
Para empezar, es importante entender que significa el término cultura, para esto la definición del profesor Edgar H. Schein, uno de los referentes más reconocidos en este campo, puede ser de gran utilidad: “La cultura organizacional es un patrón de supuestos básicos compartidos que el grupo aprendió al enfrentar sus problemas de adaptación externa e integración interna, y que han funcionado lo suficientemente bien como para ser considerados válidos, por lo tanto, son enseñados a los nuevos miembros como la forma correcta de percibir, pensar y sentir en relación con esos problemas.”
En otras palabras, la cultura son los patrones de comportamientos y creencias que influyen en la forma de pensar, decidir y actuar de las personas que forman parte de las organizaciones y que, por ende, definen la cultura organizacional. La cultura no es algo estático: evoluciona con el tiempo, se adapta a los cambios del mercado, a la incorporación de nuevas tecnologías y a las expectativas de las personas que integran la organización.
Pero ¿por qué es tan importante la cultura en las organizaciones? La respuesta es tan sencilla como entender que para que las empresas crezcan y evolucionen al ritmo que exigen las necesidades de sus socios o sus clientes, la cultura puede ser un catalizador o un freno para conseguir resultados estratégicos.
Ahora bien, ¿Cómo los datos pueden influir o beneficiar a una cultura y, sobre todo, mejorar el desempeño de una organización? Cuando se incluyen unidades de información dentro de las formas de pensar y actuar en una cultura, se está promoviendo la toma decisiones basadas en hechos y no en suposiciones. Esto hace que las organizaciones optimicen recursos, pongan el foco en los resultados, identifiquen más rápidamente problemas e ineficiencias, y, por lo tanto, se vuelvan más productivas.
Según el artículo “Beyond The Tools: Building A Data-Driven Culture”, publicado por Forbes Technology Council en mayo de 2024, para el que se entrevistó a líderes de datos en empresas Fortune 1000, el 78% identifica que los principales desafíos para convertirse en una empresa orientada por datos están relacionados con la cultura, las personas, los procesos y la organización, y solo el 23% considera que las limitaciones tecnológicas son el mayor obstáculo. Esto demuestra que la adopción tecnológica por sí sola no garantiza resultados: es la mentalidad, la disposición al cambio y la capacidad de cuestionar prácticas existentes, lo que determina el éxito de una transformación basada en datos.
En conclusión, si solo los esfuerzos de las transformaciones digitales se concentran en las herramientas y no en la cultura, podemos estar perdiendo la enorme oportunidad de aprovechar el verdadero valor de los datos, mejorar la toma de decisiones y establecer relaciones sólidas con sus clientes y colaboradores.
La cultura de datos es un compromiso a largo plazo que requiere liderazgo, formación continua y una visión compartida. Las organizaciones que logren integrar este enfoque de manera transversal estarán mejor preparadas para anticipar tendencias, adaptarse a cambios inesperados y generar valor sostenible a lo largo del tiempo.
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