
La violencia contra las niñas, niños y adolescentes es una realidad de raíces profundas que atraviesa a todas las generaciones, afectando la vida de quienes la padecen porque no sólo se daña su presente, sino que también condiciona su futuro.
A nivel mundial se estima que 1 de cada 2 niños y niñas sufren malos tratos, golpes, agresiones verbales e incluso abuso sexual. La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia informó que en 2023 hubo un aumento del 15% de niñas, niños afectados por la violencia. También Unicef realizó un exhaustivo estudio donde se indicó que 6 de cada 10 niños son criados con prácticas violentas para impartir disciplina y, en la Ciudad de Buenos Aires, el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes informó que el 61,1% de sus intervenciones estuvieron relacionadas con situaciones de violencia.
En un informe reciente del Ministerio Público Tutelar, sobre los expedientes de abuso sexual contra niños que declaran en la Sala de Entrevistas Especializada, se informó que en 4 de cada 10 casos, los niños conviven con la persona denunciada y, en 6 de cada 10, el denunciado es un familiar.
Estas cifras son alarmantes y ponen de manifiesto la urgente necesidad de abordajes más efectivos para alcanzar un cambio profundo y duradero. Ante la gravedad de estos casos, no sólo debemos ocuparnos de intervenir, sino que requiere el despliegue de una estrategia integral que nos permita detectar, restituir derechos y construir nuevas realidades. El compromiso de todos es fundamental en esta tarea.
Lamentablemente también existe todo aquello que no se denuncia. Muchas prácticas de crianza violenta permanecen aún en nuestra sociedad y atraviesan la vida cotidiana de los chicos dejando una huella que los condiciona. Es parte de una realidad que está invisibilizada y que ocurre, generalmente, en los entornos más cercanos al niño. La repetición de estas prácticas por parte de padres, madres y cuidadores está en la base de muchas de estas conductas. Sumado a ello, hoy debemos tener presente que existen situaciones de riesgo vinculadas al uso de las nuevas tecnologías y de la exposición a los entornos digitales.
Desde el Poder Judicial, el Poder Legislativo y el Ejecutivo, junto a los actores de la sociedad civil y del sector privado hemos avanzado en la construcción de una red para prevenir y abordar la violencia contra los niños en los distintos ámbitos.
Finalmente, este esfuerzo se materializó en 2022 cuando la Ciudad de Buenos Aires asumió el compromiso internacional con la iniciativa Global Inspire de creación del Plan Integral de Acción contra la Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes. Hoy el Plan es una herramienta concreta para visibilizar y erradicar la violencia mediante acciones en todos los niveles: el institucional, el socio-comunitario, el de las relaciones interpersonales y el individual.
El desafío es enorme y nuestro compromiso debe ser inquebrantable si queremos alcanzar un cambio profundo en la forma que percibimos la violencia. Esa es nuestra misión y nuestra responsabilidad: que cada niña, niño o adolescente crezca sin miedo y libre de violencias, con la certeza de que su voz va a ser escuchada y sus derechos respetados.
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