Miguel Iza es una de las figuras más representativas del teatro, cine y televisión peruana. Con una trayectoria que abarca cuatro décadas, el actor de 56 años se ha destacado no solo por su talento interpretativo y dirección, sino también por su postura crítica frente a los problemas políticos y sociales que enfrenta el país.
Recientemente, se encuentra presentando la obra, La Verdad, que va hasta el 22 de diciembre en el Teatro Marsano. Esta puesta en escena le ha permitido hacer una reflexión, donde asegura que la verdad puede ser relativa de acuerdo a cada persona. “Muchas veces decimos la verdad solo para liberarnos de la culpa y no para realmente establecer comunicación con los demás”, indica Miguel Iza a Infobae Perú, que no dudó en plasmar su conjetura con lo que vivimos actualmente en nuestra sociedad.
“Es muy difícil que la gente tenga una visión clara sobre lo que es la verdad. Nuestros gobernantes nos mienten todo el tiempo. Nuestros amigos se ven obligados a mentirnos para no hacernos daño. Nuestros familiares, parejas o lo que fuera, constantemente tienen que sesgar la verdad para poder seguir viviendo en comodidad”, indica Miguel Iza, quien a diferencia de muchos de sus compañeros del arte, no concibe una conversación donde no se ponga sobre la mesa temas políticos.
“Es imposible escapar del tema. Nos han hecho creer que hablar de política es hablar malas palabras o hablar feo o cosas aburridas. Cada vez que alguien habla de política, cree que la posición siempre tiene que ser radical, no tiene nada que ver una cosa con la otra. Política es vivir en comunidad. Hasta que no reconozcamos que la política forma parte activa de nuestra vida, va a seguir siendo un gesto censurable”, indica el actor, quien recuerda haber crecido consumiendo programas políticos y escuchando discursos de líderes como Víctor Raúl Haya de la Torre y Francisco Diez Canseco.
“El problema es que los políticos de ahora no hacen política, y la gente no tiene tiempo para formarse una posición. Tienen miedo de hablar porque no quieren que los tachen de facho o de rojo. Cuando era chico, me encantaba ver programas políticos. Era muy interesante ver a personas elaborando un discurso, propuestas. Había personas realmente preparadas. Ahora, la política es hablar tonterías. Tenemos muy poca información valedera y útil como para formarnos una opinión. La frase no hay que hablar de política, religión y fútbol cobra mucho sentido porque genera discusión y la gente le huye a la discusión porque no sabe argumentar. Opinar no es maletear”, sentenció.
El apoyo de sus padres en sus inicios
Si bien es cierto desde chico consumió mucha política, también creció amando el arte. Miguel Iza asegura que fue de los pocos actores que han tenido la dicha de que sus padres lo apoyen en esta carrera desde el principio, teniendo en cuenta que fue en una época donde el país convulsionaba socialmente y la carrera tampoco estaba muy desarrollada.
“Mis papás me apoyaban mucho en todo. Mi mamá era una fanática de la actuación del teatro. Una actriz frustrada y me incentivaba mucho en la actuación. Mi padre finalmente fue el que me inscribió en la escuela. Yo soy de las pocas personas que pueden decir que gracias a sus papás crecí en esta carrera”, contó Miguel Iza, quien mientras buscaba oportunidades en este arte, trabajaba como programador de computadoras para costear sus gastos.
“Durante varios años estuve trabajando en las dos cosas (programación y actuación). Incluso, en un momento tuve que dejarlo porque ya no tenía vida. No dormía. Luego tuve que decidir. De alguna u otra manera siempre estuve vinculado con la actuación, desde chico tenía claro que era lo que quería hacer. Y los actores de mi generación somos muy pocos porque venimos de la época de la guerra, del conflicto interno. Sobrevivimos muy pocos. Muchos se tuvieron que dedicar a la pedagogía o a cualquier otra actividad para poder sobrevivir a esa época tan complicada”, recuerda.
La aventura de Miguel Iza en el teatro comenzó en 1983, cuando aún era un joven lleno de sueños y pasión por el arte escénico. Su talento pronto lo llevó al cine. En 1985, debutó en La ciudad y los perros, la adaptación cinematográfica de la obra de Mario Vargas Llosa, donde interpretó a Arrospide. Desde entonces, ha trabajado en proyectos destacados como ‘Prueba de vida’, ‘El acuarelista’, ‘Tarata’, ‘El limpiador’, ‘Coraje’, Django, la otra cara’, dejando huella en cada uno de sus personajes.
