
El diálogo fue desalojado de la política argentina y en buena parte de una sociedad que primero batalló la grieta, tomó partido y abrazó con fuerza las intolerancias y disfrutó de los agravios. En la concurrencia a expresarse en este año electoral -en definitiva, eso es votar- hay una manifiesta retracción. Pareciera que la ciudadanía se está desenganchando de la grieta y mutando hacia la indiferencia. ¿La sociedad está manifestando una apatía activa? ¿Es el nuevo mensaje hacia la política?
Cuando el presidente Milei asumió, pareció que el mandato fue “¡reconstruya el sistema, Presidente!”. A un año y medio largo, no está puesta aún ni la piedra basal.
Javier Milei ganó sin partido propio en el 2023, un motivo más para que los partidos políticos existentes, ya rotos, implosionaran. Pero se advierte que no puede trasladar su ponderación positiva (de un 40/50%) a sus candidatos en las provincias. Es decir, el armado nacional –aún- no le está dando el resultado buscado. Logró ganar la capital de Salta, no Salta. Logró ganar en el departamento Rosario la elección para convencionales constituyentes, aunque no en Santa Fe.
Este domingo, las elecciones en CABA definen cosas más importantes que la elección en sí. Yendo por partes: se define quién tendrá la titularidad de la derecha en Argentina.
Si le gana el candidato de Milei a la candidata de Mauricio Macri, ese espacio quedará para una derecha que piensa que “el fin justifica los medios”. Si ocurre lo contrario, la derecha en la Argentina podrá decir “ganó el republicanismo” -aunque solo sea en CABA-. Ese republicanismo que está vacante en Argentina.
Se define además, con Leandro Santoro –de resultar ganador-, un nuevo perfil para el peronismo. Un hombre joven que viene del radicalismo y que se presentó sin padrinos.
No terció Cristina Kirchner como sí lo hicieron los otros dos presidentes. Todo ello en medio de una crisis entre Axel Kicillof y la ex jefa de Estado en provincia de Buenos Aires, donde el gobernador amaga con romper (se le escuchó decir en varias oportunidades: “Lo mío con Cristina es irreconciliable”). Algunos esperan que luego de junio el gobernador arme, de cara a octubre, su espacio, es decir, con el Frente que pergeña. Difícil.
Es cierto que el 2027 sería la mejor oportunidad para Kicillof. El gobernador Pullaro tendrá reelección. Llaryora aún no despegó de Córdoba. Esta cronista cree que en un futuro la Región Centro ampliada pondrá un candidato presidencial potente. Entender la Argentina del interior es un valor agregado para el despegue definitivo de un país que no arranca.
Pero, volviendo al domingo, Milei se juega más que Macri, porque es Presidente en ejercicio. No arriesga su gobernabilidad, pero en esta elección –no lo hizo en los otros territorios- puso el cuerpo. Imposible no medir en los resultados de CABA cuánto está dispuesta a acompañarlo la gente.
Entiendo que el Presidente aumenta –quizás hasta la exageración- la inyección de odios por doquier, creyendo que es su fortaleza. Al no tener estructura política, o tenerla en formación, debe recordar que es la opinión pública la que lo sostiene o le quita la silla.
Esa opinión pública puede cambiar de parecer tan repentinamente como cuando lo abrazó. Entiendo que la inflación fue el principal motivo del apoyo conseguido. Pero el mantenimiento de números inflacionarios a la baja hace que la gente que cree en él se apropie de ese logro y vaya por otros. Ahora hay otras demandas prioritarias, porque sus políticas generan otros miedos: aparecen la desocupación y la pobreza, principalmente.
Por estos días se habló, y mucho, del cambio de política arancelaria en Tierra del Fuego, ese especie de paraíso de ensamble tecnológico de Argentina. Está en su derecho a hacerlo, pero sustituyendo la motosierra por un plan de reconversión productiva a 5, 6 años o lo que demande. Un Presidente debe sopesar lo que sus políticas generan. En este caso, más desocupación, más pobreza.
Una postdata sobre CABA: no se entiende por qué Macri y Milei, que concertaron, milanesas de por medio, no dirimen sus diferencias en privado. Hasta acá lo expresado públicamente sería causal de ruptura total de cualquier acuerdo previo. Y no alcanza –de parte del ex presidente- con sostener que su sacrificio (en aguantar los destratos permanentes) es por la necesidad del sostenimiento de las políticas económicas.
Pregunto: si no hubo entendimiento político en CABA, que debiera ser planificación y no insulto, ¿para qué, por qué y cómo acordarían en provincia de Buenos Aires? ¿No sumaría más descreimiento a la descreída política? Suena a hipocresía. Tampoco es justificación decir que “es para sacar al kirchnerismo”.
Es verdad que muchos creen que en el 2025 comienza la definición de los presidenciables 2027. Debo recordar que al menos en los tres últimos casos la definición fue en los minutos finales.
Con pocos días de diferencia se fueron dos líderes: uno mundial, el papa Francisco; y otro latinoamericano, Pepe Mujica. Uno ateo, el otro representante de Dios en la Tierra. Ambos convencidos en la necesidad de tender puentes.
El sucesor de Francisco lo dijo desde el minuto cero: el mundo necesita paz, y para llegar a ella necesita puentes. La política los construye o los dinamita.
Estos puentes se construyen volviendo a alojar el diálogo.
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