
El sector cultural contribuye directamente al desarrollo económico, el PBI mundial y el intercambio de bienes y servicios creativos en todo el planeta. En esos campos, las exportaciones globales de bienes creativos han aumentado en más de 100 mil millones de dólares entre 2010 y 2020, y las economías creativas y culturales han llegado a acaparar el 3.1 por ciento del PBI mundial. Específicamente en el sector audiovisual, América Latina y el Caribe tiene un enorme horizonte de oportunidades en lo que hace a la generación de contenidos para plataformas de entretenimiento, la capacidad instalada y el acompañamiento a pequeñas y medianas empresas, la digitalización de los procesos productivos y el financiamiento de programas I+D.
En Argentina, en particular, el sector audiovisual genera casi 100 mil puestos de trabajo directos y otros 175 mil indirectos, que impactan además en toda la cadena de suministro como, por ejemplo, el empleo de los sectores de gastronomía, turismo, hotelería, publicidad, industria textil, etc. Según datos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), en 2021 se produjeron 214 películas y se realizaron 686 publicidades, que generaron a su vez más de 26 mil puestos de trabajo registrados. En esa línea se instauró la conversación que encabezó CAF durante la 49° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el pasado 26 de abril, que se llamó “Nuevas narraciones audiovisuales: relaciones entre literatura y relatos audiovisuales. De la novela al guion y del libro a la pantalla”. El encuentro congregó a referentes y representantes de plataformas de streaming como Netflix y creativos que trabajan en la adaptación de novelas a guiones cinematográficos y series.
Durante el encuentro, que coincidió además con la inauguración del primer stand de la institución multilateral en la Feria del Libro de Buenos Aires, se mencionó la enorme trascendencia y pregnancia que las nuevas plataformas de entretenimiento tienen en el desarrollo de las industrias culturales y creativas en la región. Al respecto, sabemos que en 2024 y por primera vez en la historia, el número de suscriptores de servicios de streaming superó el de personas suscriptas a la televisión paga. Al respecto, la líder de Contenidos para el Cono Sur de Netflix, Érika Halvorsen, explicó que “la adaptación audiovisual en plataformas permite exportar talento local y narrativas latinoamericanas, y darle doble vida a los libros”.
También se discutió sobre los desafíos que América Latina y el Caribe enfrenta en áreas de digitalización, acceso a internet y métodos de conectividad. Y se puso énfasis en la importancia de que los contenidos audiovisuales que la región exporta al mundo tengan un fuerte anclaje en lo local y una identidad muy cercana al patrimonio regional para seguir fortaleciendo el valor estratégico de la cultura latinoamericana y caribeña. Sobre esto, el actor y co-guionista de El Eternauta, Ariel Staltari, expresó su orgullo por la “idiosincrasia de nuestra cultura” latinoamericana y regional, y pidió seguir proyectando la creatividad local hacia todo el mundo.
De allí surge, entonces, la importancia de abordar de manera integral temas fundamentales para el área como son los modelos de financiamiento, las alianzas estratégicas para su desarrollo y la proyección internacional de esos contenidos. En el primer caso, es central que el financiamiento audiovisual sea pensado desde el aumento de los presupuestos nacionales, pasando por el fortalecimiento de la recaudación tributaria, hasta el trabajo conjunto a partir de alianzas público-privadas y con otros actores como los organismos multilaterales de crédito. Además del conocido efecto multiplicador de estas economías culturales, es primordial contar con políticas públicas, fondos, organismos de financiamiento estatal y modelos de negocio que efectivamente fomenten la producción de proyectos y su industria en general.
En cuanto a las alianzas estratégicas es también fundamental establecer compromisos nacionales y regionales de captación y atracción de inversiones internacionales, además de la generación de incentivos como ya llevan adelante Colombia, Uruguay y Chile para sus propias producciones. Esto incluye coproducciones internacionales, apertura de nuevos espacios para la formación educativa en ámbitos universitarios y terciarios, y la intersección del trabajo entre cámaras del sector.
Y, en último lugar, la proyección internacional de las propuestas audiovisuales de América Latina y el Caribe debe ser creciente para fortalecer no solo los aspectos económicos de la economía cultural, sino también la llegada de nuestras propuestas literarias y nuestra capacidad creativa que es enorme y ya reconocida a nivel global.
Como parte de un organismo que busca fomentar el desarrollo de los países de la región, desde CAF seguiremos impulsando estrategias, políticas de financiamiento y acompañamiento técnico para estimular las economías culturales y creativas, tanto hacia adentro como hacia afuera de la región. Una región que tiene muchísima creatividad y un patrimonio cultural intangible y en constante crecimiento.
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