En el teatro, Miguel Iza ha encarnado personajes memorables en obras como Macbeth, Cyrano de Bergerac, Ricardo III y Los últimos días de Judas Iscariote. Como director, ha llevado a escena producciones como Tres historias de mar y Caricias, ganándose el reconocimiento de la crítica y del público. Recientemente, fue muy elogiado por su última película, Caiga quien caiga, donde asumió el reto de interpretar a Vladimiro Montesinos.
Para Miguel Iza el haber sido parte de todas estas producciones no solo han sido una gran satisfacción, sino también de mucha emoción, pues le ha permitido coincidir con figuras que iniciaron con él. “Es una suerte encontrarse con actores de tu generación”, recalca. “Somos sobrevivientes, hay un estandarte que tenemos”, acota.
“Es un medio muy difícil. Como sabemos, no hay apoyo del Estado y el arte en general no puede sobrevivir sin apoyo del Gobierno. Eso es algo que muy poca gente entiende o quiere ver. En casi todos los países del mundo, el Estado forma parte activa de la vida cultural y artística de las sociedades. Aquí en este país se ve como algo superfluo, como algo innecesario. Hay gente que no tiene acceso, la cultura y al arte han sido erradicados de la formación del ciudadano”, indica.
La fama, los castings y las jóvenes generaciones
Miguel Iza, quien además es docente de actuación, se refirió también a las jóvenes generaciones, indicando la importancia de ser actor y querer ser estrella, algo que aprendió gracias a sus maestros. El artista de teatro, cine y televisión asegura que si no te cuestionas constantemente, será más fácil perder tu horizonte.
“El cuestionamiento es la gran herramienta para crecer. No es leer. No es ir a clases. Todo eso es necesario, pero cuestionarse todo el tiempo es la mejor manera de, primero de elaborar, segundo de confirmar y tercero de mantenerse activo. No hay herramienta más útil para el desarrollo de una persona que el cuestionarse constantemente las cosas. Son muy pocas las instituciones educativas que se preocupan porque el alumno desarrolle criterio. Así es muy complicado la fama. Si ese es su objetivo, vale, háganlo, pero es importante establecer la diferencia entre el artista y la estrella. Una vez que lo tengas claro, elige lo que más te gusta”, señala.
A lo largo de su trayectoria, Miguel Iza ha encarnado a un sinfín de personajes, pero también ha sido rechazado para interpretar a otros. Sobre ello, el artista de 56 años deja claro que los castings son parte de su vida, y jamás ha sentido injusticia cuando no ha sido elegido. El actor asegura que sabe que su carrera está sujeta a la subjetividad, hecho que también lo deben tener en cuenta las nuevas generaciones.
“Hay que tener claro que un casting no determina si eres bueno, si sirves o no sirves. El casting define la visión subjetiva de la persona que va a elegir. Al ser tan subjetivo es imposible que defina lo que tú eres. Eso no debería marcar tu vida, desgraciadamente nos afecta mucho, pero no tiene nada que ver si es justo o no. No es una convocatoria abierta del Estado, es una convocatoria subjetiva para un producto subjetivo”, indica.
Pese a su trayectoria, Miguel Iza resalta que siempre está en constante aprendizaje, aprendiendo de sus colegas y nuevos talentos, guiando también a aquellos que están prestos a aprender. Conforme han pasado los años, el actor también ha tenido que adaptarse a la tecnología, la cual solo usa para difundir su trabajo, más no para exponer sus opiniones personales, pues le parece “una pérdida de tiempo” y de mucho cuidado. “La gente habla por gusto. Muy pocas personas puede decir que las redes las ayudan o las hace crecer”, sentenció.
Orgulloso padre
Si bien es cierto, Miguel Iza indica que sus deseos de ser actor nacieron en medio de un entorno familiar donde nadie ejercía la profesión, el artista confiesa que su hijo Franco Iza no tenía otra opción. Con una gran sonrisa, contó que con un padre y una madre abocados a la actuación, era casi predecible que eligiera la misma carrera, pues creció en medio de guiones, grabaciones y vestuarios.
Hoy en día, Franco Iza tiene 33 años, es director de teatro, dramaturgo, actor y guionista. Su nombre se hizo más popular gracias a su participación en Al Fondo Hay Sitio.
“Creo que para él fue una cosa muy natural ingresar al mundo de la actuación y de la creación artística. No sé qué consejo le habré dado en el camino, porque aparentemente es un gran profesional. Digo, aparentemente, porque es muy subjetivo que yo lo diga, pero si yo lo viera de afuera, diría exactamente eso, que es un gran profesional y que se ha formado en la vida. Consumir constantemente arte y creación lo ha hecho y llevado a ser lo que es ahora.”, sentenció un orgulloso Miguel Iza.