
Escribo aún con la emoción por lo vivido este jueves en el templo de la calle Murillo de la Comunidad Dor Jadash. Una sinagoga hermosa en el corazón de Villa Crespo pronta a cumplir 110 años de su fundación. Escribo con las manos aún húmedas de haber enjugado muchas de mis lágrimas.
Acompañados de sus hijos, nietos y bisnietos, ocho sobrevivientes del Holocausto celebraron su Jai Mitzvá, las ceremonias de Bat Mitzvá de siete mujeres y Bar Mitzvá del único varón.

Debían haberlo celebrado en familia, a sus 12 y 13 años, rodeados de sus padres, de los afectos más importantes, constitutivos e irremplazables para la vida. Pero no pudieron. El nazismo se los negó.
Lo hicieron hoy siendo ya cada uno de ellos adultos mayores de entre 80 y 100 años, con cicatrices profundas, dueños de historias únicas e irrepetibles que merecen y deben ser contadas una y otra vez porque ese es el mandamiento de no olvidar que nuestra milenaria identidad judía cuida y cumple como valor y principio desde siempre.
Es el compromiso que refrendamos para la eternidad con la sangre de nuestros 6.000.000 asesinados en la Shoá. Y que volvimos a hacerlo el 7 de octubre de 2023. Como lo hacemos cada día.

Lágrimas y sonrisas al mismo tiempo acompañaron cada paso de la ceremonia. Las palabras de cada uno de ellos, sus cantos, recitado de bendiciones y expresiones de deseos, la lectura de la Torá, sus abrazos con familiares, amigos y de desconocidos que se multiplicaban para estar cerca, movilizaban todos los sentimientos imaginables y hacían a la vez que la mente volara.
Mi cabeza viajó como tantas veces al escuchar relatos, leer historias de vida, estudiar sobre aquella época de horror a cada lugar de esa Europa oscura mientras se nombraban los países desde donde se debió huir: Polonia, Alemania, Bélgica, Austria.
Escuchaba mientras imaginaba y recreaba el dolor, el espanto y la incertidumbre de ellos que fueron salvados por sus padres. Que fueron escondidos, desplazados, separados. Imaginaba que vieron y vivieron. Lo que sufrieron y soportaron. Lo que no olvidaron. A los que nunca sacaron de sus corazones. Los admiré.
Y a la vez, mis ojos guardaban para siempre estas nuevas escenas en sus vidas que se presentaban como una película sin fin, en la cual la vida brillaba e iluminaba encandilando por una comunidad congregada colmando la sinagoga que los recibía y arropaba. Los festejaba y celebraba.
Fue una ceremonia emocionante con un mensaje poderoso: frente al antisemitismo y el terrorismo los judíos respondemos con la vida. Somos un solo pueblo que valora su pasado, asume orgulloso su herencia, honra con su hacer el presente y crea con fe el futuro permanentemente.
Dice bien el rabino Marcelo Bater cuando les explica a los sobrevivientes que esta ceremonia conjunta llamada Jai Mitzvá, “no es un evento personal, sino una bendición para vos, para tu familia y para la historia de todos los judíos. Somos un pueblo resiliente. La memoria se transforma en esperanza, la herida se convierte en testimonio, la fe que desafía a la historia.”
Hay un valor agregado que debe destacarse en este tiempo donde el espacio virtual gana cada vez mas lugar reemplazando la belleza del contacto personal, de la relación cara a cara, de la tarea compartida, en conjunto.
Ese valor lo da saber que esta ceremonia nace del trabajo de dos instituciones. Fueron la Fundación Tzedaká con su programa de sobrevivientes y la Comunidad Dor Jadash quienes la inspiraron, les dieron contenido y forma haciéndola realidad.
No son datos menores, al contrario, el país y la comunidad en especial, requiere de estos ámbitos, donde la participación y el trabajo creativo y mancomunado con calidad y calidez sea motor y contenedor de nuestras acciones.
Ocho sobrevivientes, Anita, Pedro, Marysia, Lea, Alba, Betty, Ruth e Ilse, nos regalaron mucho. Nos volvieron a explicar el significado de las palabras “continuidad“ y “legado”. Fueron ejemplo de valentía y orgullo. Ejemplos que hoy, en este mundo tan violento, lleno de odio y guerra, de antisemitismo desbocado y furibundo son absolutamente necesarios. Imprescindibles.
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