Depósitos tokenizados, stablecoins y cuentas virtuales: intermediar o desintermediar, ese es el dilema

Los reguladores enfrentan un desafío al tener que fijar perímetros de actuación y alcance en espacios donde los productos cada vez más tecnologizados resultan difíciles de distinguir, las fronteras nacionales se desdibujan, crece el anonimato y los canales de comunicación entre segmentos financieros se vuelven más interoperables e inmediatos

Guardar
Representación de la criptomoneda stablecoin
Representación de la criptomoneda stablecoin Tether (REUTERS/Dado Ruvic/Illustration)

El mundo financiero ya no es lo que era. La tradicional intermediación financiera canalizada a través de los bancos se está erosionando a partir del surgimiento de nuevos productos surgidos de actores como las fintechs; de ecosistemas como el cripto; y de tecnologías disruptivas como blockchain.

Rol de la intermediación

La intermediación del sistema bancario es un pilar fundamental de la economía moderna. Su origen se remonta a la necesidad de transformar el ahorro de quienes tienen excedentes de dinero en capital productivo para quienes lo necesitan impulsando a través del crédito el nivel de actividad, la generación de empleo y el crecimiento económico de un país.

La necesidad de brindarle estabilidad al rol sistémico de la intermediación sumado a la importancia de proteger a los ahorristas dió lugar a lo largo de décadas a la creación de la denominada red de seguridad bancaria conformada por: normas de regulación prudencial, la existencia de un prestamista de última instancia (bancos centrales), seguros de depósitos y esquemas de resolución, quedando los nuevos productos emergentes (cuentas virtuales, stablecoins) y sus emisores fuera de este perímetro protector.

La tradicional intermediación financiera canalizada a través de los bancos se está erosionando

Yo desintermedio , tu desintermedias, nosotros…

La aparición de las denominadas fintechs con la apertura de cuentas virtuales (CVUs en Argentina) con su capilaridad en los pagos y su posibilidad de actuar en algunos casos como reserva de valor comenzó a restarle capacidad de intermediación al sistema al capturar parte de los montos depositados en los bancos, dinero que en el caso argentino, en parte, vuelve al sistema bancario con otro formato a través de las inversiones que hacen esas billeteras en fondos de dinero de corto plazo (“money markets funds”).

Por otra parte, los denominados “stablecoins con un valor de mercado cercano a los 300 mil millones de dólares, como USDT o USDC surgieron como un puente indispensable para conectar al naciente ecosistema cripto con el sistema financiero tradicional, se fueron transformando rápidamente en una herramienta de pago transnacional pseudo anónima y programable, obligando a los bancos centrales a acelerar la creación de monedas digitales públicas (CBDCs) que actualmente se encuentran en diversos grados de desarrollo tanto en el segmento mayorista como el minorista.

En Argentina los denominados criptodólares se volvieron una opción atractiva, sobre todo para los más jóvenes, y actualmente pueden operarse en forma autocustodiada o a través de proveedores de servicios de activos virtuales (PSAVs) regulados por la Comisión Nacional de Valores.

El verbo tokenizar empezó a ser conjugado en forma cada vez más frecuente por bancos

Quienes utilizan cuentas virtuales o compran criptodólares extrayendo dólares (o pesos) del sistema bancario están reduciendo en distinta medida la capacidad de préstamo de mediano y largo plazo del sistema bancario en una intensidad e impacto difícil de calibrar.

Si no puedes contra ellos, únete

La respuesta del sistema financiero tradicional al creciente grado de adopción de instrumentos digitales vinculados al segmento cripto comenzó a hacerse notar en distintas áreas.

El verbo tokenizar empezó a ser conjugado en forma cada vez más frecuente por bancos, y por los distintos actores del sistema financiero, mercados, fintechs, empresas de servicios financieros en sus diversas versiones, tarjetas de créditos, proveedores de pagos, entre otros.

Los ejemplos abundan en los distintos segmentos financieros:

Un consorcio de diez grandes bancos internacionales (incluyendo a Santander, Bank of America, UBS, y Goldman Sachs) está explorando de forma conjunta la emisión de stablecoins atadas a divisas del G7 que operarían sobre blockchains públicas. Adicionalmente, bancos como Société Générale han lanzado su propia stablecoin vinculada al euro (EURCV), enfocada en servicios financieros regulados.

El banco Citi acaba de ampliar a su red de depósitos tokenizados en dólares la posibilidad de operar euros

Visa Inc. (V) lanzó recientemente un programa piloto que permite a empresas y plataformas enviar pagos directamente a las billeteras de stablecoins de los destinatarios.

Desde el segmento institucional financiero puede destacarse la iniciativa de BlackRock USD Institutional Digital Liquidity Fund (BUIDL) que tokeniza participaciones en un fondo del mercado monetario respaldado por activos tradicionales de alta calidad, a través de la blockchain de Ethereum.

Nace una estrella: los depósitos tokenizados

Ante este panorama de fuga de depósitos bancarios tradicionales hacia nuevos productos digitales, grandes bancos empezaron el proceso, no exento de riesgos, de tokenizar depósitos; esto es crear representaciones digitales programables de esos instrumentos que pueden movilizarse 24x7 a través de redes de registro distribuido, entre las que se destaca la cadena de bloques (blockchain).

Inicialmente estas iniciativas, como el token JPMD desarrollado por la banca JP Morgan apuntan al segmento mayorista, permitiendo, por ejemplo, a clientes multinacionales del banco desplazar depósitos en dólares entre Singapur y Nueva York durante un fin de semana en minutos.

En la misma línea el banco Citi acaba de ampliar a su red de depósitos tokenizados en dólares la posibilidad de operar euros con el objetivo de mejorar la liquidez y las capacidades de pago transfronterizas, en tiempo real y disponibles 24x7 para sus clientes institucionales.

Estados Unidos, China y la Unión Europea buscan fortalecer la presencia global de sus monedas -el dólar, el yuan y el euro- como instrumentos de poder e influencia

Recientemente el banco estadounidense USBC (U.S. Bank), anunció planes para lanzar su US Bank Coin, un depósito tokenizado en dólares que, según se reportó, estaría disponible para usuarios minoristas.

Geopolítica, entes centralizados y soberanía cognitiva, entre otras rivalidades cruzadas.

Estos desarrollos se dan en un contexto mundial marcado por la competencia estratégica entre potencias y la fragmentación del orden económico internacional, Estados Unidos, China y la Unión Europea buscan fortalecer la presencia global de sus monedas -el dólar, el yuan y el euro- como instrumentos de poder e influencia.

A modo de ejemplo, la Ley GENIUS (Guía y Establecimiento de la Innovación Nacional para las Stablecoins de Estados Unidos) aprobada este año apunta a fortalecer la hegemonía del dólar estadounidense al establecer un marco regulatorio que exige que las stablecoins vinculadas al dólar se respalden a la par con activos seguros y líquidos, principalmente bonos del Tesoro de EE. UU. y depósitos bancarios. Esta exigencia tiene un doble impacto, por un lado aumenta la demanda global por deuda estadounidense vinculando el crecimiento del mercado cripto a la financiación del gobierno de Estados Unidos, y por otro lado potencia a los tradicionales depósitos bancarios.

Al mismo tiempo, al prohibir la remuneración de stablecoins la normas en Estados Unidos y Europa buscan preservar el papel central de los bancos en la intermediación financiera -ya que sólo las entidades reguladas con productos tradicionales pueden ofrecer el pago de intereses sobre dinero digital-, evitando una desintermediación que restaría liquidez y poder al sistema financiero tradicional.

La Ley Genius apunta a fortalecer la hegemonía del dólar al establecer un marco regulatorio que exige que las stablecoins vinculadas al dólar se respalden a la par con activos seguros y líquidos

Por otra parte y en paralelo a la batalla geopolítica, se cruzan otras rivalidades en planos cruzados.

Entes centralizados (bancos centrales y comerciales) se enfrentan con redes y plataformas de registro distribuido y descentralizadas (DeFi) conformadas por un segmento del universo cripto tributario del creador anónimo del bitcoin, Satoshi Nakamoto.

Y en otro plano cada vez menos tangencial al sistema financiero temas vinculados a la privacidad, a la eficiencia, y a la autonomía enfrentan a grandes corporaciones tecnológicas con sus fintechs como Alphabet (Google Pay y Cloud), Apple (Apple Pay) o Amazon (Amazon Pay y AWS) con el concepto, aún difuso en sus alcances, de “soberanía cognitiva”, en referencia al control que individuos, comunidades o estados ejercen sobre sus datos, tecnologías, infraestructuras digitales y procesos de toma de decisiones en el ámbito digital, apuntando a un acceso libre a la información.

Confusión de confusiones, qué hacer con productos financieros similares pero distintos

Depósitos bancarios, depósitos tokenizados, cuentas virtuales, stablecoins, monedas digitales públicas van conformando el nuevo paisaje financiero al que acceden inversores de distintas latitudes de manera cada vez más sencilla.

Si bien un ojo desprevenido puede verlos como productos similares, tienen diferencias que impactan en los riesgos que asumen los inversores, en la estabilidad financiera y en el desenvolvimiento macroeconómico.

Elementos como la existencia o no de una red de seguridad, riesgos varios: de liquidez, operativos, de contraparte, de crédito o el rol de los reguladores constituyen características diferenciadoras de cada uno de estos productos que pasan desapercibidos en épocas tranquilas pero que resultan decisivas cuando recurrentemente aparecen dificultades.

Frente a este escenario, los reguladores enfrentan un desafío nuevo y complejo al tener que fijar perímetros de actuación y alcance en espacios donde los productos cada vez más tecnologizados resultan difíciles de distinguir, las fronteras nacionales se desdibujan, crece el anonimato y los canales de comunicación entre segmentos financieros se vuelven más interoperables e inmediatos.

Weitz es expresidente de CNV y Profesor de Finanzas Tecnológicas. Universidad de Buenos Aires y Díaz es Profesor de posgrado Gestión Estratégica de la Tecnología Informática (GETI), Universidad Nacional Rosario