
Cuando se trata de alimentación animal, siempre hay algo que ha desconcertado a los dueños de mascotas: ¿por qué los gatos parecen ser más exigentes con lo que ingieren en comparación con los perros, que no tienen reparos en devorar lo que les pongas frente a ellos?
Si bien muchos pensarían que es una cuestión de personalidad, un par de estudios recientes están revelando que los gustos alimentarios de estos animales están profundamente influenciados por factores biológicos, como su genética y sus necesidades nutricionales.
Qué descubrieron en el ADN de los gatos
Uno de los hallazgos más interesantes en este sentido es que los gatos tienen una relación peculiar con el sabor dulce. A diferencia de los perros, los cuales disfrutan de este tipo de sabor, los felinos carecen de la capacidad genética para detectarlo.
Este descubrimiento se realizó a través del análisis de sus genes, que revelaron que los gatos no poseen una versión funcional de un gen llamado Tas1r2, que es esencial para percibir el dulzor en los alimentos. En cambio, los felinos tienen una afinidad mucho mayor por el umami, el sabor asociado con los alimentos ricos en proteínas, como el atún y otros pescados.

Qué tipo de alimento le gusta a los gatos
Este dato tiene implicaciones directas sobre cómo los gatos seleccionan sus alimentos. Los estudios han demostrado que, cuando se les da a elegir entre agua común y agua con compuestos de umami, los gatos prefieren la segunda opción. “Creemos que el umami es el principal impulsor de la ingesta de los gatos”, afirma Scott McGrane, científico del Instituto Científico Waltham Petcare.
De este modo, no es casualidad que los gatos tengan una predilección por el pescado de agua salada, un alimento cargado de este sabor tan particular. Los perros, en cambio, son más flexibles: pueden saborear tanto lo dulce como el umami, lo que explica su tendencia a comer casi todo lo que se les presenta.
El comportamiento alimentario de los gatos está relacionado con su naturaleza de carnívoros obligados. Su biología está diseñada para consumir una dieta rica en proteínas animales, lo que los hace mucho más selectivos cuando se trata de saborear algo fuera de esta preferencia.
Por otro lado, los perros, que son omnívoros, tienen una dieta más variada que incluye no solo carne, sino también vegetales y cereales. “Una de las razones por las que los perros no son tan quisquillosos es que pueden comer una gran variedad de alimentos”, afirma McGrane.
Lo que los estudios revelan sobre la dieta de los gatos

El comportamiento alimenticio de los gatos ha sido objeto de diversas investigaciones, y uno de los hallazgos más recientes y sorprendentes proviene de un estudio publicado en el Journal of Experimental Biology.
En este estudio, la profesora Jean Hall y su equipo de la Universidad Estatal de Oregón descubrieron que la preferencia alimentaria de los gatos no se alinea con las creencias tradicionales sobre su necesidad de una dieta rica en proteínas. De hecho, los resultados mostraron que los gatos prefieren una cantidad significativa de carbohidratos, mucho más de lo que se pensaba.
El estudio incluyó 17 perros y 27 gatos, y se les permitió elegir entre alimentos con diferentes macronutrientes, tales como grasas, carbohidratos y proteínas. Los resultados indicaron que los gatos, en promedio, eligieron obtener un 43% de sus calorías de carbohidratos, frente al 30% de proteínas. Por otro lado, los perros se inclinaron por una dieta con un 41% de grasas y un 36% de carbohidratos.
“Las cifras fueron muy diferentes de lo que se esperaba tradicionalmente”, comentó Hall, quien expresó que este descubrimiento podría desafiar las fórmulas de marketing utilizadas por la industria de alimentos para mascotas, que se enfocan en altos niveles de proteína para los gatos.
Una revelación interesante del estudio fue que los gatos más jóvenes, con menos masa corporal magra, tendían a elegir más proteínas que los gatos mayores, lo que podría tener que ver con sus necesidades metabólicas. Los perros mostraron una tendencia similar: los más jóvenes y con menos grasa corporal preferían las proteínas, mientras que aquellos con mayor masa grasa se inclinaban por las grasas.

Implicaciones para la salud de los gatos mayores
Además de las preferencias alimentarias, el estudio de Hall también reveló información importante sobre cómo las dietas afectan a los felinos mayores. Los gatos de mayor edad presentaban niveles significativamente más bajos de DHA, un ácido graso omega-3 crucial para la salud cerebral, ocular y cardiovascular.
Esto se debe a que los gatos más viejos son menos eficientes en la síntesis de DHA a partir de los alimentos, lo que podría tener implicaciones en su salud general. “Los gatos mayores son mucho menos eficientes en este proceso”, explicó Hall.
Otro hallazgo relevante fue que los gatos mayores tenían concentraciones más altas de productos catabólicos microbianos sulfatados, los cuales están relacionados con enfermedades cardiovasculares y renales en los humanos.
Hall sugiere que estos gatos podrían tener un microbioma intestinal diferente al de los más jóvenes, lo que podría explicar estos elevados niveles de descomposición de proteínas. Este descubrimiento resalta la importancia de una dieta adecuada para los gatos mayores, no solo en términos de cantidad de proteína, sino también en su capacidad para procesar estos nutrientes.

El futuro de la nutrición para mascotas
Comprender las diferencias sensoriales y alimenticias entre gatos y perros es fundamental no solo para los dueños de mascotas, sino también para la industria de la alimentación y la medicina veterinaria. La investigación sugiere que al comprender mejor cómo los animales perciben los sabores, especialmente en relación con el umami y los carbohidratos, se pueden desarrollar alimentos más saludables y sabrosos que se ajusten a sus necesidades reales.
Por ejemplo, algunos veterinarios ya han utilizado el concepto del umami para mejorar la dieta de los gatos que no tienen apetito. El científico japonés Yasuka Toda experimentó con copos de bonito seco, un ingrediente umami común en Japón, para estimular el apetito de los gatos en hospitales veterinarios.
Esta sencilla adición a la comida resultó ser efectiva en estimular el apetito de los felinos más enfermos. Este tipo de descubrimientos puede llevar a la creación de dietas más personalizadas que ayuden a los gatos y perros a mantener una salud óptima.
Sin embargo, los científicos advierten que aún queda mucho por aprender sobre cómo las especies perciben su mundo sensorial. “Nuestra investigación es solo la punta del iceberg”, cerró Peihua Jiang, investigadora del Monell Chemical Senses Center.