
Los peruanos que han entregado su vida con tal de defender la patria son muchos, pero pocos son los que han sobrevivido a sus hazañas para después poder contarlo.
Ese es el caso de Melitón Carvajal, quien fue una figura emblemática de la historia peruana, representando el coraje y el servicio a la patria en una era de desafíos y reconstrucción.
Primer defensa

Nacido en Lima el 10 de marzo de 1847, Manuel Melitón Carvajal Ambulodegui, creció en el seno de una familia vinculada con la medicina. Era hijo del médico de origen colombiano Manuel Ignacio Carvajal y de la dama María del Pilar Ambulodegui.
Egresó en 1863 como guardiamarina, y comenzó su carrera a bordo de las fragatas General Plaza, Apurímac y Amazonas. La defensa del Callao, el 2 de mayo de 1866, fue uno de sus primeros grandes desafíos.
Como parte de la tripulación de la cañonera Tumbes, enfrentó a la escuadra española, un episodio que marcó el orgullo nacional. En reconocimiento a su valentía, ascendió a teniente primero y continuó enseñando en la misma institución naval donde se formó, contribuyendo al desarrollo de futuras generaciones de marinos.
Con Grau hasta el final

Sin embargo, su verdadero temple fue probado en 1879, al estallar la Guerra del Pacífico. Para entonces, Carvajal había alcanzado el rango de capitán de fragata y fue nombrado jefe de Estado Mayor de la Primera División Naval del Perú, embarcándose en el legendario monitor Huáscar bajo las órdenes del Almirante Miguel Grau.
Su participación en los combates a bordo del Huáscar fue crucial. Carvajal presenció la legendaria resistencia del buque frente a las fuerzas chilenas, pero fue durante el Combate de Angamos donde su valentía fue puesta a prueba de manera definitiva.
A pesar de sus heridas, su espíritu no se quebró; fue tomado prisionero, pero su posterior liberación mediante un canje lo convirtió en un héroe viviente para el pueblo peruano. Su figura comenzó a representar no solo la valentía, sino también la dignidad y el sacrificio por la patria.
Tras su retorno, Carvajal fue enviado a Europa en 1880 con la misión de adquirir armamento y supervisar la construcción de las cañoneras Lima y Callao, en un esfuerzo por fortalecer la capacidad bélica de la nación devastada por la guerra.
En la política

Dos años después, en 1883, fue elegido diputado por la provincia de Huaylas, participando en el Congreso de la República que sesionó en Arequipa durante el gobierno del contralmirante Lizardo Montero. Durante esta etapa, Carvajal continuó desempeñando un papel clave en la reconstrucción del país, particularmente en las áreas de comunicaciones y defensa.
En 1890, con el grado de capitán de navío, presidió una misión en Valparaíso, Chile, a bordo de la cañonera Lima, para repatriar los restos de peruanos caídos durante la Guerra del Pacífico. Este acto de respeto hacia los héroes nacionales fue un reflejo de su profundo patriotismo.
Con el nuevo siglo

El ascenso a contralmirante en 1901 coronó su carrera naval, tras su participación en la renovación de la flota peruana. De hecho, supervisó la construcción de los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi en astilleros ingleses, y comandó personalmente su travesía hasta el puerto del Callao en 1907.
El héroe no solo brilló en el campo militar y político, sino también en el intelectual. Como presidente de la Sociedad Geográfica de Lima entre 1919 y 1924, Carvajal participó activamente en debates sobre temas científicos y geográficos.
En particular, protagonizó un importante intercambio de ideas con el célebre matemático Federico Villarreal sobre la verdadera extensión territorial del Perú. Su participación en estos debates demostró su compromiso con el progreso y el conocimiento, además de su capacidad para incidir en el desarrollo del pensamiento científico en el país.
El fin

En 1927, tras más de sesenta años de servicio, Carvajal se retiró del servicio activo con el rango de vicealmirante. Su legado, sin embargo, perduraría mucho más allá de su retiro.
Finalmente, el 19 de septiembre de 1935, en su ciudad natal de Lima, Manuel Melitón Carvajal Ambulodegui falleció a los 88 años, dejando tras de sí un legado de valentía, honor y servicio inquebrantable a la patria.