Compromiso y acción, el rol del empresariado para frenar la corrupción

Si miramos en retrospectiva, la corrupción le ha dejado al Perú cuantiosas pérdidas económicas y le ha quitado institucionalidad pública, crecimiento y desarrollo, confianza en la seguridad jurídica y posibilidades de atraer más inversión, local y extranjera

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(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Promover y fortalecer las medidas para prevenir y enfrentar de manera más eficaz y eficientemente la corrupción, es uno de los tres objetivos que se propuso la Convención de las Naciones Unidas al instaurar el 9 de diciembre como el Día Internacional contra la Corrupción. Sin embargo, como país tenemos un largo camino por recorrer para combatir este problema que se ha extendido a todo nivel.

Si miramos en retrospectiva, la corrupción le ha dejado al Perú cuantiosas pérdidas económicas y le ha quitado institucionalidad pública, crecimiento y desarrollo, confianza en la seguridad jurídica y posibilidades de atraer más inversión, local y extranjera.

Para afrontar este contexto, el sector empresarial juega un rol importante. Hoy, la corrupción puede manifestarse de muchas maneras, desde sobornos y fraudes hasta el uso indebido de recursos corporativos. Por ello, el desempeño y comportamiento de las organizaciones debe ser impecable, incorporando modelos de gobierno corporativo que busquen crear un ambiente seguro, transparente y con rendición de cuentas, a fin de generar confianza para los clientes, empleados y socios, y de esta manera garantizar el éxito sostenible del negocio y de todo el ecosistema.

En este camino, los lineamientos de compliance -que se centra en asegurar que las empresas operen dentro de los límites de la ley- y ESG (Environmental, Social and Governance, que amplía este enfoque al incorporar consideraciones éticas y sostenibles en todas las operaciones) son una guía medular frente a la responsabilidad con todos los stakeholders (colaboradores, proveedores, clientes y sociedad en general).

Así, para garantizar relaciones honestas, justas, respetuosas y dignas, es necesario que toda organización implemente varias acciones clave: en primer lugar, establecer comités de ética, que tomen acción sobre la actualización periódica de las políticas en materia de compliance y antisoborno, y revisen la guía de integridad en los negocios. Luego, a través de los códigos de ética y conducta claros y detallados, con el objetivo de promover transparencia e integridad, se definen las expectativas de comportamiento dentro de una empresa. En consecuencia, el código de ética debe cubrir aspectos como la prohibición del soborno, el manejo adecuado de conflictos de interés, y las normas para la aceptación de regalos y hospitalidad.

Un segundo aspecto para considerar es el realizar de manera regular auditorías internas y externas para detectar y prevenir la corrupción; estas deben abarcar todas las áreas de la empresa, monitoreando así de manera continua las transacciones y actividades puede ayudar a identificar patrones inusuales.

En tercer lugar, es vital adoptar políticas y procedimientos anticorrupción específicos que ayuden a prevenir, detectar y responder a actos de corrupción. Estas deben incluir canales claros y accesibles de denuncia para posibles actos de corrupción, con directrices que regulen su tratamiento, aseguren la protección de denunciantes, y detallen las consecuencias para quienes incumplan las políticas. Aquí, el c+ompromiso de la alta dirección con la asignación de recursos adecuados es vital, a fin de que se implementen de forma efectiva estas políticas.

La capacitación y concienciación son un cuarto punto a destacar, ya que esto requiere de un compromiso y trabajo constante, que va más allá de solo dar a conocer las políticas anticorrupción de la organización, también implica aprender a identificar y reportar posibles actos corruptos.

Y, por último, es necesario fomentar una cultura de transparencia, es decir, crear un ambiente donde, por ejemplo, la rendición de cuentas sea un valor fundamental, y que se complemente con canales de comunicación abiertos para lograr la participación de todos los empleados.

Mediante esfuerzos continuos en esta lucha activa y sostenida contra la corrupción, las empresas podrán generar beneficios significativos como mejorar su reputación, reducir costos y aumentar la eficiencia, e incluso acceder a nuevos mercados; además de avanzar hacia una sociedad más justa y libre de prácticas deshonestas e ilegales.

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