
La recientemente conocida exhortación apostólica “Dilexi te” (“Te he amado”), publicada por León XIV en el día de hoy, ha despertado gran interés en la comunidad católica por su enfoque renovador sobre el amor preferencial a los pobres. No solo por la contundencia de su mensaje, sino por el proceso singular de su gestación: León XIV —como él mismo indica en el número 3— utilizó borradores y reflexiones preparadas por el Papa Francisco, quien no llegó a redactar el texto definitivo antes de fallecer. Esta circunstancia confiere al documento un carácter especial, donde la huella de Francisco —el Papa Bergoglio— se percibe en temas y enfoques clave, especialmente aquellos que desafían prejuicios y estructuras sociales tradicionales.
Condena a la meritocracia y crítica a la visión elitista
Organizada en cinco capítulos, en uno de los puntos más originales y provocadores del pensamiento de Francisco, recogidos en “Dilexi te”, se encuentra en la condena explícita a la idea de que la pobreza es consecuencia de una supuesta falta de mérito personal. Esta exhortación rechaza la lógica meritocrática que atribuye la condición de pobreza a la irresponsabilidad o la carencia de virtudes individuales. “No podemos decir que la mayor parte de los pobres lo son porque no hayan obtenido ‘méritos’, según esa falsa visión de la meritocracia en la que parecería que sólo tienen méritos aquellos que han tenido éxito en la vida” (DT 14).
Esta crítica, profundamente bergogliana, invita a la Iglesia y a la sociedad a repensar las causas estructurales de la exclusión, evitando caer en juicios simplistas que perpetúan el sufrimiento de los más vulnerables.
Asimismo, se advierte a las elites ricas que, desde su posición de poder, reproducen discursos y prácticas excluyentes: “De ese modo, en un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas elites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común” (DT 11).
Francisco, desde su experiencia pastoral en las periferias, siempre señaló el peligro de una Iglesia y una sociedad que se encierran en sus propios privilegios, olvidando la llamada evangélica a la justicia y la fraternidad. León XIV, al incorporar este enfoque, reafirma el compromiso de la doctrina social con una mirada crítica sobre las desigualdades y la concentración de riqueza.
La denuncia de la economía que mata y el pensamiento de Francisco
En el numeral 92, “Dilexi te” retoma una de las expresiones más contundentes del magisterio de Francisco: la denuncia de la “dictadura de una economía que mata” (DT 92). Aquí se pone en cuestión un sistema económico global que prioriza el lucro por encima de la dignidad humana, generando exclusión, pobreza y violencia. Francisco fue pionero en señalar que la economía, cuando se convierte en fin y no en medio, destruye vidas y comunidades, y sobreexplota la casa común. Este diagnóstico, plasmado con fuerza en el documento, llama a una conversión social y económica profunda, invitando a los católicos a no ser indiferentes frente a las injusticias estructurales.

Apoyo a los movimientos populares
Quizás uno de los aportes más revolucionarios de Francisco, que León XIV hace propios en este Documento, es el reconocimiento y apoyo a los movimientos populares. En los números 80 a 82, el texto valora el protagonismo de quienes, desde abajo y en condiciones de precariedad, luchan por tierra, techo y trabajo. “Debemos reconocer también que, a lo largo de la historia cristiana, la ayuda a los pobres y la lucha por sus derechos no han implicado sólo a los individuos, a algunas familias, a las instituciones o a las comunidades religiosas. Han existido, y existen, varios movimientos populares, integrados por laicos y guiados por líderes populares muchas veces bajo sospecha o incluso perseguidos. Me refiero (y hace propias palabras de Francisco) a un “conjunto de personas que no caminan como individuos sino como el entramado de una comunidad de todos y para todos, que no puede dejar que los más pobres y débiles se queden atrás. […] Los líderes populares, entonces, son aquellos que tienen la capacidad de incorporar a todos. […] No les tienen asco ni miedo a los jóvenes lastimados y crucificados” (DT 80).
Francisco supo ver en estos movimientos una semilla del Reino de Dios, una expresión concreta de solidaridad y justicia. Al destacar su importancia, León XIV reivindica la acción social como parte esencial de la misión eclesial, invitando a los fieles a acompañar y fortalecer estas iniciativas.

Conclusión
El documento “Dilexi te” es, en muchos sentidos, un homenaje y una continuación del pensamiento original de Francisco. Más allá de los temas tradicionales, León XIV ha sabido rescatar y potenciar aquellos aspectos que desafían la comodidad y llaman a una Iglesia en salida: la condena de los prejuicios contra los pobres, la crítica a las elites, la denuncia de las estructuras económicas injustas y el apoyo decidido a los movimientos populares. Estos aportes, lejos de perder vigencia, cobran nueva fuerza en el contexto actual, donde la exclusión y la desigualdad siguen siendo desafíos urgentes para la comunidad católica y para toda la sociedad.
[El autor es arzobispo de San Juan de Cuyo, presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina, asesor nacional de la Acción Católica Argentina y miembro del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano]
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