Esta historia empezó una mañana de enero pasado en el balneario de Máncora. Thomas Gimbert (42), arquitecto francés reconocido por su propuesta hotelera en el balneario, acudió a recoger a su hijo a la escuela, donde llevaba talleres de verano por vacaciones, pero no lo encontró.
Fue un momento inusual. Contactó por mensaje a su expareja, la nutricionista Talía Lanata, la timbró por celular sin éxito. Días después, según su denuncia, supo que el pequeño había sido trasladado por ella a Lima de manera arbitraria. No tiene noticias sobre su paradero desde entonces.
Lanata y Gimbert entablaron una relación en 2016 y, dos años después, nació su primogénito, un ciudadano francoperuano de cuatro años y medio. A inicios del 2022, decidieron mudarse a Francia y acordaron una tenencia compartida de manera convencional ante las autoridades del país europeo.

“Había completa libertad para visitar y atender a mi hijo para que sienta la presencia constante y diaria de ambos –cuenta Gimbert a Infobae–. Incluso, si no podíamos estar físicamente juntos, por motivo de viaje o trabajo, siempre lo veía por videollamada, nunca he estado más de un día sin verlo y/o hablar con él”.
A fines de 2022, cuando acordaron pasar vacaciones en Máncora, suscribieron otro acuerdo adicional, refrendado por dos abogados (uno por cada parte), en el cual se establecieron los términos y condiciones del cuidado del niño durante la estadía de visita por vacaciones. El viaje fue el 21 de diciembre de 2022 y, según el documento, la fecha de retorno de Gimbert y su hijo sería el 5 de febrero de 2023, dos semanas antes en que arribaría Lanata.

Al día siguiente, el pequeño fue conducido a la capital bajo el “pretexto” de ver a su abuelo convaleciente. Los boletos de avión dan cuenta de que viajó a Lima el 11 de enero.
“Lo importante aquí es que no hubo rencilla o desencadenante para que ocurriera toda esta situación. No me explico por qué ha actuado así, salvo por una negativa de volver a Francia”, comenta.
Gimbert viajó a la capital peruana en busca de su hijo, pero en todo momento ha sido derivado a la defensa de su pareja, que solicita, en rigor, la tenencia exclusiva y residencia en Perú, así como una manutención seis veces mayor a la acordada.
“Lo que me ha dicho es que debo firmar este nuevo acuerdo si quiero volver a ver a mi hijo, pero eso se llama extorsión”, señala el francés.
El estudio Murillo, que respalda a Lanata, no respondió a Infobae.

Su defensa, en tanto, ha elevado una denuncia por violencia familiar por retención ilegítima y sustracción de menor, y, ante las autoridades de su país natal, ha pedido la restitución internacional en coordinación con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (autoridad central).
“Mi expareja, hasta el momento, no se apersona a las citaciones, según se me ha notificado –dice–. Además, ahora intenta tergiversar mi pedido como si fuera violencia psicológica. Si ella quiere vivir en Perú, no hay ningún problema, encontraremos una solución, pero esa no es la manera”.
“Hoy desconocemos la ubicación de la madre y el niño en el Perú, [pese a que] se iniciaron numerosos procedimientos legales, alertaron a la prensa, se contactaron a las autoridades consulares y la embajada de Francia en Perú”, señaló en un pronunciamiento compartido en Facebook.
El político ratificó la participación de la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, en la localización del menor, e invocó la involucrada a considerar”, ante todo, el interés del niño” y permitir “una solución pacífica a esta situación crítica”.
Gimbert aguarda celeridad. Por ahora solo le quedan las lágrimas.