliada: “Me levantaba a las cinco, una mojadita de cabeza, y a estudiar”.
Los primeros obstáculos
“En el quinto ciclo me enfermé y no pude continuar”, recuerda. Esa pausa, obligada por problemas de salud, se prolongó mucho más de lo esperado. La necesidad de solventar sus gastos también se convirtió en un desafío constante. “Yo mismo tenía que pagar mi alquiler. Venía de provincia y no tenía familia en Lima. Era una situación complicada para estudiar”. La decisión de abandonar temporalmente la universidad no fue fácil, pero la realidad económica y su salud lo exigieron.
Mientras trabajaba como asistente en instalaciones eléctricas, su vida transcurría entre la necesidad de estabilizarse económicamente y el deseo latente de completar sus estudios. A pesar de los retos, su amor por la ingeniería lo llevó a perseverar. “Fabricé mi propia alarma antirrobo en casa. Fue algo que me incentivó a pensar en retomar la carrera”, comparte con entusiasmo.
El regreso a la UNI
En 2018, Arias decidió reincorporarse a la UNI, 45 años después. Los temores no eran pocos: “Cuando uno es joven, rinde más. Ya no era como antes, pero persistí”, confiesa. A pesar de las dudas, logró adaptarse al ritmo y las exigencias de la UNI, donde la excelencia académica es un requisito constante.
Los cursos no fueron fáciles. Entre los más complicados mencionó Física y Teoría de Campos Electromagnéticos. A pesar de las dificultades, logró adaptarse al ritmo académico y culminar sus estudios. “La persistencia da resultados. Si uno no se rinde, siempre es posible alcanzar lo que se propone”, afirmó.
Inspiración para las nuevas generaciones
Ahora, con 75 años, Arias prepara su tesis para obtener la licenciatura y desarrollar proyectos de automatización. Aunque considera que el uso de internet es fundamental para adquirir nuevos conocimientos, prefiere enfocarse en componentes como transistores, tiristores y relés para sus diseños iniciales. Su enfoque combina la experiencia práctica con un aprendizaje constante.
Cuando se le pregunta sobre su mensaje para los jóvenes, su respuesta es clara y directa: “Persistir siempre da resultados. Si Dios nos ha dado inteligencia, hay que usarla para avanzar. La clave está en no rendirse”. Con esta reflexión, Arias deja en claro que la educación es una herramienta poderosa que trasciende la edad y las circunstancias.