El gobierno de Javier Milei comete errores, pero eso no se corrige con una o dos oposiciones diciendo disparates.
De los errores del Gobierno ya se ha hablado mucho y ha habido autocrítica. Creo que el más importante fue el de pensar que se puede seguir usando siempre la misma receta, que en un momento te llevó al éxito, cuando las circunstancias cambiaron.
La política en democracia es una tarea de representación. No es lo mismo representar a un pueblo mayoritariamente enojado (cosa que se puede hacer utilizando la energía que genera el odio), que representar al mismo pueblo cuando quiere tranquilidad para crecer y trabajar para progresar.
En la sopa de palabras, las más utilizadas en 2023 eran angustia, bronca y descreimiento, mientras que tras la estabilización inicial y el orden social, la más recurrente fue esperanza. No es lo mismo representar a un furioso que a un esperanzado. Churchill ganó la guerra y perdió la primera elección posterior. La gente no quiere vivir en guerra permanente. Y el mundo contemporáneo cambia mucho y muy rápido, como su gente.
Sin embargo, la oposición tiene problemas y se los agrega a los pobres argentinos. Una primera dificultad, grande, es el diagnóstico económico que comparten las dos K, la ex presidenta y el gobernador de la provincia más grande: el problema de la Argentina es que no hay dólares. El razonamiento de ambos es que si se le dan los dólares a los empresarios protegidos (por no decir prebendarios), no alcanzan para pagar la deuda y, su conclusión frente a ello, es que no hay que pagar la deuda y hay que poner cepo. Es lo que probaron primero con Kicillof y luego con Massa. La conclusión es disparatada, porque la premisa es absurda. Manuel Belgrano y Mariano Moreno (ambos con retratos en el despacho presidencial) ya contestaron la pregunta de cómo hacerse de dólares u oro: dejando que se produzca y liberando el comercio. Si no dejás que vendamos lo que producimos mejor, no tendremos dólares. Punto. Con cepo y dólar barato no se podían exportar bienes ni servicios (los chicos se iban a cripto) y no se podía invertir porque nadie traía un dólar para que le paguen la mitad de su valor en pesos o si después no podía sacarlo o si no se pagaban las deudas y las tres cosas pasaban hace menos de dos años. No había dólares, salvo para los que coimeaban para que se los vendieran baratos y entonces sólo quedaba aumentar la inflación. Es increíble que esa siga siendo la propuesta de la principal oposición.
Otro disparate es el de quienes trabajan incansablemente para debilitar al gobierno, con el argumento de que hay que crear otra oposición más, pero que sea seria, linda y buena. Los serios, lindos y buenos no reemplazan a quienes representan a los que quieren flan, más planes platita y prebendas para vivir del Estado. Este razonamiento de que hay que debilitar lo que se hace bien para tener algo aún mejor, está flojo de papeles. Por un lado, el electorado democrático, republicano, cosmopolita y pro mercado, no es infinito y siempre habrá un sector que busque protección estatal que se opondrá al anterior. Por otro lado, no está grabado en piedra que todos los que se dicen serios, lindos y buenos, lo sean efectivamente.
La Argentina necesita humildad, conocimiento y esfuerzo, es verdad. Pero también necesita darse cuenta de que tenemos que llegar a la otra orilla, la orilla de la estabilidad, con inflación internacional de menos de 5% anual para poder crecer y no perderse el tren de la revolución tecnológica que pasa a toda velocidad. Vamos a movilizar la economía de todas las provincias cordilleranas vendiendo energía y de la región central vendiendo alimentos y de las ciudades con servicios y eso va a crear muchas industrias, pero no demos vuelta el bote en medio del río.
